lunes, 9 de mayo de 2011

CAPITULO 15

                                                                                                                          CORA
Me levanté a las cinco de la mañana con un fuerte dolor detrás del oído. En medio de la oscuridad de mi cuarto me lo palpé y lo noté bastante inflamado. Me asusté y encendí la luz de la mesilla de noche y me acerqué sigilosamente hasta el espejo, ya que no quería despertar a mi familia que aún dormía. Me aparté mi melena rizada y fue cuando lo vi. Era una especie de tatuaje, una especie de espiral con cuatro triángulos a los extremos. Me asusté de tal forma que casi grito, Thor se acercó a mí moviendo el rabo y al ver la señal me dio unos besitos, intentando aliviarme la herida. Después se tumbó en una esquina de mi cuarto.

- Vale, que no cunda el pánico- me susurre a mí misma- a lo mejor esto es un sueño. Me pellizqué con toda mi fuerza en el brazo y me dolió, maldecí por lo bajo. De repente me entró un fuerte mareo seguido de un fuerte dolor en la señal. Me fui  hasta la cama y me tumbé.
- ¿Qué es lo que hice ayer?- me pregunté a mi misma.
Entonces me vino todo a la mente. Por la mañana colegio, en el recreo hice pellas, después una comida con Alex, por la noche el beso y luego… está un poco borroso. No-puede-ser. Hice un esfuerzo para recordar y me vino un breve flash.
“Subiendo por las escaleras de mi edificio me encontré con Matt, el chico raro.
- Tienes la señal- dijo simplemente.”

Ya no me acuerdo de nada más. Me empecé a poner nerviosa. Estaba totalmente en blanco, como si hubiese bebido mucho y no me acordase de lo que había hecho, pensé en llamar a alguien pero luego descarte la idea, no quería preocuparles. Después, pensé en despertar a mi familia pero también la descarte, solo en pensar la regañina que me caería, por qué pensarán que me hice el tatuaje a posta, la descarté del todo.

Me llevé  la mano a la frente y estaba ardiendo y llena de sudor. La otra mano me la llevé al corazón, casi no tenía pulso. Entonces, me percaté de que la respiración era lenta y forzosa, junto a todos estos síntomas se me juntaron con el tiempo pesadez del cuerpo y ligeros tembleques, sin contar, la doliente herida de detrás de la oreja.
En el momento que me percaté de todo lo que ocurría, me entró el pánico. Intenté gritar pero no pude, intenté moverme, pero el cuerpo no respondió.

Estaba claro que, estaba más cerca de la muerte que de la vida. Ahora, tal y como me encontraba, solo podía pensar. Pensé en mi familia, pensé en mis amigos y pensé en Alex.
Poco a poco dejé de pensar y me sumí en una profunda oscuridad.

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