sábado, 4 de junio de 2011

CAPITULO 21



                                                                                                                                        CORA 

La queimada y los chupitos me habían subido más de lo que esperaba así que no pude evitar salir de la habitación de mis padres  y dirigirme a la de mi ¿novio?, creo que es eso lo que somos. Llegué prácticamente corriendo, dejando a la pobre Lia sola en el cuarto. Abrí la puerta del cuarto de los chicos y grité como loca:
- ¡Alex hazte a un lado!- grité riendo y luego me lancé a la cama al estilo prety woman. Caí al lado de Alex riendo a carcajadas. Alex me abrazó por la cintura.
- Cariño, estás loca- dijo soltando una risita.
Me giré apoyando el cuerpo de lado de modo que pudiese mirarle a los ojos y luego apoye la cabeza sobre el codo. Él sonrío y me atrajo hacia si para luego darme un cálido y profundo beso.

 Noté como Niko bufaba y salía del cuarto dejándonos a solas, cuando el beso finalizó ambos respirábamos entrecortadamente, sonreí.
- Venía para preguntarte una cosa- dije en voz baja ya que se suponía que todos estaban durmiendo aunque con mi grito seguramente ya estén más despiertos que los búhos- en realidad nosotros ¿qué somos?
Él me miró durante un largo rato y luego contestó.
- ¿Tu qué quieres que seamos?- preguntó con una sonrisa.
En realidad no sabía que contestar, estaba claro que yo quería algo más que amistad pero a lo mejor él pensaría que era demasiado pronto. Decidí ser sincera y abrir mis sentimientos hacia él.
- A lo mejor piensas que es un poco pronto pero…-no llegué a terminar la frase ya que de repente mis labios se vieron interrumpidos por el romántico beso que Alex me dio.
- Yo también- dijo simplemente mirándome profundamente a los ojos como si quisiera introducirse en mi mente y grabar la palabra “Te quiero” en cada rincón de mi cerebro.
Sonreí y le devolví el beso en forma de respuesta a su muda pregunta: “Yo también te quiero”
Al cabo de un rato en el que ya estaba medio dormida noté como unos dedos me recorrían el brazo y luego pasaban por la espalda haciendo que un hormigueo me recorriese todo el cuerpo. Giré la cabeza y vi a Alex recostado de lado y concentrado en recorrer con los dedos cada parte de mi cuerpo haciendo que se me erizase el vello allí donde sus dedos hacían contacto con mi piel. Sonreí para mis adentros y me puse cómoda para disfrutar de ese repentino masaje. Oí como soltaba una risita y luego continuaba recorriendo mi cuerpo con sus dedos hasta que en algún momento me quedé dormida.

Me desperté con el delicioso olor de la leche caliente y las tostadas recién hechas. Abrí los ojos y ahí estaba él con la misma sonrisa de siempre en la cara, esa sonrisa que me volvía loca. Con una bandeja en las manos que contenía un bol de leche, una taza con un café, que supuse que era para él, y un plato con tostadas con mantequilla y mermelada de melocotón.
- Sé que te gusta este desayuno así que he decidido hacerle el desayuno a mi chica- dijo sentándose a mi lado y depositando un suave beso en mi frente. Le miré sorprendida pero sonriendo a la vez- vale lo reconozco, Lia me ha echado una mano diciéndome lo que te gusta, pero el desayuno lo he hecho yo que conste.
Solté una risita y me incorpore un poco para poder disfrutar de mi desayuno favorito junto a mi novio.

- Por cierto no sabes como he pillado esta mañana a esos dos- dijo con una sonrisa pícara refiriéndose a Niko y Lia.
- ¿Cómo?- pregunté curiosa
- Estaban los dos dormiditos en el cuarto de tus padres  abrazados como si les fuera la vida en ello. Tienen una relación de amor-odio un poco rara ¿no?
Deje en la bandeja el bol de leche, secándome los labios con la manga y le miré de hito en hito.
- No, estos no tienen una relación de amor-odio, estos en el fondo se quieren, solo que les cuesta mucho reconocerlo- hice una pausa en la que aproveché para dar un mordisco a la tostada- Ambos han sufrido mucho.

Él asintió y luego los dos desayunamos en silencio, pensativos. Después de haber terminado de desayunar y haber limpiado los platos recorrimos la casa juntos de la mano en busca de los demás. Primero entramos en la habitación de mis padres, en el seguían Niko y Lia profundamente dormidos. Pensamos en hacerle a Niko la típica broma de mojarle la mano para que se mease en la cama, pero desechamos la idea ya que luego tendríamos que sufrir las consecuencias y seguro que mi amiga también se enfadaba. Luego pasamos por el salón donde Isi y Pablo se habían quedado dormidos apoyados mutuamente. Que monos. Finalmente decidimos vestirnos e ir a dar una vuelta fuera con Thor para que el pobre hiciese sus necesidades. Nada más cruzar la puerta que daba a la calle Alex me cogió de la mano y juntos recorrimos las pequeñas calles de San Rafael con el perro a nuestra vera. Cuando estábamos a mitad de camino de vuelta mi móvil sonó. Eran mis padres. Solté la mano que Alex me tenía agarrada y contesté.

- ¿Si?- dije extrañada por la repentina llamada.
- Cora soy yo, ¿Sabes que mañana es puente?- preguntó mi madre- Lo decía porque si os lo estáis pasando bien Lidia y tú podéis pasar un día más.
- A ¿Si?- dije extrañada. Alex parecía aburrirse así que no se la ocurre otra cosa que coger un mechón rizado de mi pelo y restregarla por debajo de la nariz haciendo que empezara a reírme tontamente. Le di un manotazo con intención de que dejara de hacerlo pero no sirvió de mucho. Después, Alex me recorrió el cuello con un retazo de besos. Evité soltar un leve gemido- pues qué bien, así da gusto- dije con doble sentido.
-Vale, pues hemos estado hablando con los padres de Lidia y les parece bien- me dijo mientras Alex seguía recorriéndome el cuello con sus dulces besos.
-Así me gusta, con eficiencia- me reí hablando para las dos personas que en ese momento me prestaban atención- gracias mami, te quiero, hasta mañana.
-Hasta mañana corazoncito de mamá.
Alex debió de oírlo, cuando se detuvo y se rió.
-Muy gracioso, ya te vale- le medio regañé- está te la devolveré.
Volvimos a casa entre risas. Cuando traspasamos el umbral de la puerta en la casa ya reinaba una enorme actividad. Desde la cocina ya se podían oír los gritos de Lia y Niko y Pablo e Isi que se mantenían un poco al margen de la discusión desayunando tranquilamente en la mesa que hay al lado de la cocina.

-¿Sabes que estás muy guapa cuando te enfadas?- preguntó Niko afirmando.
-Ja, ja, muy gracioso- gruñó Lia sacando su café del microondas.
Presentí que en ese momento a mi amiga se le estaba pasando por la cabeza tirarle el café a mi futuro cuñado, así que se lo quité de entre las manos y se lo llevé yo misma hasta la mesa.
-¿Lo ves?, te lo dije, relación amor-odio- me dijo Alex, sin importarle que alguien pudiese oírlo.
Lógicamente, Niko y Lia casi lo asesinan con la mirada. Eso sí, cada uno se puso en una punta de la mesa, en cambio Alex y yo nos sentamos al lado.
-Mi madre llamó antes- dije a todos y capté la mirada significativa de Alex por el retazo de besos que me había dado- y me ha dicho que es puente, así que podemos quedarnos un día más.
Todos despegaron la mirada del desayuno y la posaron en mí, parecía que esa idea les había gustado.
-¡No me digas que tengo que pasar un día más junto a este!- exclamó Lia señalando a Niko con una tostada.
Todavía no salía de mi asombro, habían dormido en la misma cama y pegados, que yo sepa, la cama de mis padres es enorme y había sitio suficiente para que corriese el aire entre ellos y ahora, ¿me suelta esto?, no había quién les entendiese.
-¿Qué pasa, te gusto tanto que no puedes estar a mi lado sin poder evitar besarme?- la preguntó mofándose y haciéndola rabiar.
-Pero qué falso eres, yo jamás he intentado besarte- le contestó dándole un mordisco a la tostada- jamás te besaré- murmuró para sí misma intentando convencerse.
Pablo e Isi al poder palpar la tensión en el ambiente, recogieron sus cosas y se fueron. Alex y yo nos mantuvimos callados, de espectadores.
-Que jamás me beses no quieres decir que no te dejes besar- la corrigió Niko- ¿me equivoco?
-Por favor, no seas egocéntrico- dijo Lia dándole otro mordisco a la tostada.
Mientras que ellos discutían, Alex y yo hacíamos manitas debajo de la mesa. Me alegra el saber que él y yo éramos novios, era el chico perfecto y era mío.
-Di que sí Lia, no beses a mi hermano, que puedes salir perjudicada- le advirtió Alex.
Cuando habíamos salido a dar una vuelta a Thor, Alex me había contado que le había prohibido a su hermano besar a Lia, sin antes advertirla de las consecuencias pero que Niko no le hacía caso. Todavía no era consciente de lo grave que era el asunto. Además, ponía la excusa de que él jamás se había enamorado y no lo iba a hacer.

Al final Alex y yo decidimos que era mejor dejarles solos con sus paranoias así que salimos de la habitación sigilosamente como quien no quiere la cosa.
Llegamos al salón donde Pablo e Isi miraban la tele atentamente.
- Oye que os parece si vamos al monte a dar otra vuelta y de paso me enseñáis más sobre los poderes- propuse.
Todos asintieron al unísono y salimos sin siquiera avisar a Lia y Niko dejándolos solos en la casa.

miércoles, 1 de junio de 2011

CAPITULO 20

                                                                                                                            LIDIA
Me había enfrascado tanto en la lectura, que no me di cuenta que había pasado la hora de la cena y no había comido nada. Tampoco habían vuelto los otros. Arranqué un trozo de papel de una revista y lo puse como marca página, a este paso me iba a terminar el libro. Atravesé el recibidor en el que horas antes, Niko y yo habíamos discutido y nos habíamos gritado, sigilosa, abrí la puerta que da a parar al pasillo, y donde estaba Niko tumbado, esperando a que abriese la puerta, pobre iluso. Me entró mucha ternura el verle tirado, esperando sin rechistar. Se había quedado dormido. Sin pensarlo, me agaché a su lado y le observé lentamente. Sus labios pedían a gritos ser besados, me retuve e interiormente me llamé idiota por haber rechazado ese beso que me iba a dar cuando le estaba curando. Idiota. Idiota. Más que idiota.
Posé mis labios sobre los suyos ligeramente, sin apenas llegar a rozarnos y los retiré rápidamente para no despertarle. Finalmente, me senté a su lado, totalmente en contacto y le levanté el brazo para enroscarlo con el mío, apoyé la cabeza sobre su hombro y me quedé dormida.

El chico de las mechas rojas y el tatuaje al lado del ojo me aprisionó del brazo y me separó de Niko. Esto seguro que era un sueño, pero intenté despertarme y no podía.
-Te he dicho que te alejes de él- me gritó mirándome de hito en hito.
Esos ojos azules, me sonaban bastante. Pero no tenían la profundidad y calidez de Niko. Entonces, sin saber por qué, me vino a la mente una imagen de Pablo riéndose, sus ojos eran iguales pero con la diferencia de que los de Pablo eran alegres y los de este chico tristes.
-¿Nos conocemos?- le pregunté inconscientemente mostrándole mis pensamientos- me eres familiar.
Eso no le debió de gustar cuando me apretó con más fuerza el brazo. Llamé a Niko, con todas mis fuerzas pero no se despertó.
-No te acerques a ellos ni a él- volvió a repetir señalando a Niko.
-No quiero- sollocé intentando zafarme de su mano- además, ya lo he intentado pero no lo he logrado.
Detrás de nosotros, llegó un chico un poco más joven con pinta de pringado.
-Derek, tenemos que irnos, nos van a descubrir- le urgió el chico recién llegado- van a venir.
Entonces, así es cómo se llamaba, Derek., me podrían llamar loca, pero todo lo que ocurría últimamente en mis sueños era real.
Derek afirmó.
-¿Te has fijado en su pierna?- me preguntó señalándome el pie de Niko- eso no ha sido nada, en comparación con lo que le puedo hacer. Te lo advierto por última vez, como no te alejes de él…
Derek se fue acercando a Niko y le levantó por el cuello. Él no se despertó. Derek sacó un cuchillo y le apuntó al cuello.
-No le hagas daño, por favor- le grité desesperada- Niko, despiértate Niko, por favor, Niko, Niko.

Se oyeron unas risitas de fondo, logré despertarme. Niko estaba a mí lado, alucinado pero mofándose, como los demás de mí. Me di cuenta que le agarraba fuertemente el brazo, así que lo aflojé un poco.
-Niko, Niko, no le hagas daño, Niko- parodió Isi agarrado el brazo de Cora- ¡Niko!
Todos saltaron en carcajadas menos yo. Al final del pasillo apareció Derek y, el que me pareció ser su secuaz.  Su mirada helada me advirtió y desapareció. Solté a Niko y me dirigí al final del pasillo, no podía a ver desaparecido así, de ese modo.
-¿Dónde estás?- le pregunté a Derek- sal de ahí, no te tengo miedo. Que lo sepas, no te voy a hacer caso.
Todos se pusieron repentinamente serios, mirándome como si se me hubiese pirado la pinza.
-Sois idiotas- pasé al lado de todos, mirando especialmente a Niko- no tiene gracia.

Salí al jardín y me senté de espaldas al olivo, Niko se sentó a mi lado, estuvimos callados, sin decir nada en especial, mirando a Thor que se tumbó en una esquina, al lado nuestro.
-Lo siento por reírme- dijo Niko simplemente- y por dejarme prácticamente todo el día sentado en esa esquina mientras tu estabas cómodamente sentada en el sofá leyendo- añadió dándome un codazo cariñoso.
Me entró la risa tonta solo de recordarlo y él se unió a mí.
-Te perdono- dijo cariñosamente cogiéndome de la mano.
El simple hecho de que me cogiese de la mano, me llenó de una gran felicidad. Ya no le odiaba.
Niko enrolló su pie con el mío y me besó en la frente.
-Con que soñando conmigo eh- bromeó con un ligero acento italiano- y protegiéndome.
Podría tomarlo a broma, pero para mí lo que había ocurrido ahí adentro fue muy real, se suponía que lo más sensato sería alejarme de ellos pero…no podría. Cora era mi mejor amiga y Niko , sin haberlo querido ni planearlo, estaba formado gran parte de mi vida, además, ya le había cogido cariño a Pablo, con esa alegría que le envolvía, luego estaba Alex, que simplemente por formar una parte importante en la vida de mi amiga, también lo era para mí, y por último, no menos importante, Isi, ese crío se dejaba querer y estaba empezando a ser como un hermano para mí.
-Sí, soñé contigo- le confirmé mirando al suelo- ¿pasa algo?
Niko se volvió a reír con esa sonrisa que tanto me gustaba. No quería separarme de él y no volvería a intentarlo, para ser sinceros, no quería intentarlo, me daba igual que Derek me hiciese daño.

Me di cuenta, que Niko dejó de reírse y me observaba curioso, entre el ambiente de la sierra y que estaba en la noche más estrellada que había visto en la vida, ese momento era mágico, nuestro cuerpos se empezaron a acercar y cerramos nuestros ojos.
-No- gritó Cora y Alex a la vez entrando en el jardín.
Yo le envié una mirada asesina a Cora y Niko a Alex.
- Lia, me tienes que ayudar a hacer la cena- me dijo mi amiga con una sonrisa en la boca- venga acompáñame
No me podía creer que me estuviese haciendo esto, mi propia amiga, “Tú eres tonta” pensé sin llegar a decirlo en alto.
-¿No puede ser en otro momento?- la gruñí como si no me pudiese oír nadie más que ella.
Ella negó con la cabeza arrastrándome del sitio, oí cómo Niko también le regañaba a su hermano y Alex se disculpaba poniendo de excusa que había un partido de fútbol en el que jugaría Italia contra España, se le cambió el semblante y se metió en la casa, no sin antes, guiñarme un ojo, casi me derrito en el sitio pero por otro lado, me cabreó el hecho de que prefiriese ver un partido que estar conmigo. ¡Hombres!

Una vez en la cocina Cora sacó unas patatas y las peló.
-¿Por qué nos has interrumpido?- la pregunté irritada cogiendo un cuchillo y clavándolo en una patata- porque, hija, has ido a elegir un momento…- la dije amenazándola con la patata clavada en el cuchillo.
Ella se rió, sin remordimientos. Ya se lo devolveré. Juro que lo haré.
-Como amiga tuya que soy, tengo que evitar que hagas algo que luego te arrepientas- dijo, como si la frase tuviese un doble sentido- además, que yo recuerde, tú le odiabas hasta hace un momento…Me han dicho que entre el amor y el odio hay un paso.
Cora se destornilló solita, la veía muy contenta. ¿qué habrá pasado en el monte?
-Y vosotros qué habéis hecho- la dije echando las patatas sobre una sartén llena de aceite y poniéndolo al máximo.

A Niko se le oyó gritar “Gooooooool” durante un buen rato y a los otros quejarse mientras que Thor ladraba de aquí para allá.
-Que yo sepa, en el monte solo se puede dar una vuelta- me contestó como si yo fuese tonta.
Tiré las pelas de las patatas a la basura y saqué unos huevos del frigorífico.
-Ya, ya…-la dije indignada porque no me decía la verdad o parte de ella- seguro que te guardas algo, ¡que nos conocemos!
Pusimos el fuego a menos temperatura para que las patatas se hicieran más lentas.
-Por cierto, es rarísimo que estemos haciendo la cena, ¿verdad?- dijo cambiando de tema- yo nunca había hecho nada de esto…lo sé de mirar a mis padres.
La verdad que raro estaba siendo bastante, como todo últimamente.
-Yo tampoco había hecho la cena jamás- me reí removiendo las patatas en la sartén- ¡oye!, no cambies de tema, que te veo.
Se rió porque la había pillado.
-Lia, de verdad, no ha ocurrido nada importante- me dijo evitando mi mirada y poniendo la mesa- estuvimos hablando de cosas banales, en plan que hoy nos tocaba hacer la cena a las chicas y mañana a ellos.

No estaba mal esa idea, pero a ver si la cumplen, además, no quiero saber cómo dejaran la cocina. En el salón se oyó la alegría de todos gritando “Goooool”. Supuse que esta vez marcó España, de nuevo, Thor ladró.
Las patatas ya estaban hechas. Fuimos haciendo los huevos, de los cuales, tres se me rompieron. A la condenada de Cora no se le rompió ninguno. Una vez en la cocina les llamamos pero no se dignaron ni a contesta, atravesé el pasillo, el recibidor y llegué al salón. Apagué la televisión y cogí al primero que vi, a Pablo, por la oreja y lo arrastré hasta la mesa, luego, volví y estaban paralizados.
-Os vais a dignar a venir o es necesario que os lleve yo misma.
Todos se levantaron sin rechistar y me evitaron al pasar al lado mío.
-Jo, qué mala leche tiene- se quejó Isi.
Alex le dio una colleja para que se cayese. Una vez en la mesa, todos nos abalanzamos sobre la comida y por los huevos que no estaban rotos. La comida nos salió bastante rica, a pesar de que era la primera vez que Cora y yo cocinábamos. Las patatas estaban crujientes por fuera y tiernas por dentro, ¡perfectas!, de postre tomamos unas natillas y tiramisús, Cora se fue un momento y a la vuelta trajo unas copas con bebidas. Nos quedamos alucinados.
-Tú si que sabes, Cora, tú si que sabes- afirmé alegre- no me lo esperaba.
Bueno, bueno, cómo se iba a poner el ambiente. Cada uno cogió una copa y nos servimos lo que más nos gustó. Yo, por mi parte, pillé la botella de crema de orujo. A la media hora, se podría decir que estabamos contentillos.
-Pablo, por favor, déjame beber un poquito, por favor- le suplicó Isi a su hermano- por favor, que no me va a pasar nada.
Nos entró la risa de lo que había dicho, aunque no la tenía.
-¡Que no!- le respondió con una risa floja- cuando tengas catorce años, a lo mejor te dejo mojar los labios.
Nos volvimos a reir de su ocurrencia.
-Voy a hacer una queimada para que el crío pueda beber un poco- dijo Cora guiñándole un ojo a Isi.

La queimada es una bebida gallega, consiste en poner orujo, con azúcar y luego quemarlo todo durante un buen rato. Yo porque estaba acostumbrada, porque si no se me hubiese puesto la cara de alucine de los demás.
-Tenéis que bebéroslo caliente, no quema- aseguró Cora y se bebió uno de golpe- lo veis, no quema.
Niko se aventuró y se lo bebió.
-Está que te cagas- aseguró.
Todos bebimos nuestro vaso. Me acuerdo un día que lo hicimos con sus padres y en vez de echarle azúcar, le echamos sal ¡Qué risa!, eso fue asqueroso además el cuenco de barro donde se hace la queimada se quedó blanco debido a la sal. Por fin, Pablo le dejó probarlo, porque en teoría, todo el alcohol se había quemado, aunque todos sabíamos que eso era mentira. Nos entró tanto sueño, que nos fuimos sin recoger nada. Pablo e Isi se fueron a terminar de ver el partido. Y los demás nos fuimos a nuestros cuartos correspondientes.
-Lia- me murmuró mi amiga a mí lado- me voy con Alex.
No podía creer lo que oían mis oídos. Me dejaría sola ante la tempestad. Será capaz.
-No, que últimamente tengo pesadillas- la dije agarrándola del pijama.
Además, en esta misma puerta es dónde había estado Derek. Ella se zafó de mí desapareció del cuarto.
-Lo siento- dijo volviendo y me lanzó una linterna- te quiero.
Y luego se fue definitivamente. Mucho te quiero pero la cabrona me había dejado sola en este cuarto. me planté ir a por Niko pero era demasiado vaga para levantarme, así que intenté dormir. En mi mente, retumbó la voz de Derek:“Aléjate de ellos”.

Me di la vuelta en la cama de espaldas a la puerta. No voy a tener miedo, soy casi una mujer…nada ni nadie conseguiría asustarme.
Alguien posó su mano en mi hombro y di un pequeño grito. Luego, me taparon la boca y me cagué de miedo.
-Sssh!, soy yo, soy yo, no grites- susurró Niko- voy a quitar mi mano de tu boca, no grites por favor.
Me avergoncé de haberme asustado. Él hizo lo que dijo y yo le hice un sitio en la cama.
-No sabes el susto que me has dado- le dije cabreada.
-Lo siento- contestó.
Me daba vergüenza estar a su lado porque estábamos en pijama y el mio es un comison un tanto infantil con mini snoopys dibujados por todas partes, pero de nuevo, me agradó bastante. De todas formas, puse un cogín en medio de los dos y, aunque no podía verle por la oscuridad, supe que le hizo gracia mi ocurrencia. Al ser el cuarto de los padres de Cora, era una cama de matrimonio enorme. Pero los dos estábamos muy próximos separados por un insignificante cogín. Fue un poco patético. Cuando estábamos casi dormidos, él quitó el cogín y se acercó lo más que pudo.
-Te quiero…nunca había sentido esto por una chica- me susurró tanteando hasta encontrar mi mano- ya sé que es muy pronto para decirlo pero es lo que siento. Te quiero.
Me quedé helada. Solo mi antiguo novio me había dicho eso, pero no había sido con tanto sentimiento. Además mi antiguo novio lo hizo por una apuesta, en cambio Niko, tendría que ser por otro motivo... o eso deseaba creer.
Me dio miedo responder y me hice la dormida como si no hubiese oído nada. Niko debió de suponer que estaba dormida cuando no volvió a decir nada. La respiración se le fue relajando hasta quedar dormido. Yo, por mi parte, me costó dormirme porque en mi cabeza solo sonaban dos palabras. “Te quiero” y una respuesta que jamás llegó a nacer en mi boca pero si en mi mente.

CAPITULO 19

                                                                                                                          ALEX
Mi mente seguía repitiéndome que tenía que contarle a Cora su nueva vida, ya no podía atrasarlo más. Decidimos, cuando estábamos en el cuarto que nos habían asignado, que el mejor momento para decírselo era ir a dar una vuelta al monte ya que estaba a cinco minutos de su casa.

Después de merendar nos disponíamos a salir al monte para, de paso, pasear al perro. Pasamos delante del baño donde Niko seguía sentado en el suelo con la espalda apoyada en la pared esperando a que Lia saliese del baño.
- ¿Quieres venir?, vamos a dar una vuelta por el monte, ya sabes- Él primero dirigió la mirada hacia la puerta del baño y a continuación a su pie. Como dice el refrán: una imagen vale más que mil palabras, pues en este caso una mirada vale más que mil palabras así que con eso nos dijo todo.

 Fuimos hacia el salón donde se encontraban nuestros abrigos cerrando la puerta del pasillo sigilosamente. Para nuestra sorpresa tumbada sobre el sofá se encontraba Lia que leía un libro tranquilamente, levantó la cabeza del libro que estaba leyendo y la poso sobre nosotros, luego, antes de que alguien pronunciase una palabra, se llevó un dedo a la boca indicándonos que guardemos silencio y luego miro a la puerta donde detrás de ella se encontraba Niko. Entonces todos entendimos. Niko no sabía que ella estaba ahí en el salón tan tranquila.
- ¿Pero que haces aquí?- susurro Cora- ¿Cómo has salido del baño sin que Niko se entere?
Lia esbozó una sonrisa y luego se recostó un poco sobre el sofá.
-  E salido por la ventana- murmuró
Todos nos quedamos mirándola alucinados, esta chica era una caja de sorpresas. Interiormente me reí pensando que mi hermano estaba ahí sentado incómodamente en el suelo solo por ella y esta estaba tan cómoda leyendo, ¡Que pringado! Después de un momento Cora contestó.
- Pero ¿como has podido salir por la ventana? Si hay barrotes- preguntó ella todavía sin salir de su asombro.
Su amiga se encogió de hombros y luego contestó.
- Pues no sé, como he podido- hizo una pausa y luego sonrió- la verdad es que casi me mato- bromeó.
- Vamos a ir a pasear a Thor, ¿te vienes?- Preguntó Isi.
- No, yo me quedo- Lia se despidió con la mano y luego salimos de la casa.

Nada más salir por la puerta, el perro se introdujo en el bosque detrás de un gato, Cora salió en su busca y nosotros corrimos también. En un momento llegamos a la mitad del camino que habíamos previsto, nos sentamos en el suelo, riéndonos a la vez que nos llevábamos las manos al estómago, intentando impedir el dolor de flato. Pablo me envió una mirada significativa, había llegado la hora de desvelarla la verdad, tenía derecho.
-Tenemos que contarte algo importante y necesitamos que nos prestes toda la atención del mundo- la dije seriamente- y espero que puedas perdonarme, no sabía que esto podía ocurrir.
Hice una pausa y ella cambió su expresión alegre a una de preocupación e intriga, frunciendo el ceño.
-Tía, no te asustes, no es nada…malo- dijo Pablo- o al menos eso creo.
El bruto de Isi, que estaba a las espaldas de Cora, ya no soportó más el tener que ocultarlo, así que se transformó en un chico de veinticinco años como si fuese la cosa más normal del mundo. Cora debió de percibir algo a su espalda cuando se dio la vuelta, al ver al hombre que la miraba expectante a sus espaldas empezó a gritar escandalosamente rompiendo la tranquilidad que había en el bosque.
-Tranquila, es Isi, no te asustes- dijo Pablo- ¡sorpresa!
Para nuestro asombro, cogió un palo del suelo y le persiguió. En un principio, diría que la situación fue bastante cómica si Cora no tratase de matarle.
-¡Qué soy yo!- exclamó Isi cuando se tropezó con una piedra y se calló al suelo- y si no mírame a los ojos, eso no me ha cambiado.

Ella se detuvo delante de él y luego tiró el palo al suelo, en ese momento, Isi aprovechó para cambiarse delante de ella.
-¿Qué ocurre aquí?- preguntó aterrorizada y alejándose unos pasos de todos.
Yo intenté acercarme un poco, pero solo conseguí que se alejase. Entonces, fue cuando la enseñamos las señales. Pablo se levantó el abrigo y el jersey, y extendió el brazo bocarriba para que Cora pudiese observar la señal de la muñeca mejor. Ella se quedó en el sitio sin decir ni una palabra, entonces, Isi, que se había levantado del suelo y se había sacudido los pantalones quitándose las ramitas que se le habían quedado pegadas a causa de la caída, se levantó un poco el abrigo y el jersey dejándose ver la señal a la altura del ombligo. Cora seguía sin moverse y sin dar ninguna señal de asombro, seguía completamente paralizada. Por ultimo sin moverme del sitio para no asustarla giré un poco el cuello y me aparte el pelo de detrás de la oreja, dejando mi marca al descubierto. Ella puso los ojos como platos e instintivamente se llevó la mano detrás de la oreja apartando la melena que cubría su señal. A ella se le calló una lagrima y a mí el mundo.
- Lo siento- dije con voz entrecortada y llena de pena.
Una sola expresión de su cara bastó para darme cuenta de lo egoísta que había sido inconscientemente. Me odiaba a mí mismo por lo que la había hecho. Me di la vuelta y le di un puñetazo al primer árbol que vi lo más fuerte que pude. Noté la tensión en el ambiente y a continuación unos pasos que se acercaban a mí por la espalda, era ella, su mano se posó sobre mi hombro. Me di la vuelta y ella acto seguido me abrazó por la cintura con todas sus fuerzas sollozando, se oyó como Pablo e Isi cogían al perro y se alejaban camino arriba dejándonos a solas.
- Lo siento- repetí entre lágrimas- de veras no sabía que esto podía pasar. No quería marcarte.
- ¿Cómo ha ocurrido? ¿Qué pasa? No entiendo nada.
Le expliqué todo, no me guardé nada. Ella escuchaba atentamente. Primero la conté cómo le había pasado el poder con todo eso que me había explicado mi madre del beso de amor verdadero por las dos partes. A medida que iba hablando a ella se la iba transformando la expresión de la cara primero de sorpresa luego de alucinación y luego dio paso al enfado y el miedo, en momentos quise parar para que pudiera asimilarlo todo y deseé ponerme de rodillas y suplicar que me perdonara pero no podía, tenía que contárselo absolutamente todo y seguido sin pausa. Después, la expliqué la muerte de mi abuelo y con ello, los recientes poderes de Niko, que todavía no habíamos podido descubrir cuáles eran. Cuando terminé de contarla todo, pensé que me pegaría una bofetada o que saldría corriendo huyendo de mí diciéndome que no quería volver a verme y odiándose a sí misma por  haberme conocido o todo a la vez pero ella estuvo un largo tiempo callada mirándome con los ojos de un intenso color castaño muy abiertos y todavía con la expresión de terror en la cara, pegada a un árbol como esperado el momento adecuado para salir huyendo. Para mi sorpresa, su reacción fue todo lo contrario, se abalanzó sobre mí y me dio un largo y profundo beso. Me quedé alucinado.

- ¡Que graciosos sois! Muy buena la broma, casi hasta me lo creo, de veras valéis para actores con todo ese royo del tatuaje ¿cómo lo habéis hecho? ¿Me lo habéis pintado y luego me habéis echado algo para que doliera?- dijo riendo a carcajadas.
No puede ser, ya decía yo que su reacción no había sido muy normal.
-No es ninguna broma- la abracé con todas mis fuerzas y luego apoyé mi cabeza sobre su hombro.
-Alex, para ya con la bromita porque está pasando de claro a oscuro- dijo con un tono más serio.
No me extrañaba que no se lo creyese, la estaba mostrando mi mundo, un mundo paranormal.
-¿Te acuerdas que en el parque, antes de darnos ese beso, me querías sonsacar algo?- la pregunté mirándola de hito en hito- pues era esto, esta ha sido mi vida hasta ahora y sin querer, también va a ser la tuya.
Ella volvió a ponerse seria y frunció el ceño. Negó varias veces y luego sonrió pero luego volvió a ponerse repentinamente seria, pasándose la mano por la cabeza y revolviendo sus rizos.
-Vale, vamos a poner que estás hablando en serio- me dijo cruzándose de brazos y sentándose en el suelo- demuéstramelo.
Eso era fácil. Miré a mi alrededor y me fijé a ver si habría alguien en los alrededores.
-De acuerdo, pero no te asustes- la advertí.

Me separé de ella y cerré los ojos. Concentré toda la energía, que me recorrió el cuerpo y levanté un ligero viento a mi alrededor, después extendí la mano hacia un árbol que estaba seco. De mi mano surgió un rayo cargado de electricidad haciendo que el árbol se partiese en dos y comenzase a arder. El ruido fue atronador. Con un simple movimiento de muñecas hice que desapareciera el fuego.
Ella se quedó alucinada. Se levantó del sitió y luego se acercó al árbol partido y lo tocó. Después se acercó a mí.
-Todo esto no puede estar ocurriendo- dijo alucinada- no sabes la cantidad de libros que he leído y que he deseado que yo tuviese un poder y…ahora está ocurriendo.
Decidí no contestar, me limite a mirarla y contemplar lo que hacía y su reacción. Al cabo de un rato en el que pareció que estaba un poco más tranquila se alejó tranquilamente y se sentó sobre el tronco de un árbol que había tirado en el suelo. Se llevó las manos a las sienes cerró los ojos y luego volvió a abrirlos y empezó a reírse tontamente.
- Esto no puede ser verdad- dijo sin parar de reír- esto tiene que ser un sueño, ¡sí! Seguro que estoy soñando.
- No estas soñando, esto es verdad créeme- dije seriamente.

Ella dejo de reírse y se puso seria otra vez y luego miró al suelo. Me acerqué y me senté a su lado pasando el brazo por sus hombros en ademán protector.      
-Te voy a pedir un favor- la murmuré al lado de su oído- no le digas nada de todo esto a Lia, no puede ni debe saberlo, podríamos perjudicarla en su vida.
Eso pareció no gustarla porque se contrajo de hombros. Al final, volvió hacia mi la mirada y asintió.
- pero… ¿Por qué?- preguntó interesada- ¿Por qué la pondríamos en peligro?
No sabía si era un buen momento para decirla lo de Derek pero sabía que si no la daba una buena razón para que no se lo contara a Lia mi palabra no iba a servir para detenerla. Así que no había otro remedio.
- A ver como te lo explico…- dije pasándome una mano por el pelo- Nosotros no somos los únicos seres en la tierra con poderes aunque tampoco hay muchos más, casi todos están en nuestro mundo, pero ese es otro tema. La cuestión es que hay un chico, llamado Derek, que nos persigue, eso es otro tema del que mejor no hablamos ahora eso es mejor que te lo cuente mi madre. Pero tienes que confiar en mí. Ese chico es peligroso.
Ella no pareció estar muy convencida pero comprendió que eso era importante para todos así que asintió.
- Por eso vino Niko repentinamente ¿no?, por lo de tu abuelo- preguntó ya mucho más tranquila.
- Sí- afirmé- aunque todavía no sabemos que poder tiene. Mi madre está intentando averiguarlo, creemos que es algo relacionado con el agua por lo poco que recuerda mi madre de su padre, pero no estamos seguros.
- ¿Y el mío?- interrogó curiosa.
- No lo sé, tendremos que averiguarlo- dije con una amplia sonrisa. Ella sonrió a la vez que se levantaba del sitio. La imité y una vez los dos de pie la cogí de la mano y caminamos juntos por donde se habían ido Isi y Pablo con el perro.

CAPITULO 18

                                                                                                                                LIDIA
A pesar de lo enfadada que estaba no pude soportar el ignorar que estuviese herido y no hacer nada. Pablo y Alex lo cargaban de los hombros, entonces  quité a Pablo y me puse en su lugar.

-¿Qué haces aquí?- me preguntó Niko sorprendido- ¿No me odiabas?
Parecía un poco sorprendido e incluso, yo también me sorprendí.
-Y te odio- le dije simplemente mirando la sangre que le salía a través del calcetín-
Nos fuimos directamente hacia el salón y lo tumbamos en el sofá. Cora iba a limpiarle la herida pero le arrebaté el paquete que tenía todo lo imprescindible para limpiar una herida.
-Mejor, dejémosles solos- murmuró Cora a los demás- voy a ayudaros a instalaros.
-No- grité en vano- no os vayais, no nos dejeis solos.
Pero no me hicieron caso. Cogí un cojín y se lo puse detrás de la cabeza.
-¿Esta es tu forma de demostrarme tu amor?- me dijo con una sonrisa irritante.
No le contesté. Jamás me enamoraría de él. Solo era un egocéntrico mierdoso que olía excelentemente bien.

Le quité el calcetín del pie herido con mala leche a modo de respuesta. Él contrajo la cara del dolor y al momento me arrepentí pero no di muestras de arrepentimiento.
La herida era un poco profunda y tenía una ramita clavada. Me dio un poco grima pero tuve suficientemente fuerza para quedarme. Puse otro cojín debajo de su pie, me arrodillé a su lado y observé la herida, le saqué la ramita y empezó a salir más sangre de lo que había previsto. Lo tapé con una toalla y luego la curé. Después, se la vendé. Cuando llegué a la zona del tobillo no pude evitar clavar la mirada en él. Allí tenía él el tatuaje, lo observé tranquilamente y me di cuenta que ponía una letra en cada pico de la espiral. C.L.A.N. Debía de ser una secta o algo así.
-¿Por qué haces esto por mí?- me preguntó mirándome.

Durante toda la cura, no había despegado la mirada de mí y eso no me molestó en absoluto. Me gustaba. Terminé de vendarle. Iba a irme cuando él me aprisionó la mano y tiró fuerte mente hacia él. Yo me precipité sobre sus pectorales y estuvimos totalmente en contacto y esa sensación me gusto enormemente. Sus labios y los míos lo separaban dos escasos centímetros. Incluso, podía sentir su aliento cálido sobre mí cara y cómo su respiración, junto a la mía, se empezaba a agitar.
Nos quedamos callados, mirándonos y hechizándonos mutuamente.
-Suéltame- susurré con poca fuerza y convención.
-De acuerdo- dijo con una maravillosa sonrisa.

Me soltó lentamente, ya no estaba prisionera. Para mi sorpresa, me quedé encima suyo. Él me iba a dar un beso en la boca cuando le detuve en contra de mi voluntad. Entonces, se acercó otra vez y me besó lentamente en el cuello. Su aliento caliente recorría mi cuello haciéndome cosquillas, a continuación me dio un lento y prolongado beso detrás de la oreja, cerré los ojos de placer pero mi conciencia me recordó que odiaba a ese chico. Le separé de mí, odiándome por hacerlo y me fui de la habitación dejándolo solo. Cuando me fui a mi cuarto, me tumbé en la cama y sonreí, sonreí con todas mis fuerzas hasta no poder más.

Más o menos cuando ya estaba despuntando el sol hacia la madrugada, llamaron al telefonillo. Cora y yo nos levantamos y salimos al pasillo. Todos los chicos estaban en la casa, e incluso Niko. Me guiñó un ojo y yo me di la vuelta en dirección de mi amiga, ella preguntó quién era y al oír la contestación se le palideció toda la cara.
-Corred todos, escondeos, son mis padres- dijo desesperada- escondeos en el armario grande.
-Pero qué dices, no cabemos- se quejó Isi.
-Me da igual, meteos- ordenó Cora desesperada.
Entre las dos les ayudamos a meterse y yo presté especial cuidado con Niko, antes de cerrar, Cora y Alex se dieron un fugaz beso, no sé por qué pero me hubiese gustado hacer lo mismo con Niko.
-A mi no me vas a besar- me dijo Niko desvergonzadamente.
Cerré la puerta de un portazo y casi le pillo sus preciosos labios, dentro se escuchó la risa generalizada de los chicos.
En ese momento llegaron los padres de Cora con Thor. El perro nos saludó fervientemente y luego se dirigió directamente al armario y empezó lloriquear porque quería entrar, yo disimulé poniéndome pegada al armario.
-¿Qué haceis aquí?- preguntó Cora disimulando bastante bien.
Pasaron con unas bolsas llenas de comida y se dirigieron hacia la cocina.
-Os hemos traído algo de comida y ya de paso que Thor pase unos días en la sierra- dijo Jorge volviendo a salir hacia el coche, Isabel, la madre de Cora, nos dio un beso a cada una.
-¿Para qué habéis usado tantas camas?- preguntó extrañada al ver las comas de los chicos revueltas.
Cora y yo nos miramos dubitativas.
-No estábamos cómodas en unas y nos fuimos a otras, ahora íbamos colocarlas bien.
Jorge volvió a entrar con las últimas bolsas de comidas.
En el armario se oyó como un estornudo y yo me puse a toser ruidosamente.
-¿no lo habeis oído?- preguntó Jorge extrañado- allí, en el armario- puntualizó.
-No- dijimos Cora y yo a la vez.
Ella cogió a sus padres y les guió hasta la puerta. Oí cómo le daban normas como darle de comer al perro, limpiar la casa…etc
Una vez que el coche se puso en marcha, abrí la puerta del armario y les dejé salir.
-¡Dios mío, Isi, te has pasado!- exclamó Alex tapándose la boca y la nariz.
Al momento, me llegó el olor a pedo. Isi se rió.
-Tío, estás podrido- le dijo su hermano- ¿qué has tomado, judías?
-Qué asco, se me va a infectar la herida- afirmó Niko- casi me muero ahí dentro.
Me reí con todas las ganas que pude para luego volver otra vez a la soledad de mi habitación.
-Espérame Lia- me dijo Niko- quiero hablar contigo.
Salí deprisa de la habitación y el vino en pos mío cojeando, me metí en el cuarto de baño y le cerré la puerta.
-Sal de ahí o derribo la puerta- me amenazó llamando delicadamente a la puerta.
No pensaba salir hasta que el se fuese.
-Pues ya puedes esperar sentado que no voy a salir- le dije sentándome en la taza del váter.
Oí cómo se sentaba en el suelo, para mi sorpresa.
-Si es lo que deseas…

CAPITULO 17

                                                                                                                                           Cora
Mi madre me despertó a las siete y media de la mañana, como todos los días. Esta vez corrió las persianas para dejar que entrase el sol. Yo, inconscientemente me tapé la cara con la almohada y gruñí algo sin sentido.
-Cora, ¿estás despierta?- me murmuró mi madre, sacudiendome- tienes que ir al colegio. Venga, anímate, ¡que hoy es viernes!
Salió de la habitación y se fue derecha a la cocina, que estaba pegada a mi habitación, para prepararme el desayuno.
Me levanté rápidamente y me dio un pequeño mareo. Me senté precipitadamente en la cama y, de repente, me vino a la mente la mala noche que había pasado. Habría pensado que era una pesadilla sino me quemase la señal de detrás de la oreja. La observé en el espejo y se veía totalmente inflamada, así que me la tapé con el pelo para evitar que mi madre la viese.
-Mami, me encuentro mal- la aseguré suspirando y poniendo la mirada perdida- ¿puedo quedarme en casa?
Ella se acercó hasta mí y posó su mano sobre mi frente.
-No tienes fiebre- dijo observándome- es raro, nunca has faltado a clase durante este año.
Levanté los hombros. Esta vez tenía mis motivos.
-Bueno- dijo arrastrando la palabra- quédate, pero vete a la cama y reposa.
Asentí y me fui hasta mi cuarto, aun las sabanas mantenían el calor.
¡Hoy viernes!, si me encontrase mejor después de comer, podría quedar con Lia y los chicos, entonces  me vino una brillante idea a la mente, si mis padres me dejasen podríamos pasar el fin de semana todos juntos en mi casa de la sierra. Sería perfecto, había las habitaciones justo para dividir a los chicos en un cuarto y a las chicas en otro. Además, también se podría venir Pablo y su hermano Isi. ¡Sería perfecto! Poco a poco el sueño se fue apoderando de mí, sumergiéndome en mis sueños.

Con el ruido de la cocina me despertó de nuevo. Pero…era diferente…me encontraba maravillosamente bien. En unas pocas horas me había recuperado.
En ese momento, me vino a la cabeza que no había enviado un mensaje a Lia de que no iba a ir al colegio. Miré la hora y justo habían salido ese momento. Marqué el número de su móvil y procedí a llamar.
-¿Cuál es tu excusa?- me preguntó mi amiga que no tardó ni dos segundos en contestar mi llamada, en su voz había un rasgo de tristeza- ¿Cuál es tu excusa de no haber venido al colegio y no avisarme?-  me repitió de nuevo, esta vez más cabreada.
Separé un poco el móvil de la oreja, ya que casi me deja sorda.
-Lo siento, de verdad, no me he acordado de llamarte- me disculpé con toda la sinceridad del mundo- pero tengo una buena excusa.

De fondo se oía cómo venía el vagón del metro. Dejé de oírla bien, pero en el fondo me alegré, porque me estaba echando la peta. Cuando ella se metió dentro y se cerraron las puertas y conseguí oírla mejor.
-¿me has escuchado?- me preguntó al final- porque si no me has escuchado…
-Ajá- respondí distraídamente sin tener ni idea de lo que me estaba contando, no me había fijado de lo bien que me encontraba, era rara la sensación, como si una energía extraña me recoriese el cuerpo.
-Cora, no me has escuchado- me regañó mi amiga- casi le beso.
Esa última frase fue suficiente para llamar mi atención.
-¿Qué?- la pregunté ilusionada- repite eso último que has dicho porque, he de suponer que hablas de un beso que casi os dais Niko y tú. Confiésate.
Conocía tanto a Lore, que supe que se había puesto colorada.
-Es que no sé qué me pasó- tartamudeó
Salté de la cama, con las fuerzas renovadas y pegué un pequeño grito de emoción. Me hacía toda la ilusión del mundo pensar en lo bonito que sería todo con ellos.
-Pero creo que lo mejor, es que no le vuelva a ver, ni a Pablo ni a Alex. Aléjate de ellos- me advirtió, un poco dudosa- bueno, luego te cuento que tengo que hacer un trasbordo. Besitos- me colgó sin más demora.
Se me cayó el cielo cuando me dijo eso último. Lo que me fastidiaba es que tampoco sabía que Alex y yo éramos novios o eso creo, seguro que se había enfadado con Niko por una tontería y había exagerado, como siempre.

Al momento, me vino a la mente la idea que había tenido y fui corriendo hacia la televisión. Allí estaban mis padres hablando tranquilamente, con la tele de fondo haciendo ruido.
-Mamá, papá, me tenéis que hacer un pequeño favor- les supliqué poniéndome de rodillas. Esperé a que me hiciesen caso- yo sé que este fin de semana no vamos a ir a San Rafael, pero había pensado en bajarme en tren con Lia. ¿Qué os parece?
Hubo un silencio, luego, se miraron entre ellos unos segundos y después estallaron en carcajadas. Me uní a ellos dándoles codazos comprometidos.
-¿Tú que piensas Isabel?- le preguntó mi padre a mi madre- yo creo que ya es suficientemente responsable para irse con su amiga. Además, no creo que arme una orgía.
-Vale, por mi bien- accedió mi madre.

Salté de alegría y les abracé con toda mi fuerza. Después, salí despedida hacia mi cuarto, en mi mente se cocían unos planes perfectos. Invitaría a los chicos sin que Lia se enterase y luego, cuando no hubiese más remedio, Niko y ella se reconciliarían. Muajajajajaj- pensé.
Hice los preparativos. Primero, reservé dos asientos del autobús que va de Madrid a San Rafael. Después, llamé, uno por uno a Alex, Niko, Pablo y, ya de paso, invité a su hermanito Isi. Como sabía que sabían conducir y que Pablo tenía la camioneta donde llevaban los instrumentos del equipo, pues les expliqué como llegar y que era una sorpresa para Lia. Todos accedieron tan emocionados como yo. Por úlitmo, llamé a mi pequeña Lia. Le expliqué que sería un finde de chicas. Sus padres, pusieron pegas pero la dejaron, que era lo importante. Lo que más me sorprendió es que mis padres habían accedido ya que nunca me dejaban hacer nada.


Después de comer, me dirigí directamente a la estación de autobuses y allí ya estaba ella. Al vernos, nos dimos un abrazo de oso. Una vez dentro del autobús, conectamos el ipod y compartimos los auriculares.
-A ver, explícame qué te ha pasado- la dije ilusionada porque el autobús ya se había puesto en marcha.
Ella se quitó su auricular y puso cara de preocupación. Vi duda en antes de responderme.
-Pues verás, tuve un sueño muy raro
-¿y qué tiene que ver eso con Niko?- la pregunté mirándola de hito en hito.
Ella, no pudo aguantar la mirada y la posó en la carretera
Me alegró que no hubiese la típica carabana que había los viernes en las salidas de Madrid, por lo visto había escogido una buena hora.
-Tú escúchame- me regañó- pues verás, soñé que un tío, bastante atractivo por cierto, me advertió de que no me acercase a ellos y …a ti. El caso, el chico que me advirtió llevaba un tatuaje en el lado derecho del ojo que le atravesaba parte de la cara. Era en forma de espiral con picos
Eso me mosqueó bastante. Me llevé la mano detrás de la oreja. Tenía que contárselo. Es mi mejor amiga.
-Esta mañana, en el patio estaba con los chicos y Pablo se descuidó un momento y se le levantó la manga y en la muñeca tenía un tatuaje idéntico. ¿te lo puedes creer?
Sí, me lo podía creer perfectamente. Yo tenía uno idéntico.
-¿Y por qué me lo cuentas a mí?- la pregunté- el chico también te dijo que te alejarás de mí.
Me miró incrédula y sonrió.
-Porque sé que tú jamás me harías daño ni me mentirías, ni me ocultarías algo tan importante.
Hasta ahora todo eso se había cumplido pero ahora, ¿debería contarle lo de la señal? Dudé un poco y luego pensé que lo más racional sería esperar a preguntar a los chicos porque, si lo que Lia había soñado era verdad, pues ellos algo sabrían.
-Creo que estoy enamorada de Alex- la confesé cambiando de tema.
Me reí como una tonta enamorada y ella posó su mirada sorprendida sobre mí.
-¿no lo habréis hecho, no?- gritó y la mandé callar ya que todo el autobús se había vuelto para mirarnos. Podría jurar que me había puesto colorada ¡Que chica esta!, el resto del trayecto lo pasamos hablando de cómo había cambiado nuestra vida con la llegada de los chicos.

Una vez ya en mi chalet, lo abrimos todo para que entrase el aire puro. Después puse la calefacción y para cuando ya había desecho las maletas, ya era de noche y cerramos todo de nuevo.
-¡Por fin, unos días para nosotras solas!- exclamó Lia todo ilusionada.
La iba a confesar el plan que había trazado cuidadosamente cuando, llamaron al telefonillo. Ella puso cara de extrañada y fui a responder.
-Somos nosotros- dijo Pablo alegre- abrenos.
Le di al botón que abre la puerta y salí a recibirlos, la cara de poker que se le puso Lia era de chiste. Se metió en casa enfuruñada y enfadada.
-¿qué le pasa?- preguntó preocupado Niko.
-Está enfadada contigo- le confesé- porque…
No pude terminar la frase, Niko se había metido en el chalet en pos de Lia.

Al ver a Alex pasar al jardín, me lancé sobre él y luego nos dimos un beso apasionado. Pablo nos abrazó a los dos, el último en entrar fue Isi, le revolví el pelo y el chaval se quejó.
Les ayudé a pasar todas las maletas, una vez dentro, observé la escenita que Lia y Niko habían montado. Ambos se gritaban. Intentamos separarles pero no pudimos.
-Te odio- gritó Lia y después se fue al cuarto que había programado que sería de las chicas, o sea, de nosotras. Dio tal portazo que pensé que la casa se vendría abajo.
Niko se puso delante de la puerta sin abrirla.
-Eres la chica más…incomprensible, odiosa y estúpida que me he topado en la vida- la gritó.
-Te odio- gritó Lia de nuevo desde el otro lado de la puerta- no quiero volver a verte en la vida. Eres…eres…un estupido mimado, egocéntrico, narcisista…
No terminó la frase. Niko se fue del chalet y a la puerta de fuera dio un portazo semejante al que había dado mi amiga segundos antes. Son tal para cual.

Pablo, Alex, Isi y yo nos quedamos parados un momento, asombrados de lo rápido que habían acontecido los hechos. Les señalé el cuarto que sería el suyo.
-El chalet es chiquitito, nosotras dormiremos en el cuarto de mis padres, vosotros dormiréis en el cuarto de mi hermano y mío. El de mi abuela se va a respetar porque si se mete alguien se va a dar cuenta- les dije dándome prisa- poneos cómodos, la cocina está al final de este pasillo.
Alex se acercó hasta mí y me cogió la mano.
-Vé con Lia, lo estás deseando- me dijo dándome un ligero besos y clavándome esos ojos verdes sobre los míos- yo iré a buscar a mi hermano.

Deseé quedarme con él pero en seguida oí el primer sollozo de Lia. Entonces, solo me dio tiempo a levantarme de puntillas y darle un fugaz besito.
-¡Qué asco, iros a un cuarto!- exclamó Isi con esa voz infantil pero madura
-Ya ves, tío- dijo Pablo cogiendo a su hermanito y saliendo por la puerta- vamos buscando a Niko.
-Todo es una tragedia griega en el amor- dijo Isi a su hermano.
A ambos se nos subieron los colores, no nos dimos cuenta de lo empalagosos que habíamos sido delante de nuestros amigos. Me fui al cuarto donde estaba Lia y Alex en pos de Pablo y Isi.
Cuando iba a proceder a entrar, se oyó como se precipitó algo al suelo, entré directamente y vi un cuadro de mi hermano y mio roto.
-Lo siento, tía, es que andaba tan rápido de aquí para allá que al pasar se me ha caído- dijo con un tono irritada y limpiandose una lágrima- cuando llegue a Madrid te compro uno.
Salió de la habitación y al volver venía con un recogedor y una escoba. Yo la paré y la hice sentarse en la cama.
-¿Se puede saber qué ha pasado antes?- la pregunté cogiendo el recogedor y la escoba y recogiendo los restos- porque no es normal.
Entonces, me vino a la mente que podría echarme en cara que lo que no era normal es que la hubiese hecho una encerrona y la hubiese mentido. Supuse que esto sería lo siguiente que diría.
-Pues que es un niño mimado, un bebé que seguro que se hace pis encima y que el mayordomo, de los miles que tiene, se lo limpia- dijo cada vez más rápida y más irritada- no…mejor se limpia él solito pero con billetes bin laden.
Los billetes bin laden son, para nosotras, esos que existen pero que no hemos visto nunca: los de quinientos euros.

Ella continuó insultándole por lo bajo de aquí para allá y yo me fui del cuarto para tirar los restos del cuadro. Al llegar, seguía igual. Iba a regañarla cuando sonó el telefonillo. Serían ellos.
-Corre, sal a ayudarnos, Niko está herido- dijo la voz infantil de Isi.
Avisé a Lia y ella fue la primera en salir de la casa, estaban en el umbral del jardín sujetando a Niko totalmente consciente. Tenía una herida profunda en el pie.