sábado, 7 de mayo de 2011

CAPITULO 13

                                                                                                                               NIKO
Lia estaba siendo un misterio para mí, generalmente, con las demás chicas, ya me hubiese lanzado a liarme con ellas pero, Lia era especial, tenía algo único, así que no quise estropearlo.
-Yo no creo en el amor- me confesé mirándola de hito en hito- solo traen problemas.

Logré, por fin, que despejase la mirada de esa pareja y la posara en mí, interesada. Parecía bastante afligida.
-Hubo una vez que yo sí creí en el- dijo afectada poniendo las manos en un puño.
Me di cuenta de lo importante que llegó a ser para ella esa relación, la debieron de hacer mucho daño.
-Si quieres me lo puedes contar- la animé cogiéndola de la mano.
Fijó su mirada en nuestras manos y luego le saltó una lágrima. Me levanté de mi sitio y me puse a su lado para estar más cercanos. Nunca había hecho esto con una chica con pensamientos castos. Se echó sobre mí y se puso a llorar. Una vez que paró, se reincorporó.
-De acuerdo, te lo contaré- me dijo.
Una lágrima, corría fugaz por su mejilla, así que se la sequé con mi manga.
-Pues hace un año conocí a un chico, lo típico, primero se hizo pasar por mi amigo- dijo con rabia posando su mirada en la lejanía- pero claro, luego quiso pasar a algo más, tú ya me entiendes. Yo en ese momento no estaba preparada así que se enfadó mucho conmigo- a partir de ahí la voz la empezó a temblar- y claro, cómo no, luego me enteré a través de Cora, que había hecho una apuesta con sus amigos…solo era eso, una apuesta.

No sé por qué, me dieron ganas de pedirle el nombre de ese tío y pegarle una paliza pero preferí mantener la compostura.
-Hay que ser imbécil para no saber apreciar lo mucho que hay en ti- la dije muy en serio- incluso yo, que soy un corto de miras, lo he visto a la primera.
Ella me sonrió y se secó del todo las lágrimas. 

Decidimos pedir la cuenta. Por supuesto, yo pagué la comida. Pagué en metálico, ya que no quería, de momento, que supiese que tenía una tarjeta de crédito. En Italia, las chicas se me acercaban por tres motivos, por la popularidad, por que disponía de mucho dinero y porque era guapo. Esta vez, quería ganarme la amistad de Lia por mí mismo y no por lo que tenía.
-Dejemos los problemas para otro día- me sugirió- ¿qué te apetece hacer a ti?
En ese momento me empezó a doler mucho la señal y no pude evitar llevarme la mano al tobillo.
-¿Te ocurre algo?- me preguntó mi acompañante muy preocupada.
Me apoyé sobre ella y me ayudo a ir hasta un banco. Me quité la deportiva y luego el calcetín, tenía muy mala pinta, estaba excesivamente rojizo e hinchado.
-Tranquila, no pasa nada, me lo hice en Italia- la mentí, fingiendo que era un tatuaje, ya que realmente lo parecía.
-Tenemos que ir a un hospital- me urgió histérica- parece muy grave. En serio, pedimos un taxi y vamos.

No podía ir a un hospital, odiaba los hospitales y a los médicos, además, esto se suponía que era algo sobrenatural, ¿cómo me lo iban a curar? Lo que más me dolía del asunto es no poder decirla la verdad y tener que mentirla, parecía poder guardar un buen secreto pero qué la iba a decir: Mi familia es rarita, tienen poderes sobrenaturales y yo los acabo de heredar. ¡Ah, antes de que te vayas de aquí aterrorizada o pensando que estoy más pirado que Pocholo, no te olvides no decírselo a nadie! Por dios era ridículo.
-Estoy bien, de verdad, ya me encuentro mejor- la volví a mentir en contra de mi voluntad- hazme caso, se me pasará en unos días.

Noté que se quedó un poco preocupada por mí, al momento me llamaron por el teléfono. Mientras hablaba Lia me dijo que se iba a una farmacia a por tiritas.
Me llamó un colega de Italia.
-Ey, tío, ya me ha dicho Stella que estás en España- me dijo emocionado- ¡qué pasada! Y…lo del accidente- dijo más respetuoso-¿qué tal te encuentras?
¡Qué rápido corren los rumores!
-Bien- dije mirándome la señal- no sé cómo he tenido tanta suerte, me llegaron a decir que me quedaría en sillas de ruedas y casi he salido ileso.
Excepto, por la señal, pero eso no lo produjo el accidente, ya que mi familia de aquí lo tenían todos.
-Me alegro, oye, me ha dicho tu abuela que te diga que Toni te ha comprado unas entradas de los Black eyed peas en concierto- dijo todo emocionado- me lo acaba de decir y me ha dicho que no le daba tiempo a llamarte ya que está en una reunión muy importante.
Casi estallo de emoción al oírlo y podía sentir que el dolor de la herida se ponía en segundo plano.
-¿a dónde tengo que ir? ¿A qué hora es?- le pregunté a toda prisa inquieto- ¿me ha comprado otra para que me acompañe alguien?
Mi amigo se rió.
-solo me ha dicho que es en el palacio de los deportes, dentro de una hora de allí y que te ha comprado otra para tu hermano, para que os vayáis conociendo, ya sabes…
-Gracias, tío, luego te llamo- y le colgué rápidamente.
Lia cruzaba el semáforo mientras yo me ponía el calcetín y la deportiva.
-Corre, llévame al palacio de los deportes.- la dije cogiendo lo que había comprado y metiéndolo dentro de su mochila- rápido.
Ella se extrañó pero no hizo preguntas, eso es lo que me gustaba de ella, que confiaba en mí.


 Nos metimos en la boca de metro y me dejé guiar por ella. Hicimos unas cuantos trasbordos mientras hablábamos de cosas banales. Al llegar allí había un revuelo de gente impresionante.
-Llévame a la sección vip- apremié.
Siempre que mi tío me regalaba unas entradas de un concierto las dejaba a mi nombre en la sección vip.
-No vamos a poder entrar, es un concierto, además son los Black Eyed Peas los que actuan y las entradas se acabaron hace mucho.
-Tú llévame hasta allí- dije poniéndola la mejor de mis sonrisas- hazme caso.
-Está bien- accedió con una resignación de santa- no sé lo que pretendes pero bueno.
Todas las colas de espera para entrar en el recinto estaban abarrotadas, pero en la cola vip no tuvimos que esperar mucho. Cuando llegamos al señor que dejaba pasar le di mi nombre y miró en una de sus listas. Le dije que Lia era mi acompañante y nos dejó pasar.
-¡No me lo puedo creer!- gritó Lia por encima del barullo- en la zona vip,…¡me encantan los Black Eyed peas!
Se había sorprendido tanto como yo. Gracias Toni, gracias, gracias.

Al final nos colocamos en nuestros sitios, las vistas eran inmejorables, la compañía perfecta y solo con ver el ambiente entraba una pequeña sensación de subidón. Una chica delante con aspecto extravagante tenía un megáfono.
-¿me prestas el megáfono un momento?- la pregunté.
La chica primero me observó y luego al final accedió asintiendo con la mirada.
-¿Qué vas a hacer?- me preguntó Lia, curiosa.
-Ya verás- encendí el megáfono y hablé al público- ¿quién se anima a hacer la ola?, venga, a la de tres, dos, uno, ¡ya!

 Al principio solo hicimos la ola unos cuantos pero luego lo intentamos otra vez y se animaron más gente. A la tercera fue la vencida y conseguimos hacer la ola todos los que estuvimos allí de una forma compenetrada. Fue una pasada.
El concierto comenzó y la música estaba a tope. A pesar de que en la zona vip teníamos asientos, nos levantamos como locos y empezamos a bailar, saltar…el descontrol era total. Con el exatsis del concierto ni le presté atención al tobillo. A pesar de la oscuridad y las luces que iban y venían me paré en seco y observé cómo bailaba Lia, con las manos arriba y moviendo el cuerpo sensualmente. De vez en cuando se pasaba las manos por su larga melena castaña con los ojos cerrados sintiendo la música, dejé de mirar y dejé que la música me envolviese a mí también, saltando y descargando la energía.

El concierto terminó y los cantantes se despidieron.
-Otraaaa, Otraaaaaa- gritaba el público- Otraaa
Los cantantes accedieron y nos cantaron una canción extra de nuevo. Una vez terminada se encendieron las luces generales y salimos todos a la calle. Ya era de noche.
-Dios mío, ha sido una pasada- dijo Lia entusiasmada- ¿cómo las has conseguido?
-Ya ves, un regalo de mi tío- le dije orgulloso- oye, te acompaño hasta tu casa y no voy a aceptar un no como respuestas. Además, no soy un niño pequeño, puedo llegar a casa perfectamente.
Ella dudó un poco pero luego aceptó con la cabeza. Fuimos tarareando canciones suyas durante todo el trayecto, dándonos igual las miradas indiscretas de los que iban en el vagón. Así estuvimos hasta llegar al portal de Lia.

-Ya hemos llegado, me lo he pasado genial- me aseguró ella mirándome con sus preciosos ojos pardos- de verdad, esto te lo recompensaré algún día.
-No hace falta- la dije dándoles dos besos en la mejilla.
Me gustaría besarla en la boca, pero eso ya sería demasiado así que me contuve. Saqué el móvil y vi unas cincuenta mil llamadas de Alex y mis padres. Mi amiga también conectó el móvil y también tenía unos cuantos de sus padres.
-Me van a matar- me dijo preocupada.
-Sube, no te preocupes por mí, no creo que me pase nada- la aseguré con una sonrisa.
Dudó un poco pero luego abrió el portal, cuando yo me puse en marcha de vuelta a casa ella volvió a aparecer y me dio un beso en la mejilla seguido de un fuerte abrazo, después se rió nerviosa y desapareció por el portal.

Me quedé embobado durante un rato y luego decidí retomar mi camino hacia el metro.

CAPITULO 12

                                                                                                                          CORA
Al final Lia y Niko se fueron por su cuenta. Menos mal que me criticó cuando yo la estuve parte de la noche y durante varias horas de las clases hablándole de Alex.
-En qué piensas- me preguntó Alex con una hermosa sonrisa.

Me cogió de la mano mientras íbamos caminando por la calle. Este gesto me hizo muy feliz y se me llenaron el estómago de mariposas, incluso podría asegurar, que podría despegarme del suelo y volar, siempre y cuando estuviese con él.
-Me encanta que Niko y Lia hallan conectado desde el principio- le aseguré dándole un pequeño apretujón en las manos- como nosotros.
Le sonreí y le di un beso en la mejilla.

Todo era perfecto, el sol brillaba en todo su esplendor en un día de pleno invierno, casi podría asegurar que hacía calor y, sobretodo, estaba con Alex, que era lo más importante. Decidimos comer en cualquier sitio que llegase a nuestros presupuestos. Nos dieron una mesa para dos en una esquinita, y me puse muy nerviosa pero alegre a la vez.
-Bueno, ya estamos aquí- le dije cogiendo la carta- ¿qué es lo que vas a tomar?
Alex cogió la carta y estuvo revisando con tranquilidad. Al final nos pedimos muchísimos platos para compartir. Era más feliz que una perdiz.
-Alex, si te pido un favor, ¿me lo concederás?- le pregunté poniéndole cara de penita y morritos- por favor.
-Si me miras con esa carita de corderito degollado…- dijo arrastrando las palabras y hechizándome con sus ojos verde- no.
Le tiré la servilleta en broma y nos reímos juntos, luego asintió.
-Se que ocurre algo, algo que queréis ocultar- le dije seriamente- perdona, como bien sabes os estuve escuchando el otro día a Pablo y a ti. Por favor, cuéntame que ocurre, se guardar un secreto.

Él se puso repentinamente serio y se estiró en su sitio, carraspeando con la voz.
-Lo ves, lo sabía- le acusé señalándole y con voz de triunfo.
Se pasó las manos por la cabeza y luego se los llevo a los ojos.
-De acuerdo- me dijo con los dedos en el puente de la nariz- te lo contaré, pero no ahora en un sitio público.
Me abalancé sobre él y le abracé con todas mis fuerzas. Después, me separé y le dediqué la mejor sonrisa que sabía hacer.
-Hay una condición- me dijo- no debe saberlo nadie. Ni siquiera Lia- apuntó para asegurarse que hiciese excepciones en mi mente- tendrás que darme tu palabra de honor.
Suspiré. Nunca había tenido un secreto con ella, siempre la contaba todo. Esto haría que nos separase un poco. Tendría que decidir entre dar mi palabra y enterarme de lo que pasaba, acercándome un poco más a Alex y alejándome un poco más de mi amiga o no querer saber nada y seguir como siempre.
Bueno, de aquí a la noche había tiempo para decidirme así que decidí disfrutar de la velada con Alex.
-No sé si voy a ser capaz de mantener un secreto sin que lo sepa Lia- me sinceré bebiendo un poco de coca cola que había traído el camarero- ya sabes, nos lo contamos todo. Pero todo todo todo…todo, además, no se mentir, seguro que ella lo nota y acaba sonsacándomelo, siempre lo consigue cuando se empeña en algo.

En ese momento llegó el camarero con una deliciosa quesadilla y una ensalada cesar. Nos abalanzamos los dos en plan de broma.
-Bueno, ¿qué te parece nuestra música?- me preguntó curioso.
-No está mal- dije simplemente.
Se quedó con cara de sorprendido. Por lo poco que había visto y oído, cuando ellos tocaban animaban el ambiente hasta niveles desorbitados, pero, había algo que les faltaba, una chispilla.
-Venga, dilo, lo estás deseando- me animó señalándome con el tenedor.
Me entró la risa tonta.
-Honestamente, excepto el encanto y la seducción, parece que pasamos por alto todo vuestro potencial- critiqué sin muchos miramientos- parece como si os faltase sentimiento. Eso es todo.
Bajé la mirada, avergonzada por haber dicho lo que pensaba…siempre me pasaba lo mismo, no podía meter boca en paladar delante de la gente que tenía confianza. Me cogió la barbilla y me la levantó.
-Gracias- dijo sinceramente- eres la única que has hecho una crítica constructiva. La verdad es que últimamente no estamos al cien por cien. Espero que desde que echamos a Arturo y con la llegada de Niko logremos mejorar, hemos estado como en una especie bache.

Le sonreí y seguimos comiendo. La comida se pasó rápida y al final tomamos un batido de fresa compartido. Alex quiso pagar la comida pero no se lo consentí, yo también quería pagar mi parte de la comida. Al final desistió porque a pesada no me ganaba nadie. Decidimos seguir en nuestro mundo happy, dando vueltas cogidos de la mano. Al final se hizo de noche y nos fuimos hasta un parque donde nos sentamos en los columpios.
-¿Me lo dices?- le pregunté mirando a los alrededores para asegurarme de que no hubiese nadie a los alrededores - me refiero a eso que no puede saber nadie.
Se volvió a poner tenso, como en la comida.
A lo mejor es que me estaba poniendo un poco pesadita, quizá no debería forzarle a hacer nada que él no quisiese. Además, ¿esa era mi elección?, saber el secreto y ocultárselo a mi mejor amiga.
-Perdona- me disculpé casi al segundo- lo siento, de verdad, no quiero forzarte a decirme nada que no quieras, no volveré a preguntártelo.
Él se empezó a columpiar y cada vez iba más rápido.
-Venga, colúmpiate conmigo- dijo sonriente como si fuese un niño.

Me animé con él, estiré las piernas y las contraje, así todo el rato. Fue divertido, nos mantuvimos así durante unos minutos y luego el saltó, cayendo sentado en la arena. Yo le imité y quedamos muy próximos. No me di cuenta de lo especial que era esa noche hasta ese mismo momento. Encima de nosotros la luna estaba totalmente llena y corría una suave brisa. Me entró un escalofrío. Alex debió darse cuenta cuando se quitó su sudadera y me la dio a mí, me entró una risa tonta y me lo puse, era como si a una niña le hubiese dado una piruleta su héroe favorito. Entonces, fue cuando yo me fijé en sus intensos ojos verdes y él en los míos. Era una sensación indescriptible y mágica. Parecía que había una música relajante de fondo sin haberla. Nuestros cuerpos se acercaban y nuestros ojos se cerraron, entonces, ocurrió. Nos dimos nuestro primer beso de amor verdadero. Sus labios se movían compenetrados con los míos y hubiese dado cualquier cosa para que ese momento jamás cesase. Nos separamos y nos sorprendimos de lo satisfactorio que fue.
-Guao- dije simplemente.

En ese momento pasaron un grupo de chicos y se rieron. Lo habían observado todo. Me tapé la cara contra sus pectorales mientras oía como él se reía junto con los otros chicos. ¡Qué vergüenza!
Cuando los chicos se fueron íbamos a proseguir cuando el móvil me sonó. ¿es que todo el mundo estaba en contra de nosotros?
-¿Sí?- contesté con rabia mientras Alex se seguía riendo.
-pero ¿dónde estás?- dijo cabreada mi madre. Nunca me iba por ahí los días entre semana, al menos que fuese con Lia- y no me mientas que he llamado a casa de Lidia y me han dicho que no estás.
Mierda, me han pillado. Me la voy a cargar. De fondo se oía a mi hermano, histérico porque no estaba en casa. Juan era súper protector conmigo y convencía a mis padres para que no me dejasen hacer nada.
-Mamá, estoy con un chico- me sinceré. Supe que estaría condenada desde ese momento a cadena perpetua en mi cuarto- se llama Alex.
-¿a partir de ahora vas a quedar todos los días?- me preguntó- ¿cuándo estudias?, porque te recuerdo que este año es el más duro del colegio y tienes que aprobar selectividad…Jan, ¿te puedes callar?- le dijo mi madre a mi hermano que estaba incordiando.
Miré a Alex que me miraba con cara de no saber que pasaba.
-De acuerdo, ya voy para allá- dije resignada- adiós- colgué el teléfono.
Me sorprendió el hecho de que le hubiese dicho lo de que estoy con un chico y no me haya regañado. En fin, quizá lo hizo para encubrirme porque estaba mi hermano delante.
-Te tienes que ir- afirmó Alex un poco triste- venga, que te acompaño.

El parque en el que estábamos se encontraba a dos minutos de mi casa andando. Cuando llegamos al portal me quité la sudadera y se la di.
-Te la puedes quedar y me la das mañana- me aseguró. Era un delito devolvérsela ya que la camiseta le marcaba los pectorales y la sudadera taparía su hermosa figura.
-Gracias, pero me da miedo subir a casa con la sudadera de un chico- le confesé entre avergonzada y llena de rabia ya que me hacía ilusión tenerla, aunque fuese una noche. Por lo menos, me conformé con que algo de su aroma se me había pegado a mí.
Antes de llamar al telefonillo, se acercó lentamente hacía mí y me cogió el rostro entre sus manos. Me dio un beso intenso y cuando se separó me regaló una de sus sonrisas. No pude describir cómo me sentía, fue como si solo existiésemos él y yo, cómo si todo dependiese de ese beso. Simplemente, increíble.

Me separé de él a desgana y llamé al tercero sin perder de vista su mirada intensa.
Como siempre, se oía a mi perro ladrando de fondo como si él fuese quien contestase y dije “zrabadaluuusa”. Como de costumbre contesté algo anormal y me abrieron. Comencé a subir las escaleras y nos perdimos de vista.

Cuando ya iba por el primero, me saltó a la vista el chico rarito del otro día, Matt, y nos quedamos fijamente mirándonos. Tenía una mirada siniestra y me hizo el símbolo de callarme.

CAPITULO 11

                                                                                                                  LIDIA
Llegué a clase como siempre a las ocho y media de la mañana y al poco rato llego Cora, sinceramente temía su llegada, se tiró todo el día de ayer hablando conmigo por teléfono contándome su fugaz beso con Alex, estaba tan ilusionada que me daba pena colgarla, como se suele decir un beso cuanto puede durar ¿5? ¿10? 20 segundos como mucho pero ¿Cuánto tiempo se puede estar hablando sobre ese beso?

- Hola- saludo con una gran sonrisa en la cara mientras se sentaba en su sitio, acto seguido se giró sobre sí misma y me miró- a que no sabes qué he soñado- dijo repitiendo la misma frase de todas las mañanas, un día de estos la monotonía acabará conmigo, pero esta vez podía intuir de que se trataba.
-Has soñado con el beso que le diste a Alex- adiviné esbozando una sonrisita.
- ¿Cómo lo has sabido?- dijo bromeando.
Y así se tiró la pobre toda la santa hora que duró la clase, incluso nos llamó la atención el profesor unas cuantas veces. A la siguiente hora ocurrió exactamente lo mismo.
- ¡Pero que pesada! ¿Cuantas veces vas a repetirlo? El amor no sirve para nada, no vais a durar enamorados para siempre, llegará un día en que lo tendréis que dejar y eso va a ser tan duro que toda la emoción de ahora no servirá de nada, así que no vale la pena enamorarse siendo tan joven- dije algo mosqueada. Tenía que admitir que me sentía algo celosa…
Puso una expresión de irritación en la cara
- Vale, perdón, siento ser tan brusca pero… es la verdad piénsalo- dije sin vacilaciones.
No se dignó a contestar pero al menos me pude ahorrar  una hora de sufrimiento.

Por fin llegó la hora del recreo, como siempre salimos, doblamos la esquina y subimos la calle  para sentarnos en la pequeña zona que daba el sol. Nos encontrábamos cantando y hablando con los amigos que estaban con nosotras hasta que a mitad de la calle se divisó la figura de Alex acompañado de otra persona que me resultaba bastante familiar, continué un poco a mi bola cerrando los ojos para disfrutar el poco sol que había. Al poco rato oí como Cora daba un pequeño grito de alegría mientras saludaba a Alex así que me levante del suelo, m sacudí los vaqueros con las manos y volví la mirada para saludar, al instante me quedé petrificada, junto a Alex se encontraba el chico más guapo que había visto en mi vida, bueno en realidad miento porque a esta persona en concreto ya la había visto una vez… una vez en un sueño como dice la película de la bella durmiente. No me lo podía creer, no podía creer que el chico de mis sueños se encontrara justo delante de mí, clavando sus deslumbrantes ojos grises en mí, escaneándome como si quisiera recordar mi rostro para siempre. Se me aceleró el corazón sin más, parecía que se me iba a salir del pecho si seguía así. Al rato sentí varios pares de ojos posados sobre mí, sacudí un poco la cabeza saliendo mi estado de shock  y aparte la mirada del chico de mis sueños un poco a desgana. Cora me observaba atentamente sin comprender porque me había paralizado de esa manera, con disimulo me acerqué a  ella y la susurre en el oído muy bajito para que el resto no me oyera.

- Él es el chico de mi sueño- susurré con tono de emoción-  el que te conté que tenía una familia de mafiosos italianos, ¿te acuerdas?
Puso los ojos como platos y asintió algo desconcertada.
- Pero… cómo es posible…- dijo todavía algo confusa.
Hice una señal con los hombros como diciendo “no tengo ni idea”
- Bueno chicas él es Niko, mi hermano- aclaró Alex nuestras dudas acerca de su identidad.
Niko, pero que bonito nombre. Enseguida me acerqué y me presente.
- Hola, yo soy Lidia, Lia para el resto de la humanidad- dije dándole dos besos en la mejilla y esbozando una alegre sonrisa.
- Encantado- añadió correspondiendo a mi sonrisa.
- Hola, yo soy Cora, Cora para el resto de la humanidad- dijo repitiendo a carcajadas lo mismo que había dicho yo y dándole también dos besos.
Alex volvió a retomar el mando de la conversación.
- Bueno nos preguntábamos si querrías acompañarnos  a darle la bienvenida a Niko a Madrid, hemos quedado con pablo en el bar del otro día- explicó apoyándose sobre el muro de piedra.
Cora pareció dudar ya que eso supondría saltarse clases, lo que de toda la vida se ha llamado hacer pellas, y eso sé que no la hacía demasiada gracia. Así que la eché una mirada asesina con la que ella entendió perfectamente mis intenciones y procedí a contestar a Alex.
- ¡Claro que vamos!, si nos esperáis un minuto vamos a recoger nuestras cosas.

Asintieron y los cuatros nos alejamos calle abajo del grupo hasta llegar a la puerta del colegio donde esperaron pacientes a que recogiéramos nuestras pertenencias.
Una vez las dos solas en clase exploté de ilusión.
- ¡Dios mío!, has visto que guapo, te juro que un poco más y me derretía- dije gritando de ilusión.
- Si, ya me he fijado que le estabas devorando con la mirada- dijo soltando una risita- además se parece mucho a Alex, sobre todo en el cuerpo y las fracciones de la cara son muy parecidas.
- Si, por que Alex tiene los ojos verdes y Niko grises, y Alex tiene el pelo de un castaño un poco más claro  y Niko un poco más  oscuro, pero por lo demás son iguales. Se nota que son mellizos- dije metiendo el último libro en la mochila.

Acabamos de recoger y salimos rápidamente para no hacerles esperar, al salir  nos reunimos con ellos y subimos la calle en dirección a la plaza de República Argentina para coger el metro. Cuando nos empezábamos a alejar volví la vista atrás y pude ver al típico grupo de niñas cotillas mirándonos y cuchicheando entre sí. Sonreí para mis adentros y continúe andando sin separarme mucho del lado de Niko ya que Cora y Alex iban un poco a su royo, así que aproveché el paseo para hablar con él.
- Bueno y ¿cómo es que te has venido a Madrid?- pregunté intrigada. Sonrió.
- Pues… principalmente porque tuve un accidente de coche y después de estar unos días en el hospital mis abuelos me dijeron que tenía que volver con mis padres. No sé muy bien por qué, supongo que se cansaron de tenerme lejos- explicó soltando una risita de lo más dulce pero a la vez se le veía en la cara cierto tono de preocupación.
- Y entonces porque se te nota como… como triste.
Tras un rato de vacilación contestó.
- La verdad es que aunque este con mis padres y mi hermano en realidad me siento como un extraño ya que he vivido toda la vida con mis abuelos en Italia y… no sé todo esto es nuevo para mí.
- Entiendo… debe ser muy duro.

Seguimos conversando todo el camino, perdiéndome en su voz que a pesar de que hablaba perfectamente español tenía un cierto acento italiano, hasta llegar al bar.
Al entrar nos reunimos con Pablo que ya había pedido algunas cosas para tomar. Pasamos el rato entre risas y chistes malos de Pablo y Alex. Al final a Cora se le ocurrió una brillante idea.
- ¡Oye! ¿Por qué no subís al escenario y tocáis algo?, vuestras canciones son muy buenas y pegadizas- sugirió dirigiéndose principalmente a Alex.
- Pues por mí no hay problema, lo que pasa es que echamos del grupo al guitarrista, Arturo ¿os acordáis?- pregunto Alex cogiendo una patata del cuenco de patatas fritas.
- Sí- dijimos al unísono intentando no recordar la trágica escena que ocurrió hace tan solo una semana.
- Si, así que ahora nos hace falta un guitarrista- Explicó Alex, se le veía un tanto apenado ya que el grupo de música suponía mucho para ellos, la verdad es que es una pena si no encuentran a un guitarrista puesto que sus canciones son realmente buenas.

En ese instante Niko, que había estado un poco ausente durante toda la conversación, dejó de lado el vaso de Coca-Cola que sostenía en la mano y miró atentamente a su hermano antes de añadir. 
- ¡Yo toco la guitarra!- dijo incorporándose rápidamente en su sitio. Se le veía emocionado con el tema.
- ¿Enserio?- pregunto Alex ilusionado fijando la mirada en el- ¿Por qué no me lo dijiste antes? No trajiste ninguna guitarra en el equipaje que yo sepa.
Niko soltó una risita mientras se reclinaba un poco en su asiento y contestaba a las preguntas de Alex.
- Si, lo cierto es que mi abuela no quiso que trajera muchas cosas y por eso solo pude traerme una, mi favorita, que la guardé en la maleta grande para que mi abuela no la viese- Explicó y tras una breve pausa continuó hablando-Me gustan mucho las guitarras, las eléctricas sobre todo, junto con los coches es mi mayor pasión. En Italia solía dedicarle mucho tiempo a tocar ya que no suelo presentarme mucho por la universidad.

¿Coches? ¿He oído bien? ¿Ha dicho coches? Me llenaba de ilusión la idea de que tuviésemos gustos en común. Tendríamos que hablar de ello más adelante, me dije mentalmente.
- Bueno entonces no habrá ningún problema en que toque con vosotros ¿no?- sugerí ilusionada con la idea de verle tocar la guitarra.
- Coincido contigo Lia, nos viene muy bien un guitarrista, si te quieres apuntar eres bienvenido, si Alex está de acuerdo claro- Dijo pablo posando la mirada en Alex esperando una respuesta.
- Claro por mí no hay ningún problema, ¿quieres unirte al grupo?- pregunto Alex dirigiéndose a su hermano a la vez que se levantaba de su asiento.

Niko vaciló durante unos instantes que aprovechó para volver la mirada al escenario, luego volvió otra vez la mirada esta vez para contestar.
- Me encantaría - dijo sonriendo alegremente.
Su sonrisa me volvía loca, cada vez que sonreía se dejaba ver unos dientes blancos perfectamente alineados y sus labios ligeramente voluptuosos al igual que los de su hermano. Cada vez que sonreía así se me aceleraba aún más el corazón. Alex sonrió y chocó la mano con Niko sellando la integración del nuevo componente del grupo.
Tras un rato de charla, en la que Pablo le explicaba a Niko varias cosas sobre el grupo, a mí se me ocurrió una idea.
- Porque no probáis a tocar algo ahora- sugerí
Automáticamente todas las miradas se posaron sobre mí, yo sin vacilación la clave sobre Niko y este procedió a contestar.
- Si pero no me se las canciones y no tengo guitarra- dijo devolviéndome  la mirada que no la aparto durante un largo periodo de tiempo.
- Por eso no hay problema tenemos partituras,  puedes intentar seguirlas y allí tenemos un par de guitarras- dijo Pablo apoyando mi sugerencia.
Vi como Cora asentía en señal de aprobación, seguro que si no se me llega a ocurrir a mí se le ocurre a ella. Le sonreí a Niko como diciendo” ahora no tienes escusa” este me devolvió la sonrisa y los tres chicos se levantaron y se dirigieron al pequeño escenario. Al levantarse Alex pude fijarme como le guiñaba un ojo a Cora y esta se sonrojaba.

Una vez en el escenario y ya concentrados comenzaron a tocar una canción que ya habíamos escuchado la cual era muy bonita, era una balada. No aparté ni un segundo la mirada de Niko que se le veía tan contento como un niño pequeño jugando con el juguete que le acababan de regalar los reyes magos. La verdad es que se le estaba dando bastante bien, se notaba que tenía experiencia y le gustaba. Después de la balada tocaron algunas de sus otras canciones de rock  hasta que la gente que estaba bailando alocadamente se sentó y ellos volvieron a sus respectivos asientos delante de la barra. Al cabo de unos minutos recibo la llamada de mi madre. Me levanto con el móvil en la mano y me alejo un poco para contestar.

- Lidia pero ¿Dónde estás? Son las tres se supone que ya deberías estar en casa- dijo mi madre preocupada. Sabía que se pondría hecha una furia si no contestaba algo convincente así que decidí contarle la verdad cambiando algunas cosillas, es decir, saltándome la parte en la que faltamos al colegio. Con un poco de suerte a lo mejor no han llamado a casa para avisar de la ausencia.
- Perdón mamá pero nos encontramos con unos amigos y nos entretuvimos charlando- la expliqué intentando sonar suficientemente convincente.
- Si, ya ¿y la comida?- preguntó mi madre empezando a elevar el tono de voz. Eso no era bueno.
- Bueno ahora iré si total seguro que no hay mucho, ¿a qué no?- dije bromeando, aunque sabía que en el fondo era cierto.
Noté a través del teléfono como mi madre soltó una risa, eso era señal de que había acertado.
- No, no mucho pero contaba contigo, ¿vas a venir a comer o no?- pregunto ya más tranquila.
- Sí, ahora voy- dije con tono de resignación.
- Vale pero no tardes- y colgó
  Volví con los demás con paso lento, recogí el abrigo y les comuniqué mi marcha.
- Bueno yo me voy a tener que ir yendo, se ha hecho tarde y mi madre ya tiene  echa la comida- dije un tanto apenada ya que no quería irme pero la verdad es que empezaba a notar como me sonaban las tripas.
 - Sí, yo también voy a tener que irme- dijo Cora levantándose también de su asiento. Alex se levantó a su vez y se dirigió a ella.
- En ese caso te acompaño- por un momento vaciló- ¿pero qué hago con Niko?- dijo mirando a su hermano.
- Oye que no soy un bebé- Contestó Niko
- Bueno no te preocupes ya otro día me acompañas- dijo Cora sonriendo.
En el fondo yo sabía la ilusión que la hace ir con él de vuelta a su casa, así que la eche una mano que por otro lado también me venía bien a mí.
- Yo puedo acompañarle hasta tu casa si quieres- me ofrecí. La idea me ilusionaba bastante- y de camino podemos hacer un poco de turismo.
- Por mi está bien- dijo Niko levantándose también del asiento situándose a mi lado.
- Bueno entonces vale- añadió Alex  saliendo por la puerta seguido de mí amiga que ya se habían despedido de Pablo.
- Por cierto Pablo, ¿dónde viven Niko y Alex?- Pregunté ya que en realidad no tenía ni idea.
Este me dio la dirección y luego se despidió de nosotros, subió a su furgoneta y se marchó. Salimos del local y nos dirigimos a un autobús que pasaba por algunos de los sitios más importantes de Madrid y que de paso iba hacia su casa.
- ¿Te apetece que comamos en algún restaurante de comida española?- ofrecí.
Asintió. Mandé un mensaje a mi madre que decía “al final no voy a comer, no te enfades. Bss. Tk.”.

Una vez en el restaurante, tomando varias cosas que habíamos pedido para compartir, procedí a continuar con la charla.
- Me dijiste que habías tenido un accidente ¿Qué te paso?- Pregunté interesada a la vez que cogía un trozo de tortilla de patata.
Esperó a que tragara y contesto alegremente sin apartar la vista de mí.
- Pues esa mañana fui a visitar a mi tío a su casa ya que no me apetecía ir a la universidad y pues lo típico tomé alguna copa de más y cuando iba con el coche, en una curva me choqué- aparto un momento la vista, sintiéndose avergonzado, y la fijo a un plato de comida.
No sabía que contestar así que me quedé callada y esperé a que continuara. 


Durante el rato de silencio contemplé a la cantidad de gente que empezaba a entrar en el restaurante que estaba situado en el centro de Madrid, había grupos de colegialas que reían y hablaban sobre los chicos de su instituto o cotilleos de la televisión sin importancia,  también había varias mesas que estaban ocupadas por compañeros de trabajo y que su tema principal era política y como siempre también había varias parejas que se besaban inclinados sobre la mesa o estaban cogidos de la mano y se sonreían unos a otros a la vez que se decían lo mucho que se querían. En ese momento recordé la conversación con Cora en clase en la que la decía que el amor solo daba sufrimiento, en parte seguía teniendo esa idea en mente pero otra parte de mi cerebro luchaba por quitarme esa idea de la cabeza e intentaba hacerme ver lo bonito que podía ser sentirse enamorada. Sin darme cuenta me había quedado mirando embobada a la pareja que se estaba besando. Niko, que se dio cuenta de hacia dónde miraba, procedió a sacarme de mis pensamientos y hacerme volver a la realidad.

- ¿En qué piensas?- dijo mirando también a la pareja que estaba contemplando hace unos instantes.
En ese momento me gustaría poder contestarle y decirle lo que pensaba para luego lanzarme a sus brazos y besarle, pero supuse que no sería moral.
- En nada-me limité a contestar suspirando.
En el fondo de mi mente imaginaba la escena en la que fuésemos nosotros la pareja que se besaba en público manifestando su amor sin ningún reparo.
Esta vez fue él el que no contesto, al igual que yo se quedó mirando a la pareja de enamorados.
- ¿y tú?- dije sonriendo- ¿en qué piensas?
Me miró desconcertado sin saber que decir.
- En nada- dijo contestando lo mismo que le había contestado yo y esbozando una bonita sonrisa.
Volví otra vez la mirada a la pareja, solo un momento y luego oí como Niko soltaba una risita.
- ¿de qué te ríes?- pregunté desafiante
- Me hace gracia como miras a esa pareja- dijo sin vacilaciones cogiéndome la barbilla con la mano y  haciéndome girar la cabeza hacia el para que pudiese mirarle a los ojos .
- ¿Y tú?, me negaras que antes tampoco estabas mirándolos- dije desafiándole
Se me quedó mirando, al rato me soltó y se recostó sobre su asiento.
- No estaba mirando a esa pareja, tenía la mirada perdida- dijo sin más.

Hubo un momento de tensión y de silencio así que sin aguantarlo durante mucho rato procedí a romper ese silencio.
- Ya, eso lo decís todos, a saber en lo que estarías pensando…- contesté esbozando una suave sonrisa y clavando la mirada en el como si intentara presionarlo con esa simple mirada.
Él puso los ojos como platos y se inclinó un poco sobre la mesa para contestarme.
- De los pensamientos vive el hombre aunque en mi caso los pensamientos son un estorbo- dijo en tono sarcástico- el amor no sirve de nada, es pura ciencia ficción, quien crea en el amor allá él.

No sabía que contestar, me había dejado demasiado pensativa,  no me podía creer que él hubiese opinado lo mismo que yo sobre el amor justo el mismo día ¿y ahora yo que le iba a contestar?, no podía arriesgarme a decir que opinaba lo mismo ya que pensaría que las relaciones de pareja no me interesaban lo más mínimo, pero la cuestión es ¿Qué quiso decir él realmente con eso? A lo mejor es a él al que no le interesan las relaciones. Tenía que asegurarme.
- ¿Tu nunca te has enamorado?- Pregunte intrigada, realmente temía lo que podía contestar.
- ¿y tú?- se limitó a decir sin desviar la mirada de mí. Esperó  paciente a que yo contestara.
Ahora no temía lo que pudiese contestar, sino lo que pudiese pensar de mi si le decía la verdad, así que decidí ser valiente y arriesgarme.
- Sí- asentí con un susurro desviando la mirada y clavándola en el suelo, tímida. No quería ver su expresión por miedo a la desilusión.
Tras un instante de vacilación respondió.
- Así que tú creíste en el amor, ahora ves como el amor es una mierda, estas destrozada a causa de él- dijo con dureza pero a la vez se podía ver la calidez de sus ojos que intentaban consolarme con una simple mirada.
Preferí no recordar esa época, fue dolorosa y si él se daba cuenta no tendría más remedio que darle la razón y eso sería peor que todo lo demás junto ya que supondría no tener esperanzas con él en la vida, tenía que intentar hacerle cambiar de opinión.
- Pero el tiempo que duró fue muy bonito y yo pienso que realmente si puede haber alguna persona en el mundo que pueda hacerte feliz y con la que puedas compartir el amor mutuo para siempre- dije intentando que no se derramara ninguna lagrima que amenazaba con salir.

No contesto, simplemente se me quedó mirando un largo rato y luego continuó comiendo. Al cabo de un rato en el que al fin conseguí serenarme le dediqué una mirada con la que intente adivinar sus pensamientos y luego, al igual que él, continué comiendo.
 Seguimos comiendo en silencio cada uno sumido en nuestros pensamientos.