martes, 10 de mayo de 2011

CAPITULO 16

                                                                                                                                       LIDIA
Me encontraba en mi habitación, tumbada sobre la casa mirando fijamente la pantalla del portátil haciendo un vago intento de estudiar, pero resultaba imposible después de la tarde que había pasado con Niko. La verdad es que no es muy normal ir a un concierto de los Black Eyed peas un jueves lectivo, así sin más, sin planearlo. La ventana del Messenger hizo un pequeño ruidito que me hizo salir de mi espasmo, avisando que tenía un mensaje, lo abrí sin prestar mucha atención y contesté, me levanté de la cama y sin poder aguantarlo más cogí el móvil y maque el número de teléfono de Cora, sonó durante un rato y finalmente contestó.
- ¡Hola!- dijo alegremente.
- ¡Hola!- saludé con el mismo tono.
- ¡No sabes lo que ha pasado!- dijimos las dos al unísono casi gritando.

Nos reímos y yo como siempre me puse a recorrer la habitación de un lado a otro. Es como un tic nervioso, me es imposible mantenerme quieta mientras hablo por teléfono. Al final cuando cesaron un poco las risas ella habló.
- Venga, tu primero- dijo impaciente.
- Vale pues, estábamos Niko y yo saliendo del restaurante donde habíamos comido, lo típico, y a él le empieza a doler un muchísimo un  tatuaje que se hizo en Italia en el tobillo, súper chulo por cierto tienes que verlo, y entonces como lo vi muy hinchado y muy rojo pues me fui a por unas tiritas a una farmacia que había enfrente- explique haciendo una breve pausa- y al volver le vi que estaba como súper emocionado, estaba hiperactivo y me dijo que le llevara al palacio de los deportes, así que le llevé y ¿a que no sabes lo que pasó?- Pregunté emocionada mientras daba pequeños saltitos por mi habitación.
- ¿El qué?- preguntó esperando paciente la respuesta.
- ¡¡Fuimos a ver el concierto de los Black Eyed Peas!!- dije explotando de emoción- Ese que queríamos ir  pero no quedaban entradas.
Se quedó un rato en silencio asimilando la información.
- No puede ser, ¡eres una cabrona! Pero si las entradas estaban agotadas- dijo sin salir de su asombro.
- El tío ese que tiene le consiguió unas entradas Vip, tía ¡fue una pasada!- dije calmando un poco la emoción.
- Pero que suerte tienes cabrona, y encima con Niko- añadió en tono cantarín recalcando la palabra Niko- y que más pasó.
- Nada, cuando terminó me acompaño a casa y luego se fue, la verdad es que  todavía estoy un poco preocupada, no sé si habrá llegado bien o se habrá perdido- hice una pausa pensando y desando que estuviera bien- enserio tía a pesar de que tiene un aspecto de niño consentido e insoportable es muy dulce y tierno por dentro, es tan mono… - concluí con un suspiro soñador.
Al final me acordé de que ella también tenía algo importante que contarme y me asaltó la curiosidad.

- ¿Y a ti que te ha pasado?- pregunté curiosa.
- ¡Alex me ha besado! ¡Alex me ha besado!- dijo gritando de emoción.
Me quedé un momento pensativa sin saber cómo reaccionar, la verdad es que no me esperaba algo así, así que mi primera impresión fue de sorpresa pero luego una vez procesada la información me invadió una profunda alegría y emoción.
- ¿Enserio? ¡Qué bien! ¡Que emoción!- dije ilusionada- ¡¿Y por qué no me lo dijiste antes?!
- Tenia curiosidad que habías hecho tú, es que hace un buen rato me llamó Alex preguntándome si sabía dónde estabais, que no cogíais el teléfono y claro, me preocupé.
En ese momento recordé las doscientas mil llamadas pérdidas que tenía en el móvil cuando lo encendí, y la bronca de mis padres que vino a continuación.
- Sí, perdón pero ya sabes con la emoción del momento cualquiera se acuerda del móvil- expliqué soltando una risita- bueno te dejo a ver si consigo estudiar algo.
- Vale, adiós- Y colgamos.

Volví otra vez al ordenador, pero no conseguí prestarle demasiada atención ya que mi mente  seguía dando vueltas a lo mismo. El beso de Cora y Alex, conversaciones  de esa misma tarde con Niko, concierto de los Black i peas…etc. Suspiré y salí de la habitación en dirección a la cocina donde se encontraba mi madre. Me acerqué al armario blanco que está al lado de la nevera y lo abrí en busca de la Nocilla. No estaba.
- Mamá, tienes que comprar Nocilla, se ha acabado- la dije cerrando la puerta del armario. Mentalmente pude adivinar lo que mi madre iba a contestar “Pues bajas tú al supermercado y lo compras” pero no lo dije en voz alta, simplemente esperé a que contestara, al segundo se dio la vuelta hacia mí y contestó.
- Pues bajas tú al supermercado y lo compras- contestó con una sonrisa burlona.
Me entró la risa tonta y volví a mi habitación pasando lo más rápido posible por el salón donde mi hermano estaba viendo los dibujos animados que tanto odio y por el cuarto de mi hermana mayor, que estaba al lado del salón, ya que seguramente me secuestraria y me empezaría a contar cualquier cosa de sus estudias de derecho y no estaba por la labor. Al llegar a mi cuarto apagué el ordenador, recogí mi cuarto para variar y me metí en la cama deseando que el sueño de esa noche tratase sobre el chico que en aquellos momentos no podía dejar de pensar.

Me desperté en mitad de la noche sudando la gota gorda, así que me levanté y me pasé la mano por la frente retirando el pelo que se me había quedado pegado a causa del calor. Corrí la puerta corredera del baño de mi habitación y abrí el grifo dejando salir el agua fría un rato hasta que con una mano sostuve un poco para luego pasármela  por la frente y el cuello. Luego fui a la cocina a por un vaso de agua, abrí la nevera y cogí la botella de cristal, noté una presencia a mis espaldas así que me giré, al ver a la persona que me contemplaba la botella se me resbaló de las manos y se estrelló contra el suelo rompiéndose en mil pedazos.
Ante mí se encontraba un chico joven de unos veinte años aproximadamente, tenía el pelo largo negro con abundantes mechas rojas y que le caía por ambos lados de la cara. Me miraba con los ojos entornados y el ceño levemente fruncido, sus ojos eran oscuros y siniestros y sentí un escalofrío que me recorría por todo el cuerpo cuando posé la mirada sobre él. En su rostro pude apreciar un curioso tatuaje, que me resultaba bastante familiar, en forma de espiral con cuatro triángulos a los lados que apuntaban al norte, sur, este y oeste y que se extendía desde el exterior del ojo derecho hasta la sien. Instintivamente me fui desplazando lentamente hacia atrás hasta que topé de espaldas con la nevera.
- ¿Quién eres tú? ¿Cómo has entrado?- pregunté nerviosa. Me tembló la voz. Se quedó mirándome sin casi pestañear, sin moverse ni un solo milímetro, como si de una estatua se tratase.
Al poco rato se desplazó lentamente a un lado dejando al descubierto a la persona que ocultaba a sus espaldas. Detrás de él apareció la figura de Niko que tenía las manos amordazadas y la boca tapada con un pañuelo. Se movía enérgicamente como un pez fuera del agua intentando desatarse mientras clavaba en mí la mirada desesperada como diciendo “todo esto es culpa tuya”, eso me rompió profundamente le corazón. Un grito ahogado salió descontrolado de mi garganta seguido de una lágrima que se deslizo por la mejilla. Intenté avanzar hacia él pero no pude, estaba totalmente paralizada.
- ¡¿Qué quieres de mí?!- le grité sin poder controlar las lágrimas- ¿por qué me haces esto?
El chico del tatuaje avanzó un poco en mi dirección y luego se detuvo de nuevo.
- Aléjate de ellos o no le volverás a ver en la vida- dijo con voz amenazadora pero tranquila a la vez mientras giraba un poco la cabeza y señalaba a Niko.
- ¿Por qué? ¿Qué vas a hacerle?- lloré al borde de la desesperación- ¿Cómo has entrado aquí?- repetí.
Volvió a mirarme otra vez y al acto aparecieron Cora y Alex a su lado igualmente atados como lo estaba Niko.
- Es tu primera advertencia- amenazó y tras una pausa repitió- aléjate de ellos.

Me desperté con un grito, no podía ser, me levanté de la cama y recorrí corriendo toda la casa, revisando todas y cada una de las habitaciones. No había nada fuera de lo común. Fui a la puerta de la entrada y comprobé aliviada que estaba cerrada con llave y sin ninguna señal de haber sido forzada. Solo ha sido una pesadilla, pensé.
- ¿Qué te pasa?- preguntó mi madre somnolienta entrando en mi habitación.
- Nada, una pesadilla- expliqué y volví a meterme en la cama todavía algo alterada.
No era de extrañar que mi madre se haya despertado con el grito ya que, a diferencia del resto de la familia, tenía el sueño muy ligero. Se acercó, me dio un beso en la frente y volvió a su cuarto. Me tranquilizó mucho esa pequeña muestra de cariño, así que un poco más tranquila cerré los ojos y volví a dormirme.

A la mañana siguiente me levanté con un poco de dolor de cabeza que mi madre solucionó con un ibuprofeno y procedí a prepararme para el colegio como todas las mañanas. Todavía no me podía quitar de la cabeza el sueño de esa noche, realmente me había traumatizado, ¿Tendrá algún significado especial? Suelen decir que lo que sueñas lo sueñas por algún motivo en concreto y que en algunos casos el sueño se llega a hacer realidad.
Llegué al colegio y, como todos los días, me senté en mi sitio al final de la clase que se encontraba desierta y esperé a la llegada de mi amiga distrayéndome con lo que pude. Pasado un rato llegó el profesor de filosofía y comenzó su clase. “Llegara tarde” pensé e intenté prestar atención a la aburrida clase. Al concluir la clase todavía seguía teniendo esperanzas de verla aparecer por la puerta, porque si iba a faltar me habría mandado un mensaje como hacemos siempre. Miré el móvil, no tenía ningún mensaje nuevo, seguí esperando hasta que el próximo profesor entró por la puerta.
Llegó la hora del recreo y ésta todavía no había venido, está claro que ya no vendrá en todo el día. Como siempre esperé en la puerta del colegio a que salieran de clase mis amigos y luego subimos a nuestra esquina. Me sorprendió ver al cabo de un rato a Alex, Niko y Pablo acercándose por la calle hasta donde me encontraba, Sonreí y fui a su encuentro.
- ¡Hola! Que sorpresa- saludé dando un fuerte abrazo a Niko y otro no tan fuerte a Pablo y Alex, pero sin que se notase mucho. De repente me acordé de mi sueño de esa noche y sin darme cuenta me aparté un poco de ellos disimuladamente- ¿Qué hacéis aquí?
Me dirigí principalmente a Pablo que era el que tenía más cerca. Me fijé en él que me miraba con la misma sonrisa graciosa que él tenía pero percibí que su mirada estaba ausente, en otro lugar. Se llevó la mano a la cabeza pasándola por la nuca y de repente lo vi. El tatuaje. El mismo tatuaje del chico siniestro de mi sueño asomaba por debajo de la sudadera que, con el gesto, se había subido un poco dejando ver una parte de la señal que se encontraba en la muñeca.
Me asusté de repente. El no pareció darse cuenta de lo que ocurría así que, nerviosa, intenté evitarles.

- Bueno se ha hecho un poco tarde- dije mirando el reloj del móvil. Todavía quedaba un cuarto de hora para que terminara el recreo- Me voy a clase. Adiós.
Pasé por el lado de Niko que me cogió del brazo haciendo que me detenga. Me puse aún más nerviosa.
- ¿No se supone que el descanso termina a menos cuarto?- pregunto extrañado mirándome fijamente a los ojos. Se me hacía difícil mentirle pero no tenía otro remedio. Estaba muy asustada.
- Sí, pero quiero repasar un poco para un examen que tengo luego- mentí.
- Si quieres te ayudo a repasar- dijo acercándose un poco a mí. Inmediatamente me aparté.
- No, no hace falta- dije mientras me zafaba de él y salía corriendo en dirección al colegio.
Volví al colegio lo más rápido que pude sin volver la mirada atrás, de fondo se oían los gritos de los chicos llamando.

Llegué a clase jadeante. Realmente no entendía muy bien el porqué de mi reacción, solo fue un sueño, no tengo por qué ponerme así por un sueño. Estaba triste, no me sentía bien conmigo misma por haberme comportado así., por mi cabeza pasó la idea de volver y pedir perdón pero ¿Qué les iba a decir? me tomarían por una loca si les contaba el sueño, así que decidí quedarme en clase y pensar. Solo podía pensar.

Oí pasos que subían por las escaleras y abrían las puertas de las clases revisándolas una a una. Me asomé y les vi. No me podía creer que me hayan seguido hasta dentro del colegio. Alex me vio y avanzó hacia mí, avisando a los demás. Entré en clase y cogí unas hojas de la mesa para fingir que estudiaba. A los pocos segundos ya estaban en frente mío.
- ¿Pero qué te pasa?- preguntó Alex desconcertado.
Para mi salvación una profesora entró en clase.
- ¿Vosotros sois alumnos del colegio?- pregunto sabiendo de ante mano la respuesta.
- No- contestaron tímidos al unísono
- Entonces fuera- respondió tajante.
La profesora les echó cerrando tras de sí la puerta cuando salieron y dejándome a mi sola en clase. ¿Qué iba a hacer ahora?

Continuaron las clases tranquilamente. Al sonar el timbre que indicaba el fin de las clases, recogí las cosas y salí rápidamente evitando cruzarme con alguien. Crucé la puerta de la entrada y anduve calle arriba para coger el metro. En ese momento oigo una voz conocida a mis espaldas llamándome.
- ¡Lia, para por favor!- gritó Niko que corría en mi dirección. Me paré resignada ya que sabía que iba a lograr alcanzarme.
- Que- dije apremiante dándome la vuelta para mirarle. Fue un error, sus ojos me hipnotizaron haciendo que se esfumara de mi todo nerviosismo. Luché contra ese sentimiento.
- Por favor, dime que te pasa ¿Por qué huyes? Y no me niegues que no estas huyendo- dijo acercándose demasiado a mi hasta el punto de poder oír su acelerada respiración.
No sabía que contestar, una parte de mi deseaba contarle mi sueño para luego lanzarme a sus brazos dejando que me consolara y me dijese que solo era una pesadilla, que no pasaba nada. Pero otra parte de mi luchaba por salir corriendo y gritarle que se alejara de mí. Levanté la cabeza y la volví para mirarle, cada vez estaba más cerca. Contemple su rostro angelical e instintivamente alcé una mano con intención de acariciarle. El me miraba interesado por lo que haría y acercando su rostro un poco más. Podía notar su respiración como si fuera la mía. Mi mano se detuvo en el aire, cuanto más se acercaba más eran los flases que me llegaban del sueño, “aléjate de ellos” repetía la voz del chico en mi mente. Me separé de él rápidamente.
- Lo siento, tengo que irme- y salí corriendo hacia la boca de metro lo más rápido que pude intentando huir de todo cuanto me rodeaba.

lunes, 9 de mayo de 2011

CAPITULO 15

                                                                                                                          CORA
Me levanté a las cinco de la mañana con un fuerte dolor detrás del oído. En medio de la oscuridad de mi cuarto me lo palpé y lo noté bastante inflamado. Me asusté y encendí la luz de la mesilla de noche y me acerqué sigilosamente hasta el espejo, ya que no quería despertar a mi familia que aún dormía. Me aparté mi melena rizada y fue cuando lo vi. Era una especie de tatuaje, una especie de espiral con cuatro triángulos a los extremos. Me asusté de tal forma que casi grito, Thor se acercó a mí moviendo el rabo y al ver la señal me dio unos besitos, intentando aliviarme la herida. Después se tumbó en una esquina de mi cuarto.

- Vale, que no cunda el pánico- me susurre a mí misma- a lo mejor esto es un sueño. Me pellizqué con toda mi fuerza en el brazo y me dolió, maldecí por lo bajo. De repente me entró un fuerte mareo seguido de un fuerte dolor en la señal. Me fui  hasta la cama y me tumbé.
- ¿Qué es lo que hice ayer?- me pregunté a mi misma.
Entonces me vino todo a la mente. Por la mañana colegio, en el recreo hice pellas, después una comida con Alex, por la noche el beso y luego… está un poco borroso. No-puede-ser. Hice un esfuerzo para recordar y me vino un breve flash.
“Subiendo por las escaleras de mi edificio me encontré con Matt, el chico raro.
- Tienes la señal- dijo simplemente.”

Ya no me acuerdo de nada más. Me empecé a poner nerviosa. Estaba totalmente en blanco, como si hubiese bebido mucho y no me acordase de lo que había hecho, pensé en llamar a alguien pero luego descarte la idea, no quería preocuparles. Después, pensé en despertar a mi familia pero también la descarte, solo en pensar la regañina que me caería, por qué pensarán que me hice el tatuaje a posta, la descarté del todo.

Me llevé  la mano a la frente y estaba ardiendo y llena de sudor. La otra mano me la llevé al corazón, casi no tenía pulso. Entonces, me percaté de que la respiración era lenta y forzosa, junto a todos estos síntomas se me juntaron con el tiempo pesadez del cuerpo y ligeros tembleques, sin contar, la doliente herida de detrás de la oreja.
En el momento que me percaté de todo lo que ocurría, me entró el pánico. Intenté gritar pero no pude, intenté moverme, pero el cuerpo no respondió.

Estaba claro que, estaba más cerca de la muerte que de la vida. Ahora, tal y como me encontraba, solo podía pensar. Pensé en mi familia, pensé en mis amigos y pensé en Alex.
Poco a poco dejé de pensar y me sumí en una profunda oscuridad.

CAPITULO 14

                                                                                                                                     ALEX
Estaba Maravillado, encantado, entusiasmado, ilusionado, lleno de alegría, estaba… estaba que explotaba de felicidad, sencillamente se podía decir que estaba extasiado. Jamás en mi vida me había sentido así, quizá sea porque jamás en mi vida había estado enamorado, así que no podía evitar ir dando saltitos por la calle de emoción, parecía un niño pequeño, pero un niño pequeño feliz.

Avanzaba rápido por los largos pasillos del metro para no perder el vagón que acababa de llegar a la estación, me metí rápidamente en el último y me senté en el primer asiento que vi libre. Durante el trayecto solo podía pensar en las imágenes que invadían mi cabeza, todas ellas sobre lo ocurrido esa misma noche en el parque con Cora. Ese parque que parecía rebosar de magia, estando los dos solos en esa bonita noche presidida por la brillante luna llena, en los columpios y de repente un beso. Mi primer beso. Realmente fue mágico.
Sin darme cuenta había llegado a la parada, me bajé y caminé hacia mi casa. Una vez dentro oí los gritos de triunfo que daba Pablo desde el salón, entre y le vi plantado en frente del televisor junto a su hermano Isi, los dos tenían la mirada fija en el juego que estaban jugando con la wii.
No me extraño en absoluto verles allí ya que, desde que sus padres murieron, se pasaban más tiempo en mi casa que en la suya.

- No vale Pablo eres un tramposo- Se quejó Isi levantándose del suelo enfurruñado mientras su hermano se mofaba.
- Venga hermanito no te pongas así solo es un juego- dijo Pablo intentado consolarle.
El niño no contesto, se sentó en el sofá y cruzo los brazos sobre el pecho.
- ¿Qué hacéis?- pregunté intrigado a la vez que me sentaba en el sofá al lado de Isi que continuó sin pestañear. Sus ojos azules, iguales a los de su hermano, tenían la mirada perdida puesta al frente. Contemple a Pablo que seguía riéndose a carcajadas.
- Isi, que se enfada porque, como siempre, le he ganado- explicó entre risa y risa.
Pablo era como un niño pequeño pero en grande, se empeñaba en enfrentarse a juegos de la wii sport con su hermano de tan solo ocho años y, en vez de dejarle ganar de vez en cuando como buen hermano, se esforzaba por darle una buena paliza para luego poder reírse y hacerle sufrir. No tiene remedio.
- Es un tramposo, ¡hace trampas, lo sé!- se quejó Isi volviendo la mirada hacia su hermano.
- ¿Pero no podrías dejarle ganar alguna vez?- le susurre a Pablo haciendo un patético intento de convencerle.
Negó con la cabeza
- Sabes que luego le compenso- explicó esbozando una sonrisa. Por desgracia sí lo sabía.
Pablo, al igual que yo y el resto de mi familia, tenía una habilidad especial, un poder que consistía en poder manipular los sentimientos y tenía la mala costumbre de utilizar su poder con su hermano cada vez que le ganaba en algún juego. Nunca llegaré a comprender por qué se empeña tanto en fastidiarle.
- Sabes que un día de estos te dará una paliza de verdad, y no me refiero con la wii-le dije. Él sabía perfectamente a lo que me refería. Isi también tenía un poder, podía envejecer o rejuvenecer a placer y yo sabía perfectamente, al igual que Pablo que en cuanto lograse perfeccionar sus poderes le iba a dar su merecido, lo estaba deseando.
- Bueno ¿hablasteis con Niko sobre los poderes? ¿Estáis seguros de que es uno de los nuestros?- pregunto Pablo cambiando de tema de conversación.
- Si, hablamos con él esta mañana. Es uno de los nuestros, tiene la cicatriz- le explique levantándome del sofá y recorriendo la habitación de un lado para otro.
- ¿Dónde?- preguntó Pablo que me seguía nervioso de un lado a otro.
- En un lado del tobillo- expliqué.
Nos quedamos un rato pensativos  dando vueltas por el salón.
- ¿Y qué pensáis hacer?- preguntó Pablo al fin.
Me pare en seco y me volví para mirarle.
- Cambia la frase por ¿qué vamos a hacer? Porque tú también estas implicado- dije recalcando la palabra “vamos”. Él puso cara de sorpresa así que continué hablando antes de que a él le diera tiempo a contestar- Lo primero que haremos es averiguar que poder tiene, pero no será difícil, mi madre se está ocupando de ello, está intentando recordar que poder tenía mi abuelo, ya que si él se lo ha pasado al morir tendrán los mismos. Y luego tendremos que explicarle algunas reglas básicas y le empezaremos a entrenar.
- Me parece bien aunque no sé qué pinto yo en todo esto- dijo pablo que volvió a pasearse por la habitación. Le puse la expresión típica de “lo sabes perfectamente” y al final tuvo que darse por vencido.

Mi madre, que en ese momento pasaba por el pasillo que daba al salón, interrumpió la conversación.
- Chicos, tenéis que tener en cuenta que acaba de llegar, está confuso, tenéis que dejarle un poco de tiempo para que se adapte. ¿Por cierto donde esta?- Preguntó mirando por todos los rincones de la estancia.
- Pues se supone que ha ido a hacer turismo con una amiga…- dije algo avergonzado bajando la mirada. Se supone que me habían dejado muy claro que no le podía dejar solo ni un segundo, pero no podía desperdiciar la ocasión de estar con Cora.
Mi madre paso de tener una expresión serena y apacible a tener una expresión de rabia y enfado. Sentí de repente un miedo aterrador.
- ¿¡Cómo se te ocurre dejarle solo en su situación!? ¿Es que has perdido la cabeza Alex?- chillo mi madre histérica.
- Perdona mamá, se me olvidó- intenté defenderme como pude.
-¿Cómo que se te olvido? ¿Cómo se te puede olvidar una cosa así? ¿Tienes idea de lo que le puede ocurrir?- mi madre, mas histérica aún que antes, empezó a dar vueltas por la casa descontroladamente y echa una autentica furia.
- Mama, por favor tranquilízate, voy a intentar localizarlo- intenté calmarla un poco aunque tampoco sirvió de mucho.
Saqué el móvil del bolsillo y busqué su número en la agenda, marqué y llamé. Nada, lo tenía apagado. Volví otra vez a la agenda del móvil y busqué el número de Lia. Nada, también está apagado. ¿Pero dónde estaban? Me pregunte empezándome a sentir verdaderamente preocupado. Como último recurso llamé a Cora. Contesto al segundo.
- Hola Alex- dijo con tono ilusionado.
- Hola, ¿sabes dónde están Niko y Lia?- pregunte preocupado hiendo directamente al grano- todavía no han vuelto y no me coge ninguno el móvil.
Hubo una breve pausa y luego contestó.
- No, no sé dónde están, se supone que fueron a hacer turismo.
- Sí, se supone, pero aún no han vuelto.
De reojo vi como a mi madre le empezaba a entrar náuseas y un ataque de ansiedad.
- Bueno luego te llamo, un beso- colgué rápidamente sin darla tiempo a contestar y acudí  al lado de mi madre que se la veía completamente pálida.
- Venga mamá tranquila, seguro que no tardan en volver- intenté tranquilizarla en vano.
Al momento apareció Pablo con un vaso de agua y una pastilla en una mano y en la otra una tila.
- ¿Que la damos?- pregunto algo nervioso.
Cogí el vaso de agua y la pastilla y se la di a mi madre que al principio puso mala cara y se negó pero al insistir se dio por vencida y se la tomo con tranquilidad. Se quedó recostada en el sofá con los ojos cerrados.
-  Alex- dijo mi madre reteniéndome del brazo y mirándome fijamente- tienes que comprender mi preocupación, tu sabes perfectamente que Derek y su perrito faldero nos llevan persiguiendo durante muchísimo tiempo, me da mucho miedo que le encuentre, ¡él no podría defenderse!- dijo soltando una lagrima que rodó por la mejilla.
La abracé y probé una vez más a llamarle. Nada seguía desconectado ¿Dónde se habrá metido?


Después de un par de horas de sufrimiento sin saber dónde estaba, sonó el ascensor que abría las puertas en este mismo piso, automáticamente todos nos quedamos en silencio  a la escucha. Se oyeron pasos que salían del ascensor y se acercaban a la puerta, una de dos o era mi padre o era Niko. Me aparte un poco de mi madre que se había quedado dormida,  me acerqué a la puerta y miré por la mirilla. ¡Sí! Era el. Abrí la puerta rápidamente antes de que llamara al timbre y despertase a mamá, ya que no tenía llaves.
- ¿¡Pero dónde estabas?!

Se paró en seco. Traía una gran sonrisa en la cara y tenía la mirada soñadora. Se acercó y cruzó el umbral de la puerta ignorando completamente mi pregunta. Cerré la puerta y le seguí furioso por su comportamiento pasota y desvergonzado, le cogí del brazo y le obligué a escucharme.
- Te e echo una pregunta- dije con todo desafiante.
Esbozo una sonrisa torcida en la cara y contestó.
- ¿acaso tu eres mi madre?- preguntó en tono burlón sin quitar esa sonrisa de la cara.
Procedía a contestar cuando vi que mi madre se acercaba a él por su espalda.
- No, el no, pero yo sí- dijo seria y con un ligero todo de enfado.
Él puso mala cara y se giró plantando cara a mi madre. El pobre chico no sabía en el lio que se había metido.

En el recibidor de casa se podía apreciar la tensión que había en el ambiente, mi madre seria, en bata, mirando fijamente a Niko buscando respuestas, Niko mirando fijamente a mamá esperando el sermón, y yo mirándolos fijamente a los dos esperando un poco de acción.
Al fin mi madre rompió el silencio ya que Niko no se dignaba a contestar.
- ¿Dónde estabas?- Pregunto apremiante mi madre repitiendo lo mismo que le había preguntado yo dos veces consecutivas.
Mi hermano se permaneció en silencio, inmóvil.
- Niko te e echo una pregunta, por favor contesta-  dijo mi madre con voz tranquila.
Él por fin contestó.
- Estaba dando una vuelta con Lia cuando recibí una llamada de un amigo de Italia- hizo una pausa y luego prosiguió-  me dijo que mi tío Toni me había comprado unas entradas para un concierto de los Black Eyed Peas para dentro de una hora así que fui con ella y acabamos tarde- explicó tranquilamente, mi madre pareció tranquilizarse un poco.
- ¿Y por qué no nos llamaste para avisar? ¿Tú sabes lo preocupados que estábamos?- dijo mi madre conteniendo un sollozo.
- Perdón- se disculpó para mi sorpresa- pero con la emoción del momento se me pasó.
Mi madre sin poder evitarlo avanzó hacia él y le estrechó fuertemente entre sus brazos dejando caer una lágrima.
- No sabes cuánto me alegro de que estés bien- dijo apartándose un poco de él y secándose las lágrimas. Luego para mi sorpresa se dio la vuelta y se fue hacia su habitación sin decir nada más. Realmente me sorprendió mucho ya que si yo hubiese sido el me habría llegado una buena regañina.

Me acerqué a él, que seguía quieto y miraba el final del pasillo por donde se había marchado mamá, y le di una palmada en el hombro.
- No sabes la suerte que has tenido tío- dije soltando una suave risita- llego a ser yo y  me habrían matado. Será la suerte del principiante- dije bromeando.
Se dio la vuelta para mirarme y luego se unió a mi risa. Entramos en el salón donde nos esperaban Pablo e Isi pacientemente viendo la televisión.
- Bueno Alex ¿qué tal tu paseo con Cora?- dijo mi hermano levantando una ceja y poniendo una sonrisa pícara.
En ese momento volvió a entrar mi madre, que se había lavado la cara y la había vuelto el color a las mejillas, y se sentó en una butaca prestando atención a la conversación.
- Fue mágico- dije soltando un suspiro soñador- ¡nos dimos nuestro primer beso- concluí emocionado y sin avergonzarme de que mi madre estuviera delante. Esperaba en ella una expresión de alegría y de orgullo pero en lugar de eso se puso muy tensa.
- Hijo, ¿tu realmente quieres a esa chica?- pregunto seria- es decir, ¿ese beso se lo diste con amor?- se inclinó un poco sobre el asiento fijando en mi toda su atención.
- Sí, claro que si- dije con orgullo pero sin comprender realmente a donde quería llegar.
Puso los ojos como platos y se volvió a recostar sobre la butaca llevándose la mano a la frente. Todos la miramos perplejos sin comprender el porqué de su reacción al cien por cien.
- Dios mío, me vais a matar a disgustos- dijo simplemente.
- Pero porque, ¿Qué hay de malo en eso?- pregunte nervioso.
- En realidad es culpa mía y de vuestro padre, debimos contároslo antes- se culpó a sí misma.
Me acerqué a ella y la cogí de la mano
- De que estas hablando mamá, ¿Qué es lo que tendríais que habernos contado?- Pregunte arrodillándome en el suelo delante de ella para poder mirarla a los ojos. Sé acomodo en su sitio y precedió a la explicación.
- Veréis- dijo pasando la mirada por cada uno- Cuando uno de nosotros da un beso de verdadero amor a una persona que no es como nosotros le…-hizo una pausa y luego suspiró- le traspasa nuestros poderes y la convierte en uno de nosotros. Así es como vuestro padre se convirtió en lo que es.

Me quedé perplejo. Si lo que mi madre decía era cierto, acababa de convertir a Cora en uno de nosotros, la acababa de transmitir un poder o ¿mi poder?
- Mamá, cuando dices que traspasas los poderes, ¿te refieres a los míos?
Negó con la cabeza.
-No he dicho que le traspases tu poder, he dicho que le trasmites un poder, cualquiera de muchos que hay. Y se convierte en uno de nuestra especie, como lo es tu padre-explico posando en mi la mirada cansada.
Me quedé aún más perplejo. Me separé de mi madre y me senté en el sofá poniendo las manos sobre ambos lados de la cabeza. No podía ser acababa de transformar a Cora en uno de los nuestros. No es justo para ella ni siquiera sabía si es eso lo que ella quería, ahora por mi culpa su vida iba a cambiar radicalmente y todo por mi culpa. Me odié a mí mismo. No se lo merecía. ¿Y ahora como se lo explicaba sin que me odie?
Miré a mi madre que me contemplaba atentamente.
- ¿Y qué es lo que pasa cuando la das el beso? Me refiero a que como se le transmiten los poderes y eso- pregunto Pablo haciéndonos sacar a todos de nuestros pensamientos.
- Exactamente igual que cuando los adquirimos por naturaleza. También la saldrá la señal que será exactamente en el mismo sitio que la tiene Alex, ya que ha sido él el que la dio el beso Y también sufrirá los típicos dolores y la fiebre elevada- explico nerviosa haciendo una larga pausa entre cada palabra.

Genial. Ahora no solo la había condenado a un tipo de vida distinto, sino que también la iba a hacer sufrir unos dolores tan insoportables que incluso te dejan inconsciente. Rápidamente tomé le móvil y me dirigí a mi cuarto, al salir del salón pude ver por el espejo que hay al final de la pared como todos se quedaron contemplando mi abandonó de la sala excepto Niko que se quedó sentado en el sofá mirando al suelo extrañamente pensativo.
Al entrar en mi habitación cerré la puerta. Tenía un reloj de pared justo delante de mí que apuntaba las doce y media de la noche, era un poco tarde para llamar pero me daba igual, sin vacilación marqué el número y esperé a que contestara. No tardó mucho.
- Hola, ¿por qué me colgaste?- preguntó algo irritada.
- Hola, perdón es que- hice una pausa breve- es que compréndeme mi hermano desapareció repentinamente y mi madre casi sufre un infarto. De veras no fue mi intención colgarte, nunca lo haría pero la situación me obligó a hacerlo, perdóname por favor- suplique deseando que me perdonara.
Estuvo callada y pensativa durante un rato y luego, por fin contestó.
- Pues claro que te perdono, ¿Cómo no iba a perdonarte?- dijo soltando una risita. Suspiré aliviado.- ¿Y Niko ha aparecido no?, he hablado hace poco con Lia y dice que se fue solo a casa, se la veía bastante preocupada con eso.
- Si, si, ya está aquí gracias a dios. ¿Y tú? ¿estás bien?- pregunte recordando el motivo de mi llamada.
- Si, muy bien-dijo extrañada- ¿Por qué lo preguntas?
- Por nada, solo me preocupo por ti- dije sonriendo, realmente me alegraba de que todavía estuviese bien.
- Bueno te tengo que dejar que ya me están chillando- dijo, al fondo se podía apreciar los gritos de su madre mandando la a la cama.
- Esta bien, buenas noches, que duermas- me despedí.
- Buenas noches- dijo con voz dulce y luego colgó.

Me fui a la cama y no pude conciliar el sueño en toda la noche pensando en lo que le pasaría a Cora en solo unas horas. Realmente no sabía qué hacer ni como decírselo, porque realmente yo la quería ¿no? Y si no la quería lo suficiente como para que la transformase… esto era una auténtica locura.