jueves, 9 de junio de 2011

CAPITULO 22

                                                                                                                                        NIKO

Nos dejaron de nuevo, a solas en la casa pero esta vez sin avisar.
-Me voy a ducharme- me informó Lia- así que no entres en el cuarto de baño, que te veo.
-Vale, no hace falta que me escribas un informe de tu vida- la respondí para hacerla rabiar. Se la escuchó quejarse por lo bajo.
De los dos cuartos de baño que había en la casa, solo uno tenía ducha, Lia se fue a su cuarto a por ropa limpia y Yo, me metí en el único cuarto de baño que tenía ducha y la cerré con llave, como era de esperar ella vino corriendo y aporreó la puerta.
-Abre la puerta- me gritó desde fuera- me lo he pedido antes, sal de ahí.
Me reí quitándome la camisa del pijama. Si se creía que iba a salir lo llevaba claro.
-No te pongas así, tampoco creo que tarde mucho- la mentí.

A medida que ella se quejaba fuera, yo me iba desvistiendo. Me quité la venda del pie y pude observar cómo la herida casi se había curado. Esto debía de estar dentro del pack que incluía tener poderes, aunque la señal me seguía ardiendo, pero casi me había acostumbrado al dolor.

Al poco tiempo, me di cuenta que la chica había dejado de golpear la puerta, así que supuse que se había rendido y que no me iba a molestar más. Quité el seguro de la puerta ya que nunca me había gustado estar encerrado y me adentré  en la ducha. Al principio el agua estaba un poco fría pero poco a poco vino la caliente, al rato Lia volvió a aporrear la puerta y se dio cuenta que estaba abierta, entró en el cuarto de baño y para mi sorpresa, hizo algo que me dejó alucinado. Se desnudó, tirando la ropa junta a la mía y se metió en la ducha.
-Te he dicho que me quería duchar- me dijo mientras yo me tapaba con una mano mi zona y con la otra los ojos, dejando un pequeño resquicio entre los dedos.
Ella, con toda la naturaleza se echó agua por la cabeza y por el cuello, se enjugó el pelo con el champú y después se enjabonó el cuerpo mientras yo me quedaba alucinado en una esquina.
-¿Algún problema?- me preguntó ella, tan normal- oye ya que estas, ¿te importa pasarme la esponja por la espalda?, es que hay zonas que no llego.

Cada segundo que pasaba, más alucinado estaba. Cogí la esponja y se la empecé a pasar por la espalda, una espalda delgada que marcaba perfectamente  las curvas de su pequeña figura de un ligero tono moreno.
-Te darás cuenta que esto no es normal- la dije divertido.
Esta chica era una caja de sorpresas, mira que había salido con muchas chicas pero, Lia se llevaba la medalla de oro.
-Nada en este mundo es normal, ¿por qué cambiarlo ahora?- me respondió como si fuese normal- tú seguro que has estado con cientos de chicas, pero te puedo asegurar que ninguna te sorprenderá tanto como yo- concluyó sonriendo.
Asentí y continué restregándola la esponja por la espalda pasando por sus finas curvas de la cadera. No me atreví a bajar más. Eso era raro en mí. Ella se percató de que me había detenido y dándose la vuelta me quitó a esponja de la mano.
- Date la vuelta, me toca
Hice lo que me dijo y al momento sentí como la fría esponja recorría mi espalda. Todo esto era nuevo para mí. Pero, desde cuándo alguien en su sano juicio se mete en la ducha en el que está otra persona, y precisamente la odias.
-Uy, Dios, lo que acabo de ver- dijo Lia, sorprendida- quédate muy quieto.
-¿Qué, qué, qué pasa?- pregunté asustado quedando quieto como me había indicado, ella dejó la esponja en el suelo y cerró el grifo del agua.
-Es que no sabes lo que acabo de ver- susurró- ¡un punto negro enorme! espera que te lo quite.
¡Esta chica es tonta! yo pensé que sería una araña asquerosa o algo parecido¿ y me viene con esto?, definitivamente no tiene remedio, me di la vuelta y ella me persiguió la espalda
-Estate quieta- la regañé divertido- no te voy a dejar.
-Pero es que es enorme- se excusó Lia, cualquiera que nos ollese estarie en su perfecto derecho de pensar raro- ¿no lo comprendes?, enorme.

Afuera se escucharon ruidos, la mandé callar, había oído hablar que había un tío que estaba persiguiendo a nuestra familia, suponiendo que fuese él, yo no sabría cómo defenderla. Daría mi vida por ella. No me creía que acabara de decir eso. Unos días antes de irme de Italia, le dije a mi tío Toni que no me enamoraría… y…creo que lo estaba haciendo. Mierda.
-¿Dónde estarán? ¡Niko!, ¡Lia!- gritaron todos nuestros nombres.
Ella y yo nos miramos.
-Yo estoy en la ducha- grité para que pudiesen oírme.
Durante un momento se quedaron callados y luego llamaron a mi acompañante. Nos iban a pillar y no era lo que parecía.
-¿Sabes dónde está Lia?- preguntó su amiga pegada a la puerta- es que no responde.
-Estoy también en la d..- dijo Lia.
No terminó la frase ya que la había tapado la boca, estaba loca, en el buen sentido. Ella intentó zafarse de mi mano, riéndose. Me hizo cosquillas en el estómago y no tuve más remedio que soltarla.
-Estoy duchándome- volvió a decir Lia, gritando para que su amiga y los demás pudieran oírla.
-No, se está lavando los dientes- dije , tapándola de nuevo la boca- ella fuera de la ducha y yo dentro.
No quería que se pensaran nada raro porque no estaba pasando nada.
-De acuerdo…, nos volvemos a ir, es que nos habíamos olvidado a Thor- dijo Cora riéndose- que os lo paséis bien- dijo, seguramente, con doble sentido.

Después se fueron. No me di cuenta, hasta ese momento, de cómo estábamos. La rodeaba por la espalda con la mano y con la otra la tapaba la boca, eso suponía estar totalmente en contacto, de modo que la solté automáticamente y nos reímos.
Al terminar de ducharnos, nos abalanzamos a por la única toalla. Ella la consiguió antes y se secó. Después, para mi humillación me la devolvió mojada y se fue. Lo único bueno, es que se había quedado un poco de su aroma. Cerré la puerta con llave para fastidiar. Sabía que tenía todas sus cosas aquí, como su cepillo del pelo, su cepillo de dientes…
Quiso volver a entrar para recoger sus cosas y no la deje. Mi venganza estaba tomando forma. Para mi sorpresa, no se quejó mucho. Eso daba miedo porque significaba que estaba creando un plan malvado y retorcido en su cabeza, entonces fue cuando me di cuenta que todas mis cosas estaban en el otro cuarto de baño. quité el seguro, abrí la puerta y fui hacia el otro cuarto de baño temiéndome lo peor y así era. Se estaba lavando con los dientes con mi cepillo de dientes y se estaba peinando con mi peine.

-No me lo puedo creer- la dije cabreado pero curioso- ¿qué es lo que quieres?
La arrebaté los dos tipos de cepillos y ella me persiguió.
-Quiero que me dejes en paz
-Vale, si eso es lo que quieres…- gruñí cabreado
Estaba claro que ella no me quería, así que, tendría que olvidarla como pudiese.