martes, 22 de marzo de 2011

1º Capítulo

                                                                                                                           Cora
 
Ya ha pasado más de medio año desde que se inició nuestro último año en el colegio. La monotonía se ha adueñado de nuestras vidas pero las clases no han podido aplacar nuestro espíritu soñador. Aunque debo mencionar que, a veces, el segundero del reloj retrocede hacia atrás siniestramente simplemente para fastidiarme.

Por fin ha llegado el día más adorado por los estudiantes, el viernes a la salida de clase. Lia y yo habíamos cogido la costumbre de dejarnos caer por el Corte Inglés de la Castellana y adueñarnos de un juego que imita a una máquina de DJ y que está instalado con la única función de que la gente lo pruebe y no, como nosotras, hacer una cuenta en el propio juego teniendo la mera esperanza de pasárnoslo  antes de que lo sustituyesen por otro. Una vez allí, como siempre, nos pusimos manos a la obra quitándonos los abrigos y las mochilas desperdigándolas por ahí como si se tratase de nuestra propia casa y poniéndonos cómodas.
De repente empecé a sentir que una leve brisa me llegaba por la espalda y me helaba todo el cuerpo, me giré para echar un vistazo rápido para no perder la concentración de juego y vi a gente que entraba y salía constantemente por las puertas automáticas.

-¡La puerta, cerrar la puerta que entra frío!- bromeé elevando la voz en dirección a estas.
Lia se distrajo un momento dejando los paneles de control del juego.
    -¿y las patatas?,¡que alguien me traiga algo de comer!- dijo sonriendo.
Nos desternillamos y continuamos jugando intentando recuperar la puntuación que perdimos e intentado conseguir la tercera estrella.
Seguramente, si hubiesen instalado también la guitarra del juego, me habría adueñado de ella, dejando a Lia al control de la máquina de Dj. Pero, como no lo había, pues nos repartimos las funciones.
Puse la alarma en mi reloj para que nos avisase al cabo de una hora.

    -Tenéis que mover los dedos más rápido…vais muy lentas- dijo una bonita voz masculina mis espaldas.
Lia y yo estábamos tan concentradas en el juego que no nos dignamos a darnos la vuelta. No obstante intentamos complacer a nuestro espectador.
    -Muy bien, así está mejor- susurró complacido.
Sabía que este chico estaba incomodando a Lidia y sin mirarla supe que la estaba saliendo una venilla en la frente indicando su grado de frustración.
    -Más rápido…así…no,no, más rápido- siguió aconsejando el chico.
Lidia se giró con una furia desgarradora y si esto más que la realidad fuese dibujos animados, se la vería enseñando los dientes, con los ojos enrojecidos inyectados en sangre y emitiendo un gruñido gutural y aterrador.
    -¿pero nos vas a dejar jugar tranquilas o qué?- gruño Lia.
La canción ya se había echado a perder. Me giré yo también para ver quién era el culpable. Se iba a enterar. ¿Quién osaba a molestarnos?
    -Os habéis adueñado del juego- dijo divertido levantando las dos manos en forma de defensa.
Mi protesta murió en mi boca antes de salir. Me quedé cortada. Mi corazón latía a cien por hora. Ante nosotras se encontraba el chico más guapo que había visto en mi vida. Su cara mostraba la dulzura de sus rasgos. Sus cejas enmarcaban sus impresionantes ojos que eran de un color muy extraño. Se parecían al color de las uvas verdes. Sus labios eran sensuales y ligeramente voluptuosos, pidiendo a gritos ser besados. A medida que ensanchaba su sonrisa, mostraba unos sensacionales dientes blancos y alineados. Su cabello castaño claro brillaba llamativamente. Lo llevaba corto y ondulado con un toque pijo. Por último, sus pectorales marcaban levemente la camiseta que llevaba, ¿es que no se congela?, estamos en pleno invierno, por Dios.

Lia se dio cuenta del descarado examen físico que le había hecho y me dio un codazo bien merecido para sacarme de mis pensamientos. Acto seguido bajé la mirada y la situé en el suelo
-Emm…-no conseguí pronunciar ninguna palabra ya que sentía su mirada fija sobre mí. De tanto tartamudear me parecía que estaba quedando como una verdadera subnormal… en el mejor de los casos. Además, por si fuera poco, el buenorro emitió una dulce carcajada dándose cuenta de la bochornosa situación que estaba pasando.

- Perdona, pero… ¿Cómo has osado interrumpirnos?- dijo Lia notablemente enfadada- estábamos en mitad de una partida y nos la has echado a perder.
Cuando Lidia se enfadaba, movía su larga y lisa melena castaña.
- Perdona pero es que lleváis un buen rato y a nosotros también nos gustaría jugar, si no es mucha molestia- se defendió el chico dando a entender su ligero tono de irritación y recorriendo nuestros rostros con su preciosa mirada mientras su acompañante, que carecía de atractivo a su lado y que  contemplaba la escena con cierto interés.
- ¿Acaso en algún sitio pone que hay un límite de tiempo para jugar?- se defendió mi amiga sin apartar su mirada amenazadora en el rostro del chico.

Generalmente, mi amiga suele tener unos bellos ojos de color pardo con pintitas de un verde más oscuro, pero esta vez se le estaban oscureciendo o al menos es lo que me pareció.
- No, pero es cuestión de tener un poco de educación, no se puede estar acaparando la máquina de esa manera- alegó fijando de nuevo su preciosa mirada.

En ese momento vi que una pareja de ancianos se había parado para observar la situación. Se les veía tan ilusionado como si ahora me dicen que voy a conocer a mi banda favorita. Debía de ser para ellos lo más emocionante del día. Después advertí que Lia se disponía a contestar de nuevo, y obvio no iban a ser buenas palabras, así que me dispuse a contestar rápidamente.
- Bueno está bien ya nos vamos- dije algo tímida mientras me disponía a recoger mis cosas evitando a toda costa su mirada.
- Pero…- intentó protestar Lidia pero con una simple mirada asesina de las que le suelo echar en estas situaciones fue suficiente para que ella me obedeciera- está bien…- añadió con resignación mientras también recogía sus cosas.
Mientras nos alejábamos, sin darme cuenta volví la mirada hacia atrás y enrojecí al comprobar que el chico guapísimo me estaba mirando, y así nos alejamos cruzando una última mirada antes de salir por las puertas automáticas.
Cuando ya estábamos fuera, percibí que esta vez era ella quien me echaba una mirada asesina con un atisbo de no comprender realmente lo que me había ocurrido antes. Nunca me había pasado. Jamás.
- ¿pero qué te ha pasado ahí dentro? ¿Porque no has dicho nada?, he quedado como la borde de las dos y encima tu empiezas a desnudarlo con la mirada.
- No le estaba desnudando con la mirada- mentí. Al segundo me di cuenta que siempre sabíamos lo que pensaba la otra y generalmente, que no podía mentirla- solo le observaba- añadí para arreglar la situación sin saber que más decir.
- Noo… que va… solo observándole y ¿se supone que me lo tengo que creer? – dijo sarcásticamente.
En ese momento salíamos del Corte Inglés, en dirección al metro.
- Bueno que quieres que le haga ¡es que estaba buenísimo!- me defendí dando saltitos por la calle.
- Sí, era mono, pero nos ha fastidiado el juego cuando estábamos a punto de conseguir tres estrellas en el nivel medio, ¡eso es un logro!
- Sí, bueno ya lo conseguiremos el próximo día.   
           
Asintió con resignación. Cada una nos dirigimos en direcciones distintas del amplio transbordo del metro de Nuevos Ministerios.
Mi mente no consiguió abandonar el lugar en donde se encontraba el chico por el que, por algún extraño motivo, no puedo dejar de pensar.

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