lunes, 20 de junio de 2011

CAPITULO 24


                                                                                                                                         NIKO
Corrimos durante un buen trecho del camino y, para cuando quisimos darnos cuenta, Isi había desaparecido.
Maldecí por lo bajo y nos detuvimos al darnos cuenta que les habíamos perdido la pista tanto a Lia como al único que posiblemente podría guiarnos.
-Deberíamos dividirnos en dos grupos- sugirió Pablo nervioso- que uno se quede en la casa y los demás busquen a Lia y a mi hermano.
Me percaté de que el sol se estaba poniendo y la oscuridad se iba cerniendo poco a poco sobre nosotros. Por añadidura, el frío se iba calando en nuestros cuerpos debido a que habíamos salido con presteza de la casa y no habíamos cogido abrigo y en mi caso, un jersey.
-Estoy de acuerdo- opinó Alex con seguridad- pero ya sabes que en cualquier momento se puede presentar Derek. Sería mejor que dos esperasen en la casa y otros dos fuesen a buscarlos. Una vez que hubiese novedades, nos llamaríamos.

Estaba cabreado conmigo mismo. ¿Por qué no le había dicho la verdad sobre mí a Lia? Sin saberlo, tuve la sensación de que yo era otra víctima en todo esto. ¿Qué la iba a decir?. <<-Lia, hace poco he adquirido unos poderes que no sé cuáles son…¡sorpresa!>>, imposible. Pensaría que era un desequilibrado, un perturbado o en el peor de los casos un psicópata.
Sin pensármelo dos veces me ofrecí a buscarla por la calle, sabía que no podría estar en la casa sin hacer nada. Ellos lo comprendieron.
-Yo también voy a buscarla- se ofreció Cora, en cuya voz arrastraba el sufrimiento que se veía sometida.

Ambas amigas se debían de querer mucho, tanto, que pondría la mano en el fuego que ambas no les importarían arriesgar su vida por la otra.
Mi hermano se negó en rotundo a que fuéramos solos los dos. Nosotros apenas teníamos experiencia con los poderes que acarreábamos. En cambio, tanto Pablo como él, llevaban desde pequeños aprendiendo.
-Me niego en rotundo- le susurró Alex a Cora, a pesar de que Pablo y yo le pudimos oír su ruego desesperado- vente conmígo, yo te podré proteger, mientras Pablo acompaña a Niko.
-Lo necesito- le contestó ella acariciándole el moflete y posando un fugaz beso sobre sus labios- estaremos bien. No creo que todo esto tenga que ver con…ese tal Derek, es simplemente que nos ha descubierto los tatuajes.
Todos sabíamos que eso no era cierto, incluso Cora no se convenció al oír sus palabras. Entonces sino, cómo sabía exactamente dónde lo teníamos cada uno. Era comprensible que supiese dónde estaba el mío pero, ¿y el de los demás?
-Además, soy la única de todos que me conozco bien estas calles, en cambio discrepo si vosotros sabrías volver- puntualizó orgullosa por el argumento consistente.
-Vale pero, como te ocurra algo…- dijo Alex retirando la mirada de dolor de solo pensarlo-…esta me la debes- finalizó abrazándola.
Cora asintió con el gesto que hacen los militares. Pablo se acercó hasta la pareja y tosió fuertemente.
-No es por nada pero deberíamos ponernos en marcha- sugirió Pablo inquieto.
Cora y yo nos pusimos a correr, deambulando por la calles. El viento removía las hojas secas de un lado para otro, al mismo tiempo que los árboles eran azotados.

La oscuridad ya se había cernido sobre nosotros y lo único que nos iluminaba el camino era la anodina luna junto a las numerosas farolas, que alumbraban solo el suelo que estaba a sus pies.
-Lia- gritamos numerosas veces.
Unos matorrales se movieron a nuestra izquierda. Como acto reflejo, puse a mi amiga detrás de mí y retrocedimos unos cuantos pasos. Sentí algo que nunca había sentido hasta ese momento. Por mi cuerpo corrían chispazos y cada vez iba a más, ella jadeó y al volver la cabeza la vi observándose el cuerpo con sorpresa.
-¿Lo notas?- preguntó maravillada de la sensación que recorría nuestro cuerpo.
Asentí entusiasmado. Era mejor que la sensación que te dejaba la adrenalina ante una situación de peligro. Era como si necesitase verterla de algún modo.
Nos volvimos a centrar en el matorral a la espera de que saliese alguien para hacernos daño o un animal. Cuando estábamos a punto de explotar por la sensación que nos produjo una sobre carga de esa curiosa energía, salió un gato decidido en nuestra dirección y pasó su cabeza sobre nuestros pies. El felino nos maulló.
-¡Menudo susto nos has dado!- exclamó Cora con ternura hacia el gato- que raro que un gato sea tan cariñoso- me dijo sorprendida- la mayoría de los gatos salvajes no son así. Que raro.
El gato era totalmente negro, excepto por unas manchas blancas que le surcaban el cuerpo y las patas, sus verdes ojos eran tan penetrantes que me entró un escalofrío, pero cuando el felino se volvió a restregarse sobre mí, me pareció único. Continuamos andando pero el gato nos siguió a todas partes. No le dimos importancia y nos centramos en buscarles.
Después de haber recorrido casi todo el pueblo con el gato a nuestra vera, estuvimos a punto de meternos en el bosque cuando recibimos una llamada de Pablo. Nos comunicó que habían llegado sanos y salvo. Tardamos en llegar al chalet unos veinte minutos.
-No podemos entrar con el gato en el chalet, está mi perro- dijo Cora preocupada- pobrecillo, está desnutrido.
Intentamos asustar al gato y alejarlo pero el volvía fiel hacia nosotros sin preocuparle lo que le pudiese ocurrirle.
-Dichoso gato- gruñí con toda la mala leche que fue posible, no podía creerme que el maldito gato estuviese retrasando el recuentro con Lia-  no pasa nada lo metemos en mi habitación y a Thor en la tuya para pasar la noche. Luego le damos de comer y después ya veremos.
Cora dudó antes de acceder y luego llamó al telefonillo. Alex nos abrió y salió a recibirnos con el perro primero. Temí que el pasto alemán se abalanzase sobre mí a por el gato o que el felino me arañase para tratar de escapar pero, fue totalmente lo contrario a lo que nos habíamos imaginado. Ambos se miraron, tensos. El gato se escapó de mis brazos y se situó delante de Thor. Todos nos quedamos sorprendidos. Ambos se respetaron y miraron pacientemente hasta que el perro bajó la cabeza y otro tanto hizo el gato. Después, ambos se adentraron en la casa pacíficamente.
-¿Habéis visto lo que acabo de ver?- preguntó sorprendida, formulando la pregunta que a todos se nos agolpó sobre nuestras cabezas.

Al momento, me acordé de Lia y me adentré fugazmente en la casa. El aire calenturiento de la calefacción me azotó la cara helada, me dirigí directamente eal salón que estaba cerrado de par en par, me coloqué delante de las puertas de madera correderas y esperé a sosegarme un momento pero, fue los murmullos de Isi y Lia lo que colmó el vaso. Abrí las puertas y les vi tranquilamente susurrando. No me salían las palabras para expresar la indignación y la preocupación que estaban haciendo mella en mis nervios. Ambos se giraron para verme.
-¿Dónde habéis estado?- les pregunté como lo haría un padre a sus hijos.
Noté que Pablo, Cora y Alex se situaban a ambos lados míos. Isi se pasó los dedos sobre los labios, parodiando que eran unas cremalleras y después tiraba la supuesta llave imaginaria hacia el suelo. Por otro lado, Lia evitó mi mirada. La notaba extraña, como con un aura alrededor que la hacía más bella, era extraño. Una gota de sudor se deslizó a través de su cara como si estuviese haciendo un gran esfuerzo por algo. Sus labios estaban hinchados y se mostraban voluptuosos.
-Contestad- gruñí preso de la desesperación.
Isi se encogió en su sitio. Me dirigí hacia el crío y le cogí de una oreja.
-¡Habla o te haré hablar!- exclamé violento- ¿Dónde habéis estado?
No daba crédito a que estuviese haciendo esto. El cabreo hizo que la energía de antes surgiera de nuevo y se apoderara de mi cuerpo.
-Suéltale- gritó asustada Lia a la vez que todos se me lanzaban encima para que soltase al niño - le vas a hacer daño.
Posteriormente a haberle soltado Pablo me empujó contra la pared, casi rozando el televisor de plasma.
-Vuelve a tocar a mi hermano y te mato- juró Pablo y toda amabilidad de su rostro desapareció.

Volví la mirada hacia Isi y observé que se puso a llorar y me miraba como si fuese un monstruo. Me fui de la habitación sin decir nada, avergonzado por lo que acababa de hacer, solo había seguido mi instinto, ese niño había ayudado a Lia a escapar. Al llegar a lo que había sido mi habitación los últimos días, me tumbé sobre la cama. Al poco tiempo, la chica que ocupaba mi mente abrió la puerta con violencia y se plantó delante de mí.
-¿Por qué has hecho eso?- preguntó sulfurada e irritada- ¿Por qué te metes en mi vida, dime? No quiero que te metas en mi vida, ¿entiendes?, jamás te vuelvas a meter en mi vida- se repitió como intentando darle importancia.
¿Lo decía en serio? ¿realmente lo estaba diciendo en serio? Después de lo que habíamos pasado, pensaba que éramos amigos, creía que tenía el derecho a velar por ella pero, si ella no quería que jamás volviese a hacerlo, no lo haría. Haría lo imposible para olvidarla. No contesté. Me di la vuelta en la cama, dándola la espalda, eso debió de irritarla aún más cuando me empujó y me caí al suelo, me levanté con presteza y me coloqué delante suyo como solía hacer en Italia cuando me metía en problemas por las noches.
-No me vuelvas a tocar- gruñí poniendo las manos en un puño- o…
-Que no te vuelva a toca o ¿qué?- preguntó dándome un empujón- ¿me vas a pegar? adelante, hazlo.
Ella se colocó delante mío sin titubear ¿Cómo se pensaba que iba a pegar a una mujer? Y, sobre todo a ella, estaba loca si lo pensaba.
-Déjame en paz- murmuré volviendo a darme la espalda- no quiero hablar contigo.
Ella volvió a empujarme, eso era la gota que colmaba el vaso. Salí de la habitación y me volví a dirigir hacia el salón. Isi seguía llorando en el salón.
-Lo siento, pequeño, ¿te he hecho mucho daño?- me disculpé acercándome hacia él hasta que Pablo se interpuso en medio- lo siento.
Pablo estuvo a punto de pegarme cuando Isi se puso delante.
-Te perdono- dijo con gran valentía y luego me abrazó.
Eso me rompió el corazón. ¿Qué clase de animal le haría daño a una criatura tan buena y bondadosa? Algún día se lo recompensaría, no sabía cómo, pero algún día haría algo para recompensárselo, y no sabia como pero conseguiría, sea como sea, que Lia me perdonase por todo lo que la había echo y lo que la había ocultado.

FIN DE LA 1º PARTE

domingo, 12 de junio de 2011

CAPITULO 23

                                                                                                                                     LIDIA
¿Qué se creía este niñato?, para empezar, yo lo estaba haciendo por su bien. Aunque le había dicho a Derek que haría lo que me diese la gana, no era cierto del todo. Tenía que volver a intentarlo y por lo menos, lo había conseguido.

-Me voy- le grité ofendida- y no voy a volver jamás- le mentí para que se preocupase por mí.
No me contestó, así que fui a ver qué hacía. Estaba enfuruñado en el salón y el pie le sangraba un poco. Debió de ser, que durante la ducha, se le desprendió la costra.
me fui a por el botiquín y cuando le iba a curar, gruñó y no me dejó.
-Ya puedes irte- refunfuñó.
Me reí interiormente porque se comportaba como un niño pequeño.
-Déjame curarte- le supliqué intentando coger el botiquín.
-No- dijo sin mirarme- como muy bien has dicho, puedes irte y no volver.
Eso me ofendió bastante y al salir, di un portazo. Pobre casa, la estaba maltratando con tanto portazo. Estuve a punto de coger camino arriba para ver si alcanzaba al grupo, pero iba tan cabreada que preferí dar un paseo sola. Me fui por un camino que se llamaba El camino de los pastores. Era un camino que iba a dar al bosque y no, no tenía ovejas. A medida que me adentraba en él, más fresco hacía y la luz iba disminuyendo porque los pinos impedían la entrada de la luz del sol. Continué andando durante unas cuantas horas, sin darme cuenta del paso del tiempo. De vez en cuando le daba una patada a una rama o a una piedra, recordando lo que había pasado con Niko. Lo estaba haciendo por su bien pero, ¿todo por unos sueños? me estaba volviendo loca de remate.

En medio de la tranquilidad, escuché como se rompía una rama. Me di la vuelta rápidamente y no vi a nadie.
-¿Tienes miedo?- me susurró una voz conocida por la espalda.
Me giré y ahí estaba Derek, a pocos centímetros de mí.
-No te tengo miedo- le dije tranquilamente- eres una creación de mi mente.
Derek se rió y se alejó para luego sentarse en una enorme roca.
-¿Y por qué me has hecho caso?- preguntó orgulloso- la parejita se ha vuelto a enfadar. Muy bien, así a Niko no le pasará nada malo. ¿has visto?, ambos hemos cumplido con nuestro pacto, aunque tú, en menor medida.
Comencé a darme cuenta que, todo lo que ocurría con él, tanto en sueños como en la realidad, estaba siendo muy real. Empecé a correr con todas mis fuerzas y llegué a un claro pensando que le había perdido de vista. Me apoyé sobre mis rodillas para poder respirar bien.
-Ya te habrás dado cuenta que, por mucho que corras, puedo seguir tu ritmo perfectamente- dijo al lado mío. Esto era un poco siniestro- empecemos de nuevo, soy Derek.
Yo no le contesté pero tanpoco dejé de mirarle fijamente.
-Esta bien, quizá no empezamos con muy buen pie, te pido disculpas si te hice daño agarrándote del brazo- dijo extendiendo su mano. Por supuesto, yo no la acepté- haré todo lo que pueda para recuperar tu confianza.
Para recuperar la confianza primero debe de tenerla. Estaba realmente preocupada por mí, me estaba volviendo loca.
-¿Qué quieres de mí?- le pregunté dando unos pasos hacia atrás.

El se acercó hasta mí y me fijé cuidadosamente en la señal que tenía al lado del ojo. Comparado con la de Niko eran iguales, en cuanto a lo de la espiral con los picos pero, en la de Niko llevaba tres letras: C.A.N, y una casilla vacia entre la C y la A en cambio la de Derek también llevaba unas letras pero no pude leerlas porque estaban tintadas en negro, solo pude diferenciar una, la D.
-Te he elegido a ti para que seas mi discípula- dijo calmadamente- tú podrías llegar a ser muy poderosa junto a mí. Te enseñaría mi magia.
¿Magia?, este chico está flipando un rato. Estaba más loco que yo.
-Sí, lo que tu digas- le di la razón como a los locos- bueno, me voy, adiós.
Me detuvo cogiéndome del brazo.
-Veo que tus amiguitos no te lo han contado- murmuró al lado de mi oído- está bien, cuando llegues a casa de tu amiga mírala detrás de la oreja, a ver qué es lo que tiene. Estoy seguro que Pablo no podrá ocultarte la marca de la muñeca y Isi en el ombligo. ¿Dónde lo tendrá Alex? Si eres un poco espabilada, te habrás dado cuenta que le hice tropezarse a Niko, justo en el pie que, como pudieses ver, estaba señalado. Mi querida amiga, te aseguro que yo soy el único sincero contigo. Ya sabes, si quieres respuestas a tus preguntas estaré encantado de concederte una entrevista.

Antes de que pudiese responder, desapareció como hizo la última vez. Corrí durante horas por el monte y llegué al camino. Una vez de haberlo recorrido todo, llegué al chalet. Llamé al telefonillo y me abrieron. No me había dado cuenta que había pasado casi todo un día.
Todos llegaron al jardín, se les veía preocupados. Me adentré en la casa cabreada y cansada. Me fui directamente hacia el salón y me senté en el sofá.
-¿No tenéis algo que contarme?- pregunté mirando fijamente a la televisión apagada.
Pude ver de reojo como todos se miraban entre ellos y luego volvieron la mirada hacia Niko. Este les susurro algo así como “yo no he dicho nada” luego volvieron hacia mí. No me podía creer que me estuviesen ocultando algo, no, más bien no me podía creer que Cora, mi mejor amiga, me estuviese ocultando algo.  Automáticamente reaccioné ante el silencio levantándome violentamente del sofá. Primero me acerqué a Cora sin pensar y la aparté el pelo del lado izquierdo de la oreja, ahí no había nada, luego la aparté el pelo del otro lado. No me podía creer lo que estaba viendo, me quede helada. Ahí detrás de la oreja se encontraba el mismo tatuaje que Niko tenía en el tobillo. No podía ser, me negaba a creer que esto verdaderamente estuviese ocurriendo. Me aparte de ella, luego me acerque a Pablo y con algo de violencia le agarre del brazo y le subí el jersey hasta el codo, como me esperaba ahí estaba el tatuaje. Le solté con brusquedad. A continuación avance hacia Isi que me miraba fijamente como temeroso de lo que pudiera hacer. Me pare en frente de él y crucé los brazos sobre el pecho.

-Levántate la camiseta- ordené casi gritando. El niño puso cara de terror y pareció dudar- vamos levántatela-Este después de un momento se subió la camiseta lentamente dejando al descubierto la marca que estaba a un lado del ombligo.
Me separe cada vez más cabreada y me planté delante de Alex volviéndome a cruzar de brazos.
- ¿Y tú?- pregunté enfadada- a ver dónde la tienes tú.
Él me miró durante un momento y luego se llevó la mano hacia el lado derecho de la oreja apartando un poco el pelo que cubría la señal. Lo tenía exactamente en el mismo sitio que Cora.
Ya no aguantaba más. Todo este tiempo he estado viviendo en una mentira.

Vi como Niko me miraba a la vez que se agachaba con intención de mostrarme su señal del tobillo.
-¡No hace falta que me la enseñes, a ti ya te la he visto!- manifesté gritando.
Con las lágrimas a punto de nacer en mis ojos salí de la casa andando lo más rápido que pude sin llegar a correr. Tomé la primera calle que vi que curiosamente era la que iba en dirección al pueblo. A mis espaldas todos corrieron en mi dirección llamándome pero Cora fue la primera en adelantarme y ponerse delante de mí.
-Lia espera, déjame explicarte- me suplicó desesperada- por favor, nada es lo que parece.
Me separe de ella sin contestarla acelerando el paso entonces fue Niko el que esta vez avanzó gritando hacia mí. Me detuvo, agarrándome del brazo y girándome violentamente.
-¿Eres consciente de lo preocupado que estaba?- me gritó sin soltarme- eres una niñata egoísta. Pensamos que te había hecho daño.
Se le debió de escapar cuando al momento miró a los demás.
-¿Hacerme daño, quién?- le pregunté intentando pillarle.
No contestó. Me zafé de su brazo y continué andando pero todos me siguieron poniéndose delante de mí. Sin poder evitarlo me puse a llorar desesperadamente. Me senté en un bordillo y me tapé la cara.
-Iros, todos, quiero estar sola- les grité con las manos en la cara- iros, por favor- murmuré desesperada.

Me hicieron caso pero no del todo, se apartaron quedándose en una esquina cercana. El único en quedarse fue Isi. El crio se quedó callado a mi lado sin decir nada. Simplemente me abrazó. Ese gesto me ayudó más de lo que podría llegar a reconocer.
-Isi, por favor, déjame sola- le supliqué entre sollozos. Este negó con la cabeza.
-Quiero quedarme contigo-rogó soltando alguna que otra lagrima, este niño era de lo más tierno, la verdad es que se hacía de querer.
En ese momento se me ocurrió una idea. Me giré aún con el rostro bañado en lágrimas y le mire atentamente.
-Isi, te voy a pedir un favor, necesito que les distraigas- le pedí
-No, yo quiero quedarme contigo- dijo suplicante con esa vocecilla de niño pequeño.
-Por favor, te prometo que volvere- le mire un rato, no se le veía muy convencido- si quieres podemos quedar en un rato en la esquina del bar de ahí abajo- dije señalándole el bar que estaba calle abajo.
Un poco más abajo pude fijarme en la escena que los otros cuatro estaban montando. En ese momento Niko se volvió sobre si mismo y le dio un fuerte puñetazo a la pared. Uf eso debió de doler. Luego se volvió a girar echando una mirada asesina a Alex: “¡Joder, te dije que teníamos que habérselo contado!” grito Niko desesperado, Cora, que parecía nerviosa, se interpuso entre ellos gritando algo así como que no era el momento de ponerse a discutir. De nuevo volví a fijar mi atención en Isi.
-Es ahora o nada, están distraídos- le presioné, dudó un momento y luego asintió- Mira, yo ahora me escondo y tu vas y les dices que me e ido calle arriba. Y luego nos vemos donde hemos quedado.
Me fui detrás de un árbol y le vi dudar pero le animó que le urgiera con la mano. El niño corrió un poco calle arriba y luego gritó mi nombre.
-¿Se ha ido hacia allí?- preguntó Niko señalando calle arriba.
Isi asintió y todos se fueron en esa dirección, quedándome sola, fui corriendo calle abajo y giré la esquina, escondiéndome detrás de otro árbol.
-Te lo dije- murmuró una voz detrás de mí- deberías confiar más en mí.
Me giré ágilmente y allí estaba plantado. Le intenté pegar y Derek me agarró de las muñecas. Entonces, sollocé con todas mis fuerzas y me abalancé sobre sus brazos. Estaba muy confundida y, para colmo, se puso a llover repentinamente. Él se apartó y se guareció debajo de un árbol.
-Ven aquí te vas a empapar- me ordenó.
Yo negué con la cabeza y me caí de rodillas al suelo, llorando desesperadamente. Él volvió hacia mí y me ayudo a levantarme.
-Anda, ven, que te ayudo- dijo con paciencia- no deberías estar así, no merece la pena, créeme.
Fuimos hasta el árbol. Se separó de mí, y cuando me entró un pequeño mareo y me iba a caer me cogió de los brazos.
-No pensaba que te iba a afectar así- dijo con un tono de arrepentimiento.
Le iba a contestar cuando apareció Isi. El chico se acercó hasta nosotros pero mantuvo las distancias, por su parte, Derek se quedó sorprendido y le miró como recordando algo del pasado.

-Gracias Isi- le agradecí al chaval- me has hecho un gran favor.
Derek me soltó y se dirigió hacia Isi, sin dudar un momento, no fue con aire amenazador sino más bien protector.
-¿Qué tal chaval?- le preguntó abrazándole- te he echado mucho de menos.
Isi se quedó paralizado en el sitio, como yo ¿De qué se conocerían? Cuando Derek se separó de él, Isi le observó atentamente.
-Yo te conozco- le dijo Isi a Derek- pero no sé de qué.
-Algún día lo sabrás- le contestó Derek- te quiero, chaval.
Después, Derek posó dos dedos en la frente y Isi se desvaneció. Derek le cogió en brazos y le trajo hasta el árbol.
-¡¿Qué le has hecho?!- grité desesperada y una vez que dejó al crío en el suelo le empujé con todas mis fuerzas- como le hayas hecho algo te mato.
-Lo dudo- me contestó tranquilo mirándome directamente- y no, no le he hecho nada, solo le he hecho que pierda el conocimiento, volverá en sí en unas horas.
Al oír eso me tranquilicé pero aún así le pasé la mano por la frente. Tenía razón, su frente estaba caliente y el niño respiraba acompasadamente.
-Vale, ¿me vas a contar de una vez que es lo que quieres?- dije con voz apremiante.
- si- afirmó tranquilamente sin dignarse a decir nada más.
Me apoye en la pared a la espera de que continuase hablando. Por fin decidió contestar.
-Te ofrezco la posibilidad de vengarte- hizo una pausa y luego continuó- te ofrezco la posibilidad de ser como ellos.
Ser como ellos, pero ¿cómo eran ellos? ¿Era una venganza lo que realmente quería? No sé por qué pero mi interior arde en deseos de saber más sobre todo eso que  ellos con tanto esmero me habían estado ocultando. De pronto me invadió un ansia terrible por saber.
-¿cómo son ellos?- pregunté ansiosa.
Dejó de llover poco a poco y Derek se alejó un poco, situándose debajo de una farola
-Somos pocos los que en este mundo tenemos poderes- me aseguró cerrando los ojos y posándolos sobre los míos-y tus amigos y yo entramos dentro de ese porcentaje minoritario.
No entendía a qué se podía estar refiriendo. Poderes. Debía de estar de broma pero, me vino el recuerdo de Derek introduciéndose en mis sueños y luego, apareciendo y desapareciendo. Entonces, ¿eso qué era?
-Vale, vamos a poner que te creo- le dije acercándome unos pasos hacia él y dejando a Isi solo- ¿Cómo vas a conseguir que yo sea como vosotros?- le pregunté curiosa- y qué sacas tú con todo esto.
-Pongamos que me caes bien. Solo quiero ayudarte- dijo esbozando una ligera sonrisa- y respecto a lo otro pues muy sencillo. Sellando un pacto- aclaró.
-¿un pacto?- me quede pensativa- que pacto.
-Yo te concedo poderes a cambio de que tú te comprometas a no besar a Niko jamás.
Niko…, Niko… odiaba a ese chico más que a nadie en el mundo, solo era un falso mimado que pretendía conseguir todo lo que se proponía. Ese pacto parecía bastante sencillo. Me resultaría muy fácil llevarlo a cabo y yo ganaba mucho, mucho más. Estuve un rato considerando mis opciones y al final decidí que habría que ser un poco tonta para negarse.
- Está bien. Si acepto tu trato ¿qué consecuencias tendría a parte de la de no besar a Niko? ¿Qué tendría que hacer? ¿Cómo vas a pasarme los poderes? Y ¿cómo hago para ocultárselo a los demás? Porque podré seguir siendo su amiga ¿no?
-Tú haces demasiadas preguntas- dijo riendo sigilosamente.

Me encogí de hombros. Era normal que hiciese preguntas, como comprenderá todo esto es nuevo para mí y aún me estoy planteando si es un chiste o no. Me quedé contemplando a Derek durante un momento. La verdad es que el chico tenía cierto atractivo aunque no era mi tipo para nada, además ¿Cuántos años podría tener? Yo diría que aproximadamente unos veinticuatro más o menos porque a pesar de que sus fracciones eran de alguien bastante más joven tenía rasgos demasiado maduros.
-Veras, los poderes teóricamente se transmiten con un beso de amor verdadero que es como el chico ese se lo transmitió a tu amiguita, al no ser nuestro caso yo tengo una alternativa-hizo una breve pausa- No deberías subestimarme por mi edad, soy bastante poderoso y perfectamente podría conseguir transmitirte los poderes con un beso- dejó de hablar un momento en el que aprovechó para mirarme a los ojos- si eso es lo que realmente quieres.
En esos momentos no sabía lo que quería. Me sentía como una niña pequeña que quiere todo y lo quiere ya. Pero mi pequeño deseo de venganza era más fuerte.

-Tú simplemente déjate enseñar- explicó desviando la mirada al frente ensimismado en sus pensamientos- tu podrías llegar a ser muy poderosa si aprendes bien.
Esa sola palabra bastó para aclarar mis dudas acerca de si aceptaba o no el pacto. “Poderosa”. Solo sonaba esa palabra en mi cabeza.
- Está  bien- accedí por fin- acepto el pacto- dije mirándole fijamente a los ojos.
Él me devolvió la mirada y luego asintió
- No tiene por qué ser ahora, si quieres lo dejamos para otro día.
Negué con la cabeza. Estaba demasiado ansiosa como para esperar.
-Como quieras-accedió acercándose a mí y posando una mano sobre mi cintura.
Ese beso me ponía bastante nerviosa. No  sabía si iba a funcionar o no, todo esto me sonaba a una tomadura de pelo o una broma de estas que luego retransmiten por la televisión. Y además estaba a punto de besar a un completo desconocido o, lo que es peor, a una creación de mi mente. Cerré los ojos e intenté no pensar en nada.  Al cabo de unos segundos noté como se detenia a escasos centímetros de mí.
-Esto es una cosa de dos, si no pones nada de tu parte no funcionara.
Asentí y volví a cerrar los ojos y en unos instantes sentí su acompasada respiración rozando con la mía. Suspiré levemente y apreté suavemente mis labios. Al principio no sentí nada pero luego cuando empecé a sentir el roce de sus labios contra los míos un pequeño hormigueo en forma de excitación me recorrió el cuerpo. Al poco tiempo él apretó su boca un poco mas fuerte contra la mía separando mis labios y dejando pasar su lengua hasta encontrarse con la mia hasta que por fin nos separamos. Nos contemplamos mutuamente en silencio. Volví a cerrar los ojos y de nuevo apreté mis labios contra los suyos, ese beso me gustó y me excitó más de lo que había imaginado aunque tampoco fue gran cosa, o eso creía. Ese último beso fue breve pero intenso. Al separarnos el poso finalmente sus labios por última vez sobre los míos durante un momento y luego definitivamente me soltó de la cintura y se separó apoyando su espalda contra la pared como había echo yo hace poco.  Nos quedamos en silencio, mirándonos extrañados.

-No siento nada especial ni raro- le dije observando mi cuerpo- como me hayas engañado…
Derek me silenció, posando un dedo sobre mi boca.
-Hablas demasiado- opinó con una sonrisa orgullosa de haber conseguido lo que quería.
Me fijé que, en su mirada, había un brillo de esperanza por algo que se me escapaba. Se llevó la mano a la barbilla y se tocó los pelos incipientes.
La noche se mostraba fría por lo que me dio un escalofrío.
-Calculo que en unos minutos te va a salir una cicatriz al lado del ojo como el mío- dijo y antes de que me pudiese quejar continuó- pero tranquila, tengo una solución para tu problema.
Me tendió un frasco verde en el que dicha punta terminaba en forma de una rama retorcida. El líquido del interior cambiaba de color constantemente.
-Escucha atentamente- me ordenó tendiéndome el frasco y dándomelo- solo debes de beber una gota de su contenido cada día, solo una- volvió a repetir dándole importancia- si bebes más de una gota no se las consecuencias pero no son muy buenas. Verás, te lo mostraré.
Derek sacó del abrigo un bote similar y dejó caer, exactamente, una gota en su boca. Al momento, su señal desapareció como si nunca hubiese estado ahí. Después, sonrió por la cara de pasmada que se me debió de poner.
-¡Increíble!- exclamé dándome cuenta de lo serio que se estaba tornando el asunto.
-Lo siguiente que deberías saber es que, cuando se les pasa el poder a alguien, ese alguien se pone muy enfermo y cuando está a punto de morir se pone repentinamente bien- explicó cruzándose de brazos y volviéndose a apoyar sobre la pared.
Puse cara de terror. Como a todo el mundo en su sano juicio, odiaba ponerme enferma. Me puse nerviosa y noté como el corazón se ralentizaba.
-Pero tranquila, estás gotas te van a ahorrar ese sufrimiento, vas a ser una de las pocas afortunadas que te saltes este paso- me dijo para mi alivio-  verás, estás gotas proceden del lago del Lama. Bueno, eso es algo que te explicaré más adelante. Calculo que te durarán unos dos o tres meses. Cuídalas, que no creo que te pueda proporcionar más hasta que se te acaben- me advirtió.

Observé el frasco y luego, lo guardé con ademán posesivo entre mis manos. Me acerqué hasta Derek le acaricié la zona donde momentos antes había estado la señal. Él se estremeció y luego, posó su mirada en mi lado derecho de la cara.
-Ya está, es el momento- susurró, a la vez que el también me acariciaba la misma zona de la cara- ya estamos conectados.
¿Con eso qué quiso decir, que ya me había salido la señal?  ¡Que estupida soy!, claro que quiso decir eso. Cogí el frasquito y me bebí, tal y como me había dicho, exactamente una gota.
-A partir de ahora, cada vez que a alguno de los dos le pase algo malo, el otro lo sentirá- me explicó pensativo y a la vez triste.
Se apartó de mí y se sentó en la oscuridad para que no pudiese verle.
-¿Qué pasa, te has arrepentido?- le pregunté afligida acercándome otra vez hasta él.
-No es eso- susurró evitando mirarme.
Entonces, no lo comprendía. Qué es lo que ocurría. Por qué le había afectado así. Tenía que saberlo sí o sí.
-Claro que te has arrepentido- le grité desesperada por su reacción inmadura e indeliberada.
Derek se aproximó hasta mí y vi que sus ojos estaban apenados y sombríos.
-¡Te he dicho que no es eso!- exclamó con una rabia retenida.
Entonces fue cuando me vino a la mente la posible causa por la que podría estar triste y desesperado.
-¿Has estado unido a otra persona anteriormente y la has perdido?- pregunté curiosa y a la vez triste. Me di cuenta que había dado en la diana.
Derek iba a contestar cuando Isi empezó a quejarse y a levantarse del sitio. Cuando volví la mirada hacia Derek, este había desaparecido así que me aproximé corriendo hasta el niño y le ayudé a levantarse.
-¿Qué ha pasado?- preguntó el pequeño pasándose la mano por la cabeza, confundido.
No le contesté. Me quedé un largo tiempo observando el lugar donde había desaparecido Derek. En el fondo, supe que estaba ahí escondido, observándonos.

¿qué pasa si al final beso a Niko?

jueves, 9 de junio de 2011

CAPITULO 22

                                                                                                                                        NIKO

Nos dejaron de nuevo, a solas en la casa pero esta vez sin avisar.
-Me voy a ducharme- me informó Lia- así que no entres en el cuarto de baño, que te veo.
-Vale, no hace falta que me escribas un informe de tu vida- la respondí para hacerla rabiar. Se la escuchó quejarse por lo bajo.
De los dos cuartos de baño que había en la casa, solo uno tenía ducha, Lia se fue a su cuarto a por ropa limpia y Yo, me metí en el único cuarto de baño que tenía ducha y la cerré con llave, como era de esperar ella vino corriendo y aporreó la puerta.
-Abre la puerta- me gritó desde fuera- me lo he pedido antes, sal de ahí.
Me reí quitándome la camisa del pijama. Si se creía que iba a salir lo llevaba claro.
-No te pongas así, tampoco creo que tarde mucho- la mentí.

A medida que ella se quejaba fuera, yo me iba desvistiendo. Me quité la venda del pie y pude observar cómo la herida casi se había curado. Esto debía de estar dentro del pack que incluía tener poderes, aunque la señal me seguía ardiendo, pero casi me había acostumbrado al dolor.

Al poco tiempo, me di cuenta que la chica había dejado de golpear la puerta, así que supuse que se había rendido y que no me iba a molestar más. Quité el seguro de la puerta ya que nunca me había gustado estar encerrado y me adentré  en la ducha. Al principio el agua estaba un poco fría pero poco a poco vino la caliente, al rato Lia volvió a aporrear la puerta y se dio cuenta que estaba abierta, entró en el cuarto de baño y para mi sorpresa, hizo algo que me dejó alucinado. Se desnudó, tirando la ropa junta a la mía y se metió en la ducha.
-Te he dicho que me quería duchar- me dijo mientras yo me tapaba con una mano mi zona y con la otra los ojos, dejando un pequeño resquicio entre los dedos.
Ella, con toda la naturaleza se echó agua por la cabeza y por el cuello, se enjugó el pelo con el champú y después se enjabonó el cuerpo mientras yo me quedaba alucinado en una esquina.
-¿Algún problema?- me preguntó ella, tan normal- oye ya que estas, ¿te importa pasarme la esponja por la espalda?, es que hay zonas que no llego.

Cada segundo que pasaba, más alucinado estaba. Cogí la esponja y se la empecé a pasar por la espalda, una espalda delgada que marcaba perfectamente  las curvas de su pequeña figura de un ligero tono moreno.
-Te darás cuenta que esto no es normal- la dije divertido.
Esta chica era una caja de sorpresas, mira que había salido con muchas chicas pero, Lia se llevaba la medalla de oro.
-Nada en este mundo es normal, ¿por qué cambiarlo ahora?- me respondió como si fuese normal- tú seguro que has estado con cientos de chicas, pero te puedo asegurar que ninguna te sorprenderá tanto como yo- concluyó sonriendo.
Asentí y continué restregándola la esponja por la espalda pasando por sus finas curvas de la cadera. No me atreví a bajar más. Eso era raro en mí. Ella se percató de que me había detenido y dándose la vuelta me quitó a esponja de la mano.
- Date la vuelta, me toca
Hice lo que me dijo y al momento sentí como la fría esponja recorría mi espalda. Todo esto era nuevo para mí. Pero, desde cuándo alguien en su sano juicio se mete en la ducha en el que está otra persona, y precisamente la odias.
-Uy, Dios, lo que acabo de ver- dijo Lia, sorprendida- quédate muy quieto.
-¿Qué, qué, qué pasa?- pregunté asustado quedando quieto como me había indicado, ella dejó la esponja en el suelo y cerró el grifo del agua.
-Es que no sabes lo que acabo de ver- susurró- ¡un punto negro enorme! espera que te lo quite.
¡Esta chica es tonta! yo pensé que sería una araña asquerosa o algo parecido¿ y me viene con esto?, definitivamente no tiene remedio, me di la vuelta y ella me persiguió la espalda
-Estate quieta- la regañé divertido- no te voy a dejar.
-Pero es que es enorme- se excusó Lia, cualquiera que nos ollese estarie en su perfecto derecho de pensar raro- ¿no lo comprendes?, enorme.

Afuera se escucharon ruidos, la mandé callar, había oído hablar que había un tío que estaba persiguiendo a nuestra familia, suponiendo que fuese él, yo no sabría cómo defenderla. Daría mi vida por ella. No me creía que acabara de decir eso. Unos días antes de irme de Italia, le dije a mi tío Toni que no me enamoraría… y…creo que lo estaba haciendo. Mierda.
-¿Dónde estarán? ¡Niko!, ¡Lia!- gritaron todos nuestros nombres.
Ella y yo nos miramos.
-Yo estoy en la ducha- grité para que pudiesen oírme.
Durante un momento se quedaron callados y luego llamaron a mi acompañante. Nos iban a pillar y no era lo que parecía.
-¿Sabes dónde está Lia?- preguntó su amiga pegada a la puerta- es que no responde.
-Estoy también en la d..- dijo Lia.
No terminó la frase ya que la había tapado la boca, estaba loca, en el buen sentido. Ella intentó zafarse de mi mano, riéndose. Me hizo cosquillas en el estómago y no tuve más remedio que soltarla.
-Estoy duchándome- volvió a decir Lia, gritando para que su amiga y los demás pudieran oírla.
-No, se está lavando los dientes- dije , tapándola de nuevo la boca- ella fuera de la ducha y yo dentro.
No quería que se pensaran nada raro porque no estaba pasando nada.
-De acuerdo…, nos volvemos a ir, es que nos habíamos olvidado a Thor- dijo Cora riéndose- que os lo paséis bien- dijo, seguramente, con doble sentido.

Después se fueron. No me di cuenta, hasta ese momento, de cómo estábamos. La rodeaba por la espalda con la mano y con la otra la tapaba la boca, eso suponía estar totalmente en contacto, de modo que la solté automáticamente y nos reímos.
Al terminar de ducharnos, nos abalanzamos a por la única toalla. Ella la consiguió antes y se secó. Después, para mi humillación me la devolvió mojada y se fue. Lo único bueno, es que se había quedado un poco de su aroma. Cerré la puerta con llave para fastidiar. Sabía que tenía todas sus cosas aquí, como su cepillo del pelo, su cepillo de dientes…
Quiso volver a entrar para recoger sus cosas y no la deje. Mi venganza estaba tomando forma. Para mi sorpresa, no se quejó mucho. Eso daba miedo porque significaba que estaba creando un plan malvado y retorcido en su cabeza, entonces fue cuando me di cuenta que todas mis cosas estaban en el otro cuarto de baño. quité el seguro, abrí la puerta y fui hacia el otro cuarto de baño temiéndome lo peor y así era. Se estaba lavando con los dientes con mi cepillo de dientes y se estaba peinando con mi peine.

-No me lo puedo creer- la dije cabreado pero curioso- ¿qué es lo que quieres?
La arrebaté los dos tipos de cepillos y ella me persiguió.
-Quiero que me dejes en paz
-Vale, si eso es lo que quieres…- gruñí cabreado
Estaba claro que ella no me quería, así que, tendría que olvidarla como pudiese.

sábado, 4 de junio de 2011

CAPITULO 21



                                                                                                                                        CORA 

La queimada y los chupitos me habían subido más de lo que esperaba así que no pude evitar salir de la habitación de mis padres  y dirigirme a la de mi ¿novio?, creo que es eso lo que somos. Llegué prácticamente corriendo, dejando a la pobre Lia sola en el cuarto. Abrí la puerta del cuarto de los chicos y grité como loca:
- ¡Alex hazte a un lado!- grité riendo y luego me lancé a la cama al estilo prety woman. Caí al lado de Alex riendo a carcajadas. Alex me abrazó por la cintura.
- Cariño, estás loca- dijo soltando una risita.
Me giré apoyando el cuerpo de lado de modo que pudiese mirarle a los ojos y luego apoye la cabeza sobre el codo. Él sonrío y me atrajo hacia si para luego darme un cálido y profundo beso.

 Noté como Niko bufaba y salía del cuarto dejándonos a solas, cuando el beso finalizó ambos respirábamos entrecortadamente, sonreí.
- Venía para preguntarte una cosa- dije en voz baja ya que se suponía que todos estaban durmiendo aunque con mi grito seguramente ya estén más despiertos que los búhos- en realidad nosotros ¿qué somos?
Él me miró durante un largo rato y luego contestó.
- ¿Tu qué quieres que seamos?- preguntó con una sonrisa.
En realidad no sabía que contestar, estaba claro que yo quería algo más que amistad pero a lo mejor él pensaría que era demasiado pronto. Decidí ser sincera y abrir mis sentimientos hacia él.
- A lo mejor piensas que es un poco pronto pero…-no llegué a terminar la frase ya que de repente mis labios se vieron interrumpidos por el romántico beso que Alex me dio.
- Yo también- dijo simplemente mirándome profundamente a los ojos como si quisiera introducirse en mi mente y grabar la palabra “Te quiero” en cada rincón de mi cerebro.
Sonreí y le devolví el beso en forma de respuesta a su muda pregunta: “Yo también te quiero”
Al cabo de un rato en el que ya estaba medio dormida noté como unos dedos me recorrían el brazo y luego pasaban por la espalda haciendo que un hormigueo me recorriese todo el cuerpo. Giré la cabeza y vi a Alex recostado de lado y concentrado en recorrer con los dedos cada parte de mi cuerpo haciendo que se me erizase el vello allí donde sus dedos hacían contacto con mi piel. Sonreí para mis adentros y me puse cómoda para disfrutar de ese repentino masaje. Oí como soltaba una risita y luego continuaba recorriendo mi cuerpo con sus dedos hasta que en algún momento me quedé dormida.

Me desperté con el delicioso olor de la leche caliente y las tostadas recién hechas. Abrí los ojos y ahí estaba él con la misma sonrisa de siempre en la cara, esa sonrisa que me volvía loca. Con una bandeja en las manos que contenía un bol de leche, una taza con un café, que supuse que era para él, y un plato con tostadas con mantequilla y mermelada de melocotón.
- Sé que te gusta este desayuno así que he decidido hacerle el desayuno a mi chica- dijo sentándose a mi lado y depositando un suave beso en mi frente. Le miré sorprendida pero sonriendo a la vez- vale lo reconozco, Lia me ha echado una mano diciéndome lo que te gusta, pero el desayuno lo he hecho yo que conste.
Solté una risita y me incorpore un poco para poder disfrutar de mi desayuno favorito junto a mi novio.

- Por cierto no sabes como he pillado esta mañana a esos dos- dijo con una sonrisa pícara refiriéndose a Niko y Lia.
- ¿Cómo?- pregunté curiosa
- Estaban los dos dormiditos en el cuarto de tus padres  abrazados como si les fuera la vida en ello. Tienen una relación de amor-odio un poco rara ¿no?
Deje en la bandeja el bol de leche, secándome los labios con la manga y le miré de hito en hito.
- No, estos no tienen una relación de amor-odio, estos en el fondo se quieren, solo que les cuesta mucho reconocerlo- hice una pausa en la que aproveché para dar un mordisco a la tostada- Ambos han sufrido mucho.

Él asintió y luego los dos desayunamos en silencio, pensativos. Después de haber terminado de desayunar y haber limpiado los platos recorrimos la casa juntos de la mano en busca de los demás. Primero entramos en la habitación de mis padres, en el seguían Niko y Lia profundamente dormidos. Pensamos en hacerle a Niko la típica broma de mojarle la mano para que se mease en la cama, pero desechamos la idea ya que luego tendríamos que sufrir las consecuencias y seguro que mi amiga también se enfadaba. Luego pasamos por el salón donde Isi y Pablo se habían quedado dormidos apoyados mutuamente. Que monos. Finalmente decidimos vestirnos e ir a dar una vuelta fuera con Thor para que el pobre hiciese sus necesidades. Nada más cruzar la puerta que daba a la calle Alex me cogió de la mano y juntos recorrimos las pequeñas calles de San Rafael con el perro a nuestra vera. Cuando estábamos a mitad de camino de vuelta mi móvil sonó. Eran mis padres. Solté la mano que Alex me tenía agarrada y contesté.

- ¿Si?- dije extrañada por la repentina llamada.
- Cora soy yo, ¿Sabes que mañana es puente?- preguntó mi madre- Lo decía porque si os lo estáis pasando bien Lidia y tú podéis pasar un día más.
- A ¿Si?- dije extrañada. Alex parecía aburrirse así que no se la ocurre otra cosa que coger un mechón rizado de mi pelo y restregarla por debajo de la nariz haciendo que empezara a reírme tontamente. Le di un manotazo con intención de que dejara de hacerlo pero no sirvió de mucho. Después, Alex me recorrió el cuello con un retazo de besos. Evité soltar un leve gemido- pues qué bien, así da gusto- dije con doble sentido.
-Vale, pues hemos estado hablando con los padres de Lidia y les parece bien- me dijo mientras Alex seguía recorriéndome el cuello con sus dulces besos.
-Así me gusta, con eficiencia- me reí hablando para las dos personas que en ese momento me prestaban atención- gracias mami, te quiero, hasta mañana.
-Hasta mañana corazoncito de mamá.
Alex debió de oírlo, cuando se detuvo y se rió.
-Muy gracioso, ya te vale- le medio regañé- está te la devolveré.
Volvimos a casa entre risas. Cuando traspasamos el umbral de la puerta en la casa ya reinaba una enorme actividad. Desde la cocina ya se podían oír los gritos de Lia y Niko y Pablo e Isi que se mantenían un poco al margen de la discusión desayunando tranquilamente en la mesa que hay al lado de la cocina.

-¿Sabes que estás muy guapa cuando te enfadas?- preguntó Niko afirmando.
-Ja, ja, muy gracioso- gruñó Lia sacando su café del microondas.
Presentí que en ese momento a mi amiga se le estaba pasando por la cabeza tirarle el café a mi futuro cuñado, así que se lo quité de entre las manos y se lo llevé yo misma hasta la mesa.
-¿Lo ves?, te lo dije, relación amor-odio- me dijo Alex, sin importarle que alguien pudiese oírlo.
Lógicamente, Niko y Lia casi lo asesinan con la mirada. Eso sí, cada uno se puso en una punta de la mesa, en cambio Alex y yo nos sentamos al lado.
-Mi madre llamó antes- dije a todos y capté la mirada significativa de Alex por el retazo de besos que me había dado- y me ha dicho que es puente, así que podemos quedarnos un día más.
Todos despegaron la mirada del desayuno y la posaron en mí, parecía que esa idea les había gustado.
-¡No me digas que tengo que pasar un día más junto a este!- exclamó Lia señalando a Niko con una tostada.
Todavía no salía de mi asombro, habían dormido en la misma cama y pegados, que yo sepa, la cama de mis padres es enorme y había sitio suficiente para que corriese el aire entre ellos y ahora, ¿me suelta esto?, no había quién les entendiese.
-¿Qué pasa, te gusto tanto que no puedes estar a mi lado sin poder evitar besarme?- la preguntó mofándose y haciéndola rabiar.
-Pero qué falso eres, yo jamás he intentado besarte- le contestó dándole un mordisco a la tostada- jamás te besaré- murmuró para sí misma intentando convencerse.
Pablo e Isi al poder palpar la tensión en el ambiente, recogieron sus cosas y se fueron. Alex y yo nos mantuvimos callados, de espectadores.
-Que jamás me beses no quieres decir que no te dejes besar- la corrigió Niko- ¿me equivoco?
-Por favor, no seas egocéntrico- dijo Lia dándole otro mordisco a la tostada.
Mientras que ellos discutían, Alex y yo hacíamos manitas debajo de la mesa. Me alegra el saber que él y yo éramos novios, era el chico perfecto y era mío.
-Di que sí Lia, no beses a mi hermano, que puedes salir perjudicada- le advirtió Alex.
Cuando habíamos salido a dar una vuelta a Thor, Alex me había contado que le había prohibido a su hermano besar a Lia, sin antes advertirla de las consecuencias pero que Niko no le hacía caso. Todavía no era consciente de lo grave que era el asunto. Además, ponía la excusa de que él jamás se había enamorado y no lo iba a hacer.

Al final Alex y yo decidimos que era mejor dejarles solos con sus paranoias así que salimos de la habitación sigilosamente como quien no quiere la cosa.
Llegamos al salón donde Pablo e Isi miraban la tele atentamente.
- Oye que os parece si vamos al monte a dar otra vuelta y de paso me enseñáis más sobre los poderes- propuse.
Todos asintieron al unísono y salimos sin siquiera avisar a Lia y Niko dejándolos solos en la casa.