martes, 29 de marzo de 2011

9º CAPITULO

                                                                                                                  CORA
Alex. Llevaba todo el día pensando en Alex. Se suponía que debería estar haciendo los deberes en mi casa pero era casi imposible entre que mi perro Thor me traía su pelotita y mi hermano intentaba quitarme el portátil- mi bebé apple- para ver una serie que me había descargado. Además, el hecho de que mi cuarto estuviese al lado de la cocina no ayudaba. Yo creo que en mi casa, el cuarto más visitado es la cocina, poniéndose incluso por delante del cuarto que tenía la tele, y eso es ya decir.

Me puse de pie inquieta y recorrí mi cuarto una y otra vez con el móvil en la mano, ¿le debería llamar o no?,¿ser o no ser? Al final decidí llamar a Pablo.

-¿Si?- dijo él por la otra línea del teléfono. Parecía estar un poco abatido.
-Hola, soy Cora- dije mordiéndome una uña, cosa que nunca había hecho en mi vida.
-Ey, ¿Qué tal?- preguntó afable.
De fondo se oía el ruido de la muchedumbre hablando. Parecía estar en un bar.
-Bien, bien- le respondí- podemos quedar…ahora.
-¿Te ocurre algo?- dijo preocupado.
-No, no, que va- le respondí con aprensión- lo decía por hablar.
-Vale, pues, ¿te viene bien en la parada del 51 del otro día en…media hora?
-Genial, adiós.
Perfecto. Cogí el abrigo y salí de casa sin decir nada, cosa poco común en mí, pero llevaba el móvil por si me necesitaban para algo. Estaba a diez minutos de allí andando despacio, así que tendría tiempo de sobra. Una vez allí, solo tuve que esperar cinco minutos hasta que se presentó Pablo, ya que él también llegó antes de tiempo.

Nos saludamos y comenzamos a andar.
-¿y Lia?- me preguntó extrañado como si ella y yo fuésemos o un todo o nada. En parte tenía razón.
Me llevé la mano a la cabeza.
-¡No sé dónde tengo la cabeza!- exclamé arrepentida por haberme olvidado de ella- me he olvidado completamente de ella- ¿Y Alex?- aprobeché para matar dos pájaros de un tiro.
El chico se detuvo y por su cara hubo un rastro de dolor.
-¿Qué pasa?- dije histérica.
-Tiene…problemas personales- continuó andando y le seguí.
Por mi cabeza surgieron mil cosas. Lo primero, la muerte de un familiar suyo.
Si Lia estuviese aquí ya me hubiese pegado dos buenas tortas.
-A muerto Marcelo, su abuelo materno – me dijo con un profundo pesar, como si a él también le hubiese afectado-. Además, eso solo quiere decir una cosa, que van a traer a Niko.
Niko…Niko…¿de qué me sonaba ese nombre?
-¿Por qué dices que eso solo significa una cosa?- le pregunté confusa, sin saber qué quería decir con ello.

Pasamos al lado de un veterinario y en ese momento salió un hombre con su perro. Lo esquivamos como pudimos.
-Me encantaría decírtelo, pero no puedo- me susurró para que no lo oyese una señora que nos estaba escuchando- algún día, si pasa lo que tiene que pasar, podremos hablarlo.
Vale. Hay dos opciones. A) este chico está más pirado que mi profesora de inglés, B) me está vacilando.
Fruncí el ceño y nos limitamos a seguir andando.
-No estoy loco, mi madre me hizo pruebas- me advirtió seriamente aunque con una nota de humor en su cara, me paró y me cogió por los hombros mirándome de hito en hito- simplemente, no está en mis manos contártelo.
-Destino- me limité a decir- has dicho, si pasa lo que tiene que pasar, es decir, ¿ya está escrito, no?, ¿qué más da hablarlo ahora que en el futuro?
Me miró con picardía.
-Tú eres una listilla- me dijo sonriente.
Por primera vez me fijé en sus preciosos ojos azules. Llevaba una barba incipiente. Su nariz era saltona pero divertida y, sobretodo, tenía la cara de buena persona, siempre con una sonrisa en la cara y luz en su mirada.

Al quedarnos mirándonos fijamente, acabó por ser un momento de lo más incómodo. Nos separamos bruscamente y miramos al suelo.
Estoy segurísima que, si le contase lo que acaba de pasar a Lia, me haría el símbolo de los cuernos con las manos, moviéndolos de arriba abajo en señal de provocación. Además, que yo sepa, solo ha sido un ligero intercambio de miradas. Alex es el único que ocupa mi corazón ahora.

-Bueno, y ¿qué tal se encuentra Alex?- me preocupé- Lo estará pasando muy mal.
-Él y todos- me respondió como si fuese normal su respuesta. Este chico empezaba a intrigarme de verdad.
-¿Quiénes son todos?- le pregunté irritada por no saber nada y manteniendo una conversación por y para locos- ¿es que era también tu abuelo?
Volvió a ponerse en marcha y cruzamos un semáforo. A lo tonto, estaba alejándome muchísimo de casa.
-mira, si no me vuelves a preguntar de esto que no te puedo contar, te llevo a casa de Alex- negoció para zanjar el tema.
Esa idea no me satisfacción del todo pero me conformaba ya que había conseguido más de lo que me esperaba. Podría ver a Alex, y si me llevaba hasta su casa, podría conocer a su familia. Por otro lado, Pablo me había puesto la condición de no preguntar, pero no había dicho desde cuándo empezaba a ser válido dicho trato, aunque era lógico y se suponía que era desde ese mismo momento.

-Vale- le extendía la mano para zanjar el trato- me parece justo.
Cogimos el autobús y llegamos a la calle serrano esquina con la puerta de Alcalá. Desde el autobús hasta el portal, estuvimos andando unos diez largos minutos.
-Cora, hazme un favor, ¿quieres?- al ver que asentí con la cabeza continuó- si preguntan algo yo no te he dicho nada pero, sobre todo, diles que me has sobornado o…si lo prefieres, pégame y diles que me has secuestrado- bromeó.
Me reí de su ocurrencia. Acto seguido abrió el portal con una llave. No me sorprendió el hecho de que tuviese una llave, sería uno más de la familia, como lo era Lia en la mía. Una vez en la puerta de la casa, llamó al timbre. Me puse un poco nerviosa, ¿qué estaba haciendo?, a penas los conocía y allí estaba, plantada ante la puerta del chico que me gustaba, junto con su mejor amigo.

La abrió un señor, de unos cuarenta años que tenía aspecto entre militar y médico. Su pelo pelirrojo estaba cuidadosamente rapado, ya sabía de dónde había sacado Alex su buen cuerpo, sus anchas espaldas y su gran porte.
-Hola Pablo- le saludó, cuando me vio frunció el ceño extrañado pero al momento relajó su expresión en la cara- hola, pasad.
-Milo, esta es Cora- dijo Pablo señalándome- Cora, este es Milo, el padre de Alex.
Nos dimos dos besos y después, Pablo me cogió del brazo cuidadosamente y me condujo a través de un salón, al final había un pasillo que conducía hacia diferentes cuartos, Pablo se detuvo en el último y llamó a la puerta.
-Pasa- dijo simplemente.
¿Qué hacía yo allí? Pasamos y Alex no se dio cuenta de que yo también había llegado, estaba sentado en un lateral de la cama tocando la guitarra, era una melodía que me sonaba pero no sabría decir por qué.
-Hola, Alex- me limité a decir.
Dejó de tocar la guitarra y levantó la mirada para posarla sobre mí, luego esbozó una suave sonrisa y yo le correspondí.
-hola, Cora, ¿qué tal, qué haces aquí?- preguntó levantándose de la cama y dejando a un lado la guitarra para acercarse a mí y darme un abrazo en forma de saludo y a continuación saludar a su amigo.

Me quedé contemplando la habitación, las paredes estaban pintadas de un color hueso que parecía muy clarito cuando le daba la luz que entraba por el balcón. Al lado de la puerta, en el suelo había un puff verde muy parecido al que tiene Lia en su cuarto. Algún día tendré un puff como ese.

La habitación era bastante grande, al fondo, justo al lado del balcón estaba la cama, bastante grande por cierto, el edredón era del mismo color que el del puff. A los pies de la cama se encontraba un escritorio con un ordenador y varios papeles desperdigados y, junto a él, una estantería repleta de libros. Al otro lado de la habitación había un amplio armario y una ps3 enchufada a una televisión de último modelo y, junta a esta, una pequeña colección de guitarras eléctricas de diferentes modelos y colores. Después de contemplar la habitación, posé la mirada en su dueño, el cual parecía afectado, pero hizo como si no pasase nada. Creo que se pensaba que no me sabía lo de su abuelo.
-¿Dónde está el servicio?- pregunté rápidamente.

Supuse que necesitarían un momento para hablar solos. Quizás Pablo aprovecharía el momento para decírselo. Este me señaló una puerta que había dentro de la habitación. Me sentí un poco observada cuando fui hasta allí. Cerré la puerta e hice algo que no debía, pegar la oreja a la puerta para cotillear. ¿desde cuándo hacía yo eso?
-Tío, le he contado lo de tu abuelo- le susurró Pablo a Alex- es que es muy lista.
Me eché aliento en las uñas y luego las rocé contra la camisa, pensando en broma: “lo sé”.
-No, no debe de saber nada, la podemos poner en peligro- le murmuró irritado a su amigo- una vez muerto mi abuelo, ya sabes que Niko tiene que venir. Además, con la pérdida del rey, nuestro mundo ya no está seguro, y menos este en el que estamos viviendo ahora.
Su abuelo era rey. Eso sí que es una noticia pero tiene que ser de un país muy lejano pero, ¿por qué lo llaman su mundo?
-No deberíamos habernos hecho amigos de ellas- continuó Alex, afectado.
Esa frase me rompió de algún modo el corazón. No éramos nada pero…me había hecho ilusión…pensé que algún día podríamos llegar a ser algo más. No quería seguir escuchando, así que hice que me lavaba las manos y salí, intentando fingir lo mejor que pude, evitando que se me cayese una lágrima que amenazaba con salir.
Iba a decir cualquier excusa para irme cuando mi móvil empezó a sonar.
Salvada por la campana. Era mi madre.
-¿Si?- pregunté ansiosa de que me dijese que volviese a casa.
-Cora, ¿dónde estás?- me preguntó más tranquila de lo que me esperaba- son las ocho y media, ¿cuándo vas a volver?¿y porque te has ido sin decir nada?
-¿Tengo que ir a casa?, vale, pues ya voy para allá, adiós- colgué evitando que me hiciese un cuestionario.

Los dos chicos se levantaron. Supongo que sería para acompañarme hasta la parada.
-Me voy- dije evitando poner la voz triste-adiós.
-Espera, que te acompañamos- se ofreció Alex con una sonrisa ¿será falso?
-No- este no, no fue un no pero si,  sino más bien un no rotundo.
Pablo y Alex se quedaron extrañados por mi repentino cambio de humor. Antes de salir de la habitación, me fijé en que se miraron entre ellos. En un momento estuve fuera de la casa, supuse que  en seguida saldrían detrás de mí para ver lo que me había pasado, así que corrí hacia la dirección contraria del autobús, dándoles esquinazo. Me quedé observando cómo se fueron corriendo hacia el otro lado.
Me vino una sensación de triunfo al pensar que les había despistado pero al  poco tiempo me afligí por la frase que me acababa de decir, me sentía angustiada y disgustada. Me metí por una calle que parecía ser la principal, paré a un par de personas para pedirles que me dijesen dónde estaba la boca del metro. Todas las respuestas eran las mismas, “está un poco lejos andando, sigue todo recto, al final de esta calle”.

Me senté un momento en un banco y se me escapó una lágrima que me sequé antes de que pudiese deslizarse por mi mejilla.
-¿Estás bien?- me preguntó un tío que pasaba por la calle.
Tendría aproximadamente unos veintitantos años. Su pelo era azabache y muy rizado. Toda su vestimenta era negra, parecía un auténtico pringao, pero de esos que dan pena.
-No te preocupes estoy bien- le murmuré cuando una nueva lágrima se deslizó por mi mejilla fugazmente. Volví a secármela ya que odiaba que me viesen llorando.-Gracias.
Me levanté y continué andando en la dirección que me habían dicho y ya de paso ver si había algún bar cercano por si tenía que correr hacia allí.
-Perdona- me dijo agarrándome del brazo y acto seguido puso una sonrisa forzada. Por la cara que debí de poner fue suficiente para que me soltase al acto- permíteme que me presente, soy Matt, es que te he visto muy perdida preguntando por el metro, el metro está a diez minutos de aquí andando rápido, yo en cambio, te puedo llevar- dijo señalando el coche. Me sonó a la típica historia que cuentan los padres a los niños: si te ofrecen un caramelo por la calle, no te lo tomes, pero claro, estaba tan enfadada y a la vez triste que no fui consciente de que lo más sensato sería negarme.
-Vale…gracias.

Sin darme cuenta, su cara se ensombrenció durante un leve segundo junto a una sonrisa extraña. Nos acercamos hasta el coche y yo abrí la puerta del copiloto.
-Cora, espera- gritó una voz conocida. Era Alex- ¿qué haces?
Corrió hasta donde estaba yo, le faltaba el aliento de haber estado corriendo durante un buen rato y se apoyó sobre sus rodillas.
-Irme a casa- dije con dureza- ¿qué quieres que haga sino?
Negó con la cabeza y me sacó del coche. Me cogió del brazo, pero esta vez no eché ninguna mirada asesina y me llevó al banco que poco antes había estado sentada.
-¿Se te ha ido la cabeza?- me preguntó angustiado- primero te vas de mi casa, espera, corrijo, te escapas de mi escasa y luego estás a punto de subirte en el coche de un tío raro mientras Pablo y yo nos matamos a buscarte.
Y cómo es que me había encontrado. Pero eso ahora no importaba, lo que me fastidiaba es que había sido lo suficientemente egoísta como para haberme ido sin despedirme de Pablo.
Me enfuruñé sin contestar, dándole la espalda. Noté que cuando había llegado Alex, Matt se había puesto demasiado nervioso, incluso se había puesto unas gafas de sol y…ya se había ido el sol y puesto la luna.
-Por favor, no te subas al coche- me susurró Alex mirándome con esos ojos verdes tan intensos.
Entre que me había medio hechizado y que me dio mal rollo Matt, asentí débilmente. Alex me lo agradeció dándome un beso en la mejilla. ¡Súper dulce!
Le agradecí de todas formas por su ofrecimiento a Matt. Si Alex pudiese asesinar con la mirada, probablemente Matt ya estaría medio muerto.

Fuimos en dirección contraria a la que había estado andando todo el rato hasta ahora. En mitad del que camino, Alex llamó a Pablo para informarle de que ya me había encontrado, como si fuese una niña pequeña, yo creo que ya era bastante mayorcita.
-Eres una inconsciente- me regañó. Sabía que tenía razón pero me daba igual.
Una nueva lágrima surcó mis mejillas. Se paró en seco y me abrazó. El corazón me empezó a palpitar a cien por hora.
-Oíste lo que dijimos, ¿verdad?- me susurró pasando su mano por mi espalda para calmarme.
Mi respuesta fue un leve lloriqueo, no comprendía por qué me había afectado tanto.
-Lo siento tanto- dijo angustiado- no lo pensaba en serio, lo estaba pasando tan mal y han pasado tantas cosas que no pienso lo que digo, lo siento, en serio, no quería decirlo, además, lo dije porque en un futuro no muy lejano, si sigues siendo mi amiga, podría ocurrirte algo.

Quería gritarle: Yo no quiero ser tu amiga, yo quiero ser…algo más. Pero no tenía valor para decírselo.
-Pero, ¿por qué?, ¿acaso eres de alcohólicos anónimos o qué?- bromeé.
Se separó ligeramente de mí pero aun así seguimos pegados de nuevo nos fuimos acercándonos y...
-Tíos- nos interrumpió Pablo- llevo todo el rato buscándos, Uy, ¿interrumpía algo?- se interrumpió él mismo
Alex y yo nos separamos mirando a Pablo con cara de odio, me acompañaron hasta la parada del autobús, casi no hablamos por el camino pero justo antes de que llegase el autobús, me aventuré y le robé un leve beso a Alex. El se limitó a entrecerrar los ojos y regalarme una de sus preciosas sonrisas. Una vez puesto el autobús en marcha, saqué el móvil y llamé a Lia.

lunes, 28 de marzo de 2011

8º capítulo.

      
                                                                                                                           ALEX
Me levanté sintiendo una profunda punzada en el cuerpo, y exhausto  salí de mi habitación. Al fondo del pasillo se podían oír los sollozos de mi madre, así que aceleré el paso en dirección a la habitación de mis padres.
- Milo, no puede ser- sollozó mi madre que estaba apoyada en el hombro de mi padre- ha ocurrido antes de tiempo.
- A lo mejor ha sido una falsa alarma- dijo mi padre intentando consolarla.
- No, no puede ser, la punzada ha sido muy fuerte- explicó
-¿punzada? Yo también he sentido una punzada- dije llevándome la mano al pecho- y todavía me duele.
Los ojos de mi madre se abrieron como platos y avanzó  hacia mí.

- ¿tú también lo has sentido? ¿Un fuerte pinchazo aquí?- dijo depositando su mano en mi pecho.
- Sí, ¿Por qué? ¿Qué pasa?- pregunte desconcertado.
Mis padres cruzaron una mirada y luego me guiaron hasta el salón donde me sentaron y me obligaron a escuchar.
- Alex, nuestra “especie” tiene una característica especial que consiste en que todos los miembros de una familia están unidos por un vínculo sentimental muy fuerte- me explico mi madre sin apartar la mirada de mí.
- Este vínculo tiene varias ramas, el número de ramas depende del número de personas que formen la familia. Cuando un familiar muere el vinculo que lo une con la familia se rompe, y eso provoca un fuerte dolor en el pecho, justo por la zona donde se encuentra el corazón- concluyó mi padre que abrazaba a mi madre por los hombros.
- Eso quiere decir… - vacile intentando controlar la multitud de sentimientos que me abordaban.
- Eso quiere decir, si mi intuición no me falla, que por la intensidad punzada es mi padre el que ha muerto- intuyó mi madre volviendo a sollozar desconsoladamente.
- Entonces, si lo que me habéis contado es cierto…, Niko…- mis pensamientos se vieron interrumpidos por el teléfono que empezó a sonar. Me incliné para alcanzarlo y conteste- ¿Diga?
- ¿Milo? ¿Eres tú? Soy… soy Stella-  dijo una mujer de avanzada edad con acento italiano. En su voz se notaba la preocupación que la envolvía.
- No, no soy Milo, soy Alex… ¿abuela?- automáticamente mi padre me quitó el teléfono de las manos y se puso al habla.
- ¿Mama?- pregunto algo extrañado. Se quedó un rato escuchando y a medida que avanzaba la conversación  su rostro iba adquiriendo diferentes expresiones, asombro, irritación, preocupación…

- ¿Qué pasa?- susurro mi madre que, al igual que yo, no entendía absolutamente nada. Mi padre la hizo una señal con la mano indicando paciencia.
La sala estaba iluminada por la luz de la mañana que entraba por los altos ventanales y el ambiente era silencioso y tenso.
- ¿pero está bien?- preguntaba mi padre preocupado mientras seguía escuchando las noticias que le transmitían por el teléfono- Mamá, tenéis que traerlo aquí, allí no vais a poder hacer nada…- se paró al ser interrumpido por su interlocutor- da igual que no quiera, tenéis que comprenderlo, tiene que volver aquí- apremió elevando el tono de voz – Está bien, adiós- y colgó.
- ¿Y?- urgió mi madre.
- Era mi madre, dice que Niko ha tenido un accidente de coche, aparente no tenía muchos datos pero al parecer le empezó a subir muchísimo la fiebre y se desmalló, los médicos no le detectan nada grave…-explicó mirándola que al final parecía entender  lo que ocurría, al contrario de mi que hacia tiempo que me había perdido.
- Es el cambio, estoy segura- dijo ella en voz baja.
- Si, y en ese caso tiene que volver, allí nadie entenderá lo que le pasa.
Mi madre asintió en señal de aprobación.
- ¿Me podéis explicar que pasa?- grité un tanto irritado al no comprender lo que decían.

Mi madre volvió la mirada y me contemplo, al rato añadió.
- Alex, nuestros “poderes” son únicos, ninguna persona puede tener el mismo poder que tiene otro y estos pasan de generación en generación, nosotros sospechamos que, al morir tu abuelo su poder ha pasado a Niko ya que es el único descendiente que tiene sin poder alguno ¿comprendes?- No conteste y recapacité sobre la información obtenida e intenté asimilarla.
- Pero ¿Por qué deducís eso?- dije al fin- ¿no se supone que la llamada es porque ha tenido un accidente?
- Los “poderes” pasan al instante de morir la persona que lo poseía anteriormente- comento rápidamente mi madre- eso produce una inmediata subida de temperatura que prácticamente deja inconsciente a la persona, a ti cuando te sucedió eras muy pequeño y por eso no te acuerdas.

Asentí todavía algo confuso. Mi mente solo era capaz de procesar una cosa, mi hermano, ese que nunca había visto. Pero lo que tenía claro era una cosa: la paz y tranquilidad que había habido durante el reinado de mi abuelo se vería interrumpida por las guerras que todos los que estábamos allí presentes presentíamos. Caos.... 

7º CAPITULO

                                                                                                                         NIKO
Mientras me dirigía a casa de mi tío Toni, presentía que algo, para bien o para mal, iba a cambiar mi vida. Casi lo podía palpar pero me negaba a prestarle atención a ese sexto sentido, por llamarlo de alguna forma.

Una vez allí, salí del coche y salieron al encuentro dos de los muchos guardaespaldas de Toni. Me bajé del coche y les lancé las llaves para que lo aparcaran.
-Buenos días, Niko- me saludó el más gordo de todos- ¿qué tal te está yendo el día?
-Como siempre, Bill, como siempre- le dije quitándome las gafas de aviador Ray-Ban.

Me adentré en la casa, saludando con la cabeza a las numerosas asistentas, de las cuales, las más jóvenes, se sonrojaban al verme y, cuando pensaban que no podría oírlas, se ponías a cuchichear hasta que la más vieja de todas las reprendían.
Estaba acostumbrado desde pequeño a llamar la atención de las mujeres.

-Niko Corlerone- me saludó Toni con los brazos extendidos- mi sobrino preferido, ¿dónde te habías metido?
Toni hizo salir a las asistentas de la sala con un gesto hábil de la mano e hizo cerrar las puertas. Nos quedamos a solas en un enorme y lujoso salón.

-Pues ya sabes, he estado de aquí para allá ocupado- le respondí, sentándome en un acolchado sofá y cogiendo un objeto, mareándolo de aquí para allá- fiestas, universidad, chicas…lo mismo de siempre.
Toni se rió. A penas nos llevábamos diez años y ya estaba casado y con dos hijos pequeños y una bonita esposa.
-Mujeres, ¿eh?- dijo encendiendo un puro y expulsando el humo- ya te cansarás de esa vida y asentarás la cabeza.
Parecía como si me hubiese leído el pensamiento.

-La verdad es que ya me empiezo a aburrir- le confesé depositando el objeto en su sitio y levantándome de mi sitio, inquieto.
Toni se levantó también y me ofreció otro puro. Lo cogí y lo olí.
-Es bueno- dije simplemente.
Lo encendí y me puse a mirar el enorme jardín observando a uno de los jardineros que estaba podando los matorrales.
-¡Pues claro que lo es! Lo he hecho traer exclusivamente desde Cuba.
Toni llenó dos vasos de coñac y me ofreció uno.
-¿Qué te pasa Niko?- me preguntó preocupándose por mí- te veo raro.
Me bebí el vaso de sopetón.
-¿A mí?, nada, ¿por qué?- mentí.
Cogí la botella de coñac y llené el vaso hasta los topes y me lo bebí. Ya iban dos.
-Eh, eh, para el carro- me dijo evitando que cogiera de nuevo la botella- dime lo que te pasa- me ordenó con un tono de voz más duro.
Tras dos vasos repletos de coñac, empezaba a sentir el mareíllo. Me reí tontamente.
-¿A mí?- me señalé y me volví a reír- nada, ¿te he dicho que te quiero, Toni?- le abracé y me separé observando su rostro juvenil.
En ese momento apareció uno de sus hijos, Toni junior. Iba solo. Toni cogió al niño y salió, reprendiendo a la cuidadora que se le había escapado.

Aproveché para beber otro vaso de coñac y salí de la sala en dirección hacia el jardín.
-Eh, Bill- grité al segurata- ¿y mi coche?
-Ahora mismo mando a que te lo traigan.
Me fijé en el jardinero que había estado observando poco antes. Me acerqué hasta él.
-Qué bien cortas los matorrales- dije seriamente pero al momento reí sin querer.
Aprecié que me traían mi coche por el ronroneo de su motor. Me acerqué hasta él y salió otro de los seguratas, el más joven de todos. Este era nuevo pero me había caído bien desde un principio.

-Pero, Pollo, colega- le di unas palmaditas en una de las mejillas- ¿qué es de tu vida?.
Pollo era el típico guardaespaldas que jamás se quitaba las gafas de sol.
-Niko, estás un poco borracho- me dijo observándome- no deberías coger el coche.
-Que vaaa, nooo- dije desternillándome- ¡qué cosas tienes!
Me subí a mi precioso lamborgini y arranqué el motor. Al principio se me caló el coche pero volví a arrancar  y en un momento estaba casi fuera.
-Niko- oí que gritaba Toni- baja del coche. Detenedlo.
Todos se abalanzaron sobre el coche pero los esquivé.

Intentaron cerrarme las puertas de la entrada a la mansión pero pasé justo a tiempo. Una vez fuera, decidí probar el motor en todo su potencial. ¿Por qué no?, me sentía dispuesto a todo. Me encaminé hacia la carretera y empecé a acelerar.

Grité de la emoción y durante un leve segundo solté las manos del volante y puse la música a tope. Los coche se fueron apartando, dejándome paso, e incluso provoqué algún que otro leve accidente a terceros. Entonces, llegó lo inesperado, una curva muy pronunciada. Intenté frenar pero no tuve tiempo suficientey el coche derrapó acercándose demasiado a la pared del tune, lo siguiente que ocurrió me sumió en una oscuridad.

6º CAPITULO

                                                                                                                     ALEX
Es principio de primavera en Madrid y empieza a hacer calor, me encontraba tirado en el sofá de mi casa llevando puesto únicamente los pantalones del pijama. Sonaba de fondo el programa de zapping que estaban echando en la televisión situado en frente del sofá, en ese momento, el teléfono que está sobre la  mesilla de cristal que ahí entre el sofá y la televisión empezó a vibrar. Lo miré, era pablo.

- Hola pablo, ¿Qué tripa se te ha roto?- dije bromeando.
- muy gracioso, te llamaba para lo de la actuación de esta tarde, ha habido un problema con el espacio y tenemos que ir allí un poco antes para poder poner todo a punto, ya he hablado con Arturo y vamos a estar allí sobre las cinco- me explicó.
-Está bien ahí estaré- y colgué.

¡Mierda! solo faltaban una hora para estar allí y yo en pijama. Me levanté corriendo del sofá y fui al baño a ducharme, al finalizar me vestí y salí por la puerta corriendo hacia el garaje donde se encontraba mi Honda CBR verde, arranqué y me dirigí directamente al garito donde habíamos quedado.

Una vez allí aparque y vi a pablo entrando por la puerta cargando con un gran altavoz.
-Hola tio ¿te ayudo?- me ofrecí mientras me acercaba saludándolo con la mano.
- Si, vete cogiendo los altavoces de la furgoneta y ve metiéndolos dentro- explico mientras seguía avanzando hacia dentro. Cogí un altavoz y madre mía como pesaban, cargué con el  altavoz hasta el garito, y una vez allí lo deposite en el suelo.

El lugar no era muy grande y estaba decorado con un estilo horror vacuin, todas las paredes estaban repletas de una mezcla de cuadros modernos y antiguos y muchas matriculas colgadas al estilo americano. A la derecha, había una larga barra de madera con unos cuantos taburetes desperdigados y a la izquierda se encontraba  el minúsculo escenario, el centro de la sala estaba cubierto de mesas con varias sillas y a los pies de las paredes  se sucedía una cadena que consistía en una lámpara, una planta y una papelera, y así continuamente alrededor de toda la sala. Arturo, el guitarrista del grupo el cual es un tanto insoportable se encontraba sentado en una mesa con el cuerpo extendido encima de esta y con unos grandes cascos en las orejas. Me acerque a él.

-¡He tio!- dije sacudiéndole el brazo- ¿piensas ayudarnos o qué?- se levantó con resignación y salió del local.
-Tio te juro que no le aguanto es que pasa de todo-le dije a pablo un tanto irritado en ese momento lamenté el día en que le metimos en el grupo por recomendación de un conocido de Pablo.
-Ya ves lo mismo te digo llevo ya un rato intentando que se moviera de allí pero no ha habido manera, no sé cómo lo has hecho- dijo sonriendo
- pues no sé, habrá comprendido de una maldita vez que no puede estar ahí tumbado mientras los demás estamos trabajando, aunque lo dudo mucho- dije riendo.
- Si no fuera un buen guitarrista le habría cantado las cuarenta hace mucho- explicó riendo a la vez.

Pasadas unas horas, cuando ya se acercaba la hora de nuestra actuación las vi entrar por la puerta, me acerqué a ellas con una gran sonrisa en la cara.
- Pensé que ya no vendríais, ¿os ha costado mucho llegar hasta aquí?
- Que va no mucho, Lia se conoce todo Madrid y preguntando a algunas personas no nos ha supuesto mucho problema- me explico Cora mirándome fijamente.
- Me alegro, os he reservado unos asientos de primera justo delante del escenario
- Genial- dijo Lia entusiasmada mientras paseaba la mirada por toda la estancia.

Se sentaron en sus respectivos asientos y yo me reuní con mis compañeros detrás del escenario y me prepare para la actuación. Salimos al escenario y cantamos durante una hora unas cuantas canciones bien ensayadas, en general eran canciones pop-rock pero también cantamos un par de baladas que en mi opinión eran muy bonitas, mientras cantábamos no puede evitar desviar la vista de vez en cuando en dirección a Cora que se la veía muy alegre bailando con su amiga moviendo a los lados el precioso vestido morado de palabra de honor que traía donde dejaba ver un precioso y lucido escote.

Al finalizar nos aplaudieron como locas y se dirigieron a la barra mientras nosotros comenzamos a guardar los instrumentos, o al menos casi todos, contemplé interesado como Arturo se acercaba a ellas.
-Hola preciosas- dijo Arturo con tono despectivo a las chicas-¿os ha gustado la actuación?
Lia y Cora dejaron las copas que estaban tomando en la barra y se dieron la vuelta mirándole fijamente.
- Si nos ha encantado- dijo Cora entusiasmada
- La verdad es que estuvo mejor de lo que me esperaba- Afirmó Lia con una amplia sonrisa.
Arturo fue acortando las distancias poco a poco -¿queréis venir a mi camerino?- sugirió poniendo un brazo sobre cada una de las chicas- os puedo enseñar mis guitarras y de paso os invito a algo.
- ¿Y pablo y Alex estarán allí, no?- pregunto Cora.
- Sí, claro- afirmó el guitarrista.

No se cómo puede ser tan sumamente mentiroso si sabe perfectamente que estamos aquí cargando el material en la furgoneta.
Cuando les vi avanzar hacia “el camerino” que era una mini habitación que estaba al lado del despacho del dueño del local me dispuse a seguirles, cuando llegue vi a Arturo con intención de abalanzarse sobre ellas y decidí intervenir.

- Arturo déjalas vienen con nosotras- dije con expresión de dureza.
- ¿Y si no quiero que?- me retó con una medio sonrisa burlona.
-  No me toques los cojones y déjalas en paz- vi como los rostros de las chicas tenían una expresión de no comprender absolutamente nada.
- Hui que miedo-amenazó
En ese momento mi paciencia llego a su fin, me acerque a él y cogiéndole la camiseta por los hombros lo empotré contra la pared en ese momento sentí un rápido rodillazo, procedente de Arturo, en el estómago que me hizo doblarme de dolor y este aprovecho para darme un puñetazo en la cara. Sentí como mi cuerpo empezaba a cargarse de energía esperando una orden mental para salir disparada de mi cuerpo, me controlé, “no ahora no” pensé, así que me recompuse y me erguí de nuevo para asestarle un puñetazo en la cara con todas mis fuerzas que le dejó el labio y la nariz sangrando y la mejilla enrojecida, se llevó la mano al labio y al ver al leve hilo de sangre volvió la vista hacia mí y se dispuso a atacar, acto seguido apareció Pablo que lo agarró por los brazos e intento calmarlo. Volví la mirada hacia Cora y Lia que se las veía bastante asustadas y que se habían apartado un poco de la escena.

- ¿Estáis bien?- pregunte un tanto preocupado.
- Sí- dijeron con un leve susurro al unísono.
- Siento muchísimo todo esto enserio…
- No te preocupes, no pasa nada- Dijo Cora interrumpiendo mis disculpas- y tú ¿estás bien? Tienes la cara un poco hinchada.
-Sí no pasa nada, me curo rápido- me lleve la mano a la cara notando levemente el hinchazón- Os recompensare por la escena, ¿os apetece tomar algo?
- No hace falta, de verdad – dijo Lia ya un poco más calmada.
- Insisto-  añadí con una amplia sonrisa
Se miraron y luego Cora añadió- está bien- sonriendo a la vez.

Una vez nos deshicimos de Arturo fuimos a la barra y las invité a unas copas y algo de picar. Hablamos sobre la familia, los hobbies, las vacaciones soñadas y otros temas que fueron saliendo en el momento.
- ¿Bueno se ha hecho un poco tarde no?- Dijo Lia mirando el reloj del móvil- además mi madre ya me  ha llamado dos veces, eso es un “¿Cuándo piensas volver?”- añadió sonriendo.
-Sí, es mejor que nos vayamos yendo- afirmó Cora
- Pero si lo mejor está por llegar, aun no habéis visto a Alex haciendo un  intento de contar un chiste gracioso- se burló pablo mientras soltaba una carcajada- es para mearse de risa.
- Que pasa, mis chistes son graciosos lo que pasa que tú eres un poco corto de mente y no los entiendes- me defendí
- si claro, lo que tú digas
- Bueno quizás la próxima vez podamos escuchar esos chistes tan buenos- dijo Cora mirándome fijamente con una amplia sonrisa burlona.
- Sí, la próxima vez- concluyó Lia.
- ¿queréis que os acompañemos? Pablo tiene coche, bueno más bien furgoneta- ofrecí.
- No, no hace falta la boca de metro está aquí al lado y la línea es directa a mi casa- Lia miro a su amiga  que parecía que la taladraba con la mirada.
- En ese caso os acompañamos al metro- concluí. Recogimos nuestras pertenencias y saliendo del garito avanzamos hacia en metro que, efectivamente estaba muy cerca. Nos despedimos dándonos dos besos en la mejilla y nos prometimos volver a quedar pronto, esa idea me ilusionaba bastante. Así que, contentó  volví, recogí mi moto me despedí de pablo y satisfecho por la tarde transcurrida volví a casa.

Al entrar en casa me dirigí directamente a mi habitación y sentí los pasos de mi madre siguiéndome.
- ¿Que tal la actuación?- Me pregunto deteniéndose delante de la puerta de mi cuarto- Habéis vuelto muy tarde.
- Si, la actuación ha ido genial, nos han aplaudido mucho y parece que la gente se ha divertido, luego nos quedamos tomando algo con unas amigas que vinieron a vernos tocar- vi como mi madre sacudía al pelo rubio rizado y asentía interesada por la conversación.
- ¿Enserio?, qué bien y ¿cómo son? ¿Qué edad tiene? ¿A qué se dedican?
- Pero esto que es ¿un interrogatorio?
- No hijo, solo me intereso por lo que haces- dijo sintiéndose un poco ofendida
- Perdona mama era broma, ya sé que lo único que quieres es protegerme pero tranquila ellas son buenas personas y no creo que sospechen nada sobre lo mío si yo no las digo nada- dije para tranquilizarla- pero si te quedas más tranquila te lo diré son jóvenes tienen 18 años y estudian el bachillerato.
- Esta bien hijo si tú dices que no pasa nada yo te creo, pero ten cuidado ya sabes que es importante que nadie descubra lo nuestro, no quiero que te pase lo mismo que le pasó a tu hermano, todavía no me perdono que tuviera  que separarle de  sus padres y de su hermano- dijo sollozando.
- No llores mama, no fue culpa tuya- la abracé consolándola- además no está solo, al parecer los abuelos le cuidan bastante bien ¿no?
Asintió y salió de la habitación.

Mi hermano descubrió el pequeño secreto de la familia cuando era muy pequeño y eso obligó a mis padres a ponerlo a salvo enviándolo con mis abuelos paternos, que viven en una mansión en Italia. Según mi madre algún día tendrá que volver  y enfrentarse a lo que somos y a lo que él será algún día,  cuando le llegue el momento.

domingo, 27 de marzo de 2011

5º CAPITULO

                                                                                                                              CORA           
 Por fin viernes de nuevo. Mi madre me acaba de despertar hace nada para ir al colegio y, como de costumbre, me tenía preparado unas tostadas con mermelada y mantequilla para poder mojarlo con un pedazo vaso de leche de casi medio litro. Por el contrario de Lia, a mí no me gustaba tomarme un café, aunque eso no quitaba, que me encantase el olor que desprendía la cafetera con el café recién hecho. Después de asearme y enfundarme los primeros vaqueros que veía junto con uno de mis jerséis a rayas, procedí a ir al colegio con mi padre. Antes de irme le daba un beso a mi perro en la frente y después a mi madre.

Por su parte, mi padre un hombre bueno cuyo pelo era abundante y blanco como la nieve. Me llevaba todos los días hasta el colegio. Como de costumbre, ya en el coche, ponía la radio con la misma monótona y aburrida voz  de un locutor de política muy popular en España. Parecía que después de estar escuchándola durante unos cuantos años, me había inmunizado contra ella. El padre de Lidia, Jacobo, también escuchaba por la mañana lo mismo. Parecía una maldición para la gente como Lia y yo.

Una vez ya en el colegio, fui directamente hacia mi clase y al fondo de esta ya se podía ver sentada a Lidia esperándome.
    -¡No sabes lo que he soñado!- dijo todo emocionada antes de que me diese tiempo a depositar la mochila en el suelo.-he soñado con un buenorro italiano- me contestó antes de que dijese algo.
Lia tenía una gran afición por Italia y, en mi humilde opinión, los italianos en masculino.
    -A ver, cuéntamelo- sugerí quitándome el abrigo, sus ojos pardos se le iluminaron de la emoción.
    -Un chico que se está mirando al espejo, recién duchado- me explicó levantando rápidamente las cejas- pero tenía una toalla por debajo de su tableta de chocolate. Entonces, escuchó la voz de su abuela diciéndole que estaba ya la limusina. En ese momento se vistió y le dijo que se iba a casa de un tal…Toño o Toni, en fin, da igual.
Luego, a partir de ahí el sueño está un poco borroso. La abuela le pide algo así como que no comenta el mismo error que su padre  y el buenorro se pone serio y le dice algo de que no cometería el mismo error que su padre y después se pira en un pedazo Lamborghini.
    -¿En un Lamborghini?- me reí- pero entonces debía de ser rica su familia.

A medida que hablábamos, la gente iba entrando poco a poco a clase y eso solo significaba una cosa, que dentro de unos minutos se iniciaría la clase de mates.

    -Y tanto, ese tío suyo, Toñ…Toni era un mafioso- dijo emocionada revolviéndose en su sitio- además recuerdo que su abuelo, un tan Angelo, era el jefe.
    -Con que el jefe de la mafia, ¿no?- dije bostezando de sueño- y, ¿cómo es que te acuerdas de tantos nombres?
    -Buff, ni idea, es que fue tan real. El chico se llamaba Niko, pena que solo haya sido un sueño y no la realidad, estaba buenísimo- finalizó ella suspirando.

En ese momento, entró la profesora en la clase y sin mayor demora la inició. Tras horas y horas de tortura en clase, quitando el rato de recreo, llegó el momento de irse del colegio y eso, solo significaba una cosa…irse a las máquinas del Corte Inglés. Esta vez, estaba más emocionada de lo normal. Llevaba una semana sin quitarme de la cabeza a aquel chico que ni si quiera sabía su nombre. No sabía si lo volvería a ver, pero lo que si estaba segura es que, de verlo otra vez, me tragaría mi timidez.

    -Es que el chico era taaaan mono- susurró Lia.
    -¡Que pesada!
Lia llevaba todo el día pensando en su sueño y yo por mi parte en si iba a ver o no un reencuentro con el chico, no sé porque tenía tantas esperanzas cuando es casi imposible q nos lo volvamos a encontrar pero como suele decirse, soñar es gratis.
    -Además, físicamente son iguales.
Reduje el paso para evitar chocarme con alguien ya dentro del Corte Inglés.
    -¿Iguales…quienes?- pregunté adivinando quién podría ser el segundo integrante.
    -Venga, Cora, tú lo sabes tan bien como yo que nos conocemos de sobra. Tú sigues pensando en ese chico del viernes anterior. Solo digo que eran iguales físicamente, mismo pelo, mismo cuerpo, diferentes ojos y facciones de la cara parecidas.
Nos quedamos en silencio durante un largo minutos ensimismadas en nuestros pensamientos.
   -Lidia- la detuve llamándola por su nombre completo, sé que la fastidia mucho pero es la única forma de que me escuche, notando como la gente se quejaba de haber detenido el paso del abarrotado ritmo desenfrenado que se dirigían a diferentes secciones del gran almacén- tienes que comprender que ese chico, Niko, no existe…es un sueño.
Durante un segundo puso mal gesto pero dio paso a la comprensión.
    -Tienes razón, lo siento.

En ese mismo momento llegamos a la máquina de Dj. Mientras Lia cargaba la partida, me dispuse a buscarle con la mirada pero no vi a nadie. Me decepcioné. ¿Cómo podía haber tenido la mínima esperanza en volver a verlo?, ¿por qué me había obsesionado así?
    -Cora, mira- mi amiga me señaló otra cuenta que habían creado hace poco- Pablo y Alex-añadió arqueando la ceja  con expresión risueña- puede que sean ellos.
Se me abrieron los ojos como platos.
    -Lo sé, soy la mejor- se felicitó Lia a sí misma- the best of the World, of the Galaxy of the Twilight-añadió riendo ante su intento de hacer una frase coherente en inglés, está claro que lo suyo no son los idiomas.
    -Ni que lo digas- confirmé con una gran sonrisa. Empecé a dar saltitos junto con un gritito impropio de un sitio público- eso quiere decir que van a volver.

Con el ánimo más levantado, nos pusimos a jugar y esforzarnos para mejorar las puntuaciones de Pablo y Alex. ¡Que bonitos nombres!
    -Más deprisa- sugirió una bonita voz masculina que solía irritar a mi amiga. A mí se me ensanchó la sonrisa y el corazón me empezó a palpitar, Lia se giró pero esta vez divertida y dándome un codazo.
    -Hola…Pablo- dijo ella arriesgándose a fallar.
Un chico rubio con cara de bonachón y a la vez de pasota se plantó delante de Lorena y la hizo una reverencia.
    -A su servicio- la saludó viniéndosele las rastas a la cara.
    -Por lo tanto tú debes de ser Alex- dije inconscientemente con un deje de emoción en la voz.
Una media sonrisa en su cara fue bastante para confirmarlo.
    -Yo soy Cora y esta es mi amiga Lidia.
-Lia para los amigos… y para todo el mundo-añadió ella rápidamente con una sonrisita.
Me fijé que un niño, de apenas unos cinco o seis años, se escondía detrás del chico de las rastas rubias. Tenía sus mismas facciones y por tanto supuse que sería su hermano.
    -Chicas, este es mi hermano isidro- dijo Pablo.
El niño, bastante mono por cierto, le dio un puñetazo en la pierna.
    -No me llames así, sabes que no me gusta, me llamo Isi- dijo con un tono de voz infantil y acto seguido volvió la vista en nuestra dirección, vi como Lia le miraba con cara de comprender la frustración del niño respecto a su nombre, esta chica es de lo que no hay- oye Alex, esta es la chica que te gusta, ¿no?- preguntó con toda su inocencia.
Ambos nos enrojecimos y se pudo palpar la tensión en el ambiente.
    -¿Os apetece dar una vuelta?- preguntó Pablo reteniendo la pierna de su hermano en el aire para hacerle rabiar y dejando al niño boca abajo sostenido en el aire- o tomar algo.
Lia me miró y, como de costumbre, nos entendimos con la mirada.
 -Sí, una vuelta no estará mal- confirmó mi amiga por las dos.

Recogimos nuestras cosas y salimos por las puertas correderas que estaban más cercanas. Inconscientemente nos dirigimos en dirección hacia el colegio. Al principio mantuvimos una conversación los cuatro juntos pero poco a poco, Lia sostuvo una conversación con Pablo e Isi, mientras que Alex y yo mantuvimos la nuestra.
-¿Qué es lo que sueles hacer los sábados?- me preguntó mirándome de hito en hito.
Dude en si mentir y hacerme la interesante o decir la verdad y mostrarme tal y como era yo.
- pues…lo típico…levantarme tarde, leer un libro, fastidiar a mi perro, fastidiar a mi hermano, quedar con Lia…- dije diciéndole la verdad- ver películas con mi familia, más o menos, ¿y tú?
Con el ruido de los coches no podíamos oírnos bien por lo que nos acercamos un poco más.
-si yo te contase…-dijo en un tono melancólico.
Noté que era un tema que todavía no podía contarme por la falta de confianza.
 -Bueno… ¿tienes hermanos?- me propuse cambiar de tema.
-Sí, tengo uno, pero hace mucho que no le veo- me confesó cerrando las manos en un puño- ¿y tú tienes hermanos?
-Sí, y yo le veo tooodos los días- me reí- se llama Juan, está loco- dije en medio en broma.
Alex volvió a reírse de esa manera que tanto me gustaba.
Casi habíamos llegado al colegio y decidimos coger la calle serrano hacia arriba, pues era la dirección hacia mi casa y  donde estaba la parada del 51 que llevaba a casa de Lia.
-Ey, Cora, ¿qué vamos a hacer mañana?- me preguntó Lia. Eso solo significaba una cosa. Me caen bien, te doy permiso a que quedemos con ellos.
-De momento nada.-que en nuestro idioma significaba podemos y debemos quedar con ellos otro día.

Seguimos andando pasando por una tienda de chuches y ese tipo de cosas no muy sanas llamada Garcés pero que yo la llamaba la Lechera, que es así como la nombraban en mi antiguo colegio.
-nosotros tenemos un grupo- dijo Alex pasándose la mano por el pelo- mañana vamos a tocar en un garito, Pablo es el batería y yo el cantante, podéis venir a vernos y luego podemos salir a tomar algo, si queréis, y así os presentamos al guitarrista.
Me pareció una idea increíble y emocionante, estaba deseando ir a verlos o…más bien…ir a verlo.
-No podemos llegar muy tarde a casa- contestó Lia- pero a lo mejor nos pasamos.
<<¿a lo mejor?¿lo duda?-pensé- me va a acompañar si o si>>
La di un codazo con lo que se quejó.
-Claro que vamos a ir- confirmé rápidamente antes de que se echasen atrás- allí estaremos, en la primera fila.
-¿y qué he dicho?- me preguntó irritada Lia- he dicho que a lo mejor nos pasamos, no he dicho un no rotundo.
La eché una mirada asesina, de esas que lo dices todo.
-Efectivamente iremos y estaremos en la primerísima fila- dijo al momento- ¿contenta?- me susurró irritada.

Asentí. Entonces fue cuando nos dimos cuenta que ambos nos estaban miraban con cara divertida. Al final de la calle se podía ver como acercaba el autobús.
-Bueno, yo me tengo que ir, viene mi autobús- nos dijo Lia.
-Nosotros también tenemos que cogerlo- dijo Pablo.
Entonces noté como se me acercó Alex y me daba dos dulces besos en la mejilla. Me aparté rápidamente ya que me dio un calambre.
-Este chico está cargado de electricidad pura, si señor- dijo con orgullo Pablo.
Alex lo miró con cara de no creerse lo que estaba oyendo.

Se subieron los tres al autobús y esperé a que desapareciera al final de la calle. Me pasé las manos por las mejillas. Nunca más me volvería a lavar la cara. Bueno, vale, mañana, cuando me levante con unas enormes y asquerosas legañas y mi perro me haya llenado la cara de lametones pero, para mí esos besos serían imborrables.