martes, 10 de mayo de 2011

CAPITULO 16

                                                                                                                                       LIDIA
Me encontraba en mi habitación, tumbada sobre la casa mirando fijamente la pantalla del portátil haciendo un vago intento de estudiar, pero resultaba imposible después de la tarde que había pasado con Niko. La verdad es que no es muy normal ir a un concierto de los Black Eyed peas un jueves lectivo, así sin más, sin planearlo. La ventana del Messenger hizo un pequeño ruidito que me hizo salir de mi espasmo, avisando que tenía un mensaje, lo abrí sin prestar mucha atención y contesté, me levanté de la cama y sin poder aguantarlo más cogí el móvil y maque el número de teléfono de Cora, sonó durante un rato y finalmente contestó.
- ¡Hola!- dijo alegremente.
- ¡Hola!- saludé con el mismo tono.
- ¡No sabes lo que ha pasado!- dijimos las dos al unísono casi gritando.

Nos reímos y yo como siempre me puse a recorrer la habitación de un lado a otro. Es como un tic nervioso, me es imposible mantenerme quieta mientras hablo por teléfono. Al final cuando cesaron un poco las risas ella habló.
- Venga, tu primero- dijo impaciente.
- Vale pues, estábamos Niko y yo saliendo del restaurante donde habíamos comido, lo típico, y a él le empieza a doler un muchísimo un  tatuaje que se hizo en Italia en el tobillo, súper chulo por cierto tienes que verlo, y entonces como lo vi muy hinchado y muy rojo pues me fui a por unas tiritas a una farmacia que había enfrente- explique haciendo una breve pausa- y al volver le vi que estaba como súper emocionado, estaba hiperactivo y me dijo que le llevara al palacio de los deportes, así que le llevé y ¿a que no sabes lo que pasó?- Pregunté emocionada mientras daba pequeños saltitos por mi habitación.
- ¿El qué?- preguntó esperando paciente la respuesta.
- ¡¡Fuimos a ver el concierto de los Black Eyed Peas!!- dije explotando de emoción- Ese que queríamos ir  pero no quedaban entradas.
Se quedó un rato en silencio asimilando la información.
- No puede ser, ¡eres una cabrona! Pero si las entradas estaban agotadas- dijo sin salir de su asombro.
- El tío ese que tiene le consiguió unas entradas Vip, tía ¡fue una pasada!- dije calmando un poco la emoción.
- Pero que suerte tienes cabrona, y encima con Niko- añadió en tono cantarín recalcando la palabra Niko- y que más pasó.
- Nada, cuando terminó me acompaño a casa y luego se fue, la verdad es que  todavía estoy un poco preocupada, no sé si habrá llegado bien o se habrá perdido- hice una pausa pensando y desando que estuviera bien- enserio tía a pesar de que tiene un aspecto de niño consentido e insoportable es muy dulce y tierno por dentro, es tan mono… - concluí con un suspiro soñador.
Al final me acordé de que ella también tenía algo importante que contarme y me asaltó la curiosidad.

- ¿Y a ti que te ha pasado?- pregunté curiosa.
- ¡Alex me ha besado! ¡Alex me ha besado!- dijo gritando de emoción.
Me quedé un momento pensativa sin saber cómo reaccionar, la verdad es que no me esperaba algo así, así que mi primera impresión fue de sorpresa pero luego una vez procesada la información me invadió una profunda alegría y emoción.
- ¿Enserio? ¡Qué bien! ¡Que emoción!- dije ilusionada- ¡¿Y por qué no me lo dijiste antes?!
- Tenia curiosidad que habías hecho tú, es que hace un buen rato me llamó Alex preguntándome si sabía dónde estabais, que no cogíais el teléfono y claro, me preocupé.
En ese momento recordé las doscientas mil llamadas pérdidas que tenía en el móvil cuando lo encendí, y la bronca de mis padres que vino a continuación.
- Sí, perdón pero ya sabes con la emoción del momento cualquiera se acuerda del móvil- expliqué soltando una risita- bueno te dejo a ver si consigo estudiar algo.
- Vale, adiós- Y colgamos.

Volví otra vez al ordenador, pero no conseguí prestarle demasiada atención ya que mi mente  seguía dando vueltas a lo mismo. El beso de Cora y Alex, conversaciones  de esa misma tarde con Niko, concierto de los Black i peas…etc. Suspiré y salí de la habitación en dirección a la cocina donde se encontraba mi madre. Me acerqué al armario blanco que está al lado de la nevera y lo abrí en busca de la Nocilla. No estaba.
- Mamá, tienes que comprar Nocilla, se ha acabado- la dije cerrando la puerta del armario. Mentalmente pude adivinar lo que mi madre iba a contestar “Pues bajas tú al supermercado y lo compras” pero no lo dije en voz alta, simplemente esperé a que contestara, al segundo se dio la vuelta hacia mí y contestó.
- Pues bajas tú al supermercado y lo compras- contestó con una sonrisa burlona.
Me entró la risa tonta y volví a mi habitación pasando lo más rápido posible por el salón donde mi hermano estaba viendo los dibujos animados que tanto odio y por el cuarto de mi hermana mayor, que estaba al lado del salón, ya que seguramente me secuestraria y me empezaría a contar cualquier cosa de sus estudias de derecho y no estaba por la labor. Al llegar a mi cuarto apagué el ordenador, recogí mi cuarto para variar y me metí en la cama deseando que el sueño de esa noche tratase sobre el chico que en aquellos momentos no podía dejar de pensar.

Me desperté en mitad de la noche sudando la gota gorda, así que me levanté y me pasé la mano por la frente retirando el pelo que se me había quedado pegado a causa del calor. Corrí la puerta corredera del baño de mi habitación y abrí el grifo dejando salir el agua fría un rato hasta que con una mano sostuve un poco para luego pasármela  por la frente y el cuello. Luego fui a la cocina a por un vaso de agua, abrí la nevera y cogí la botella de cristal, noté una presencia a mis espaldas así que me giré, al ver a la persona que me contemplaba la botella se me resbaló de las manos y se estrelló contra el suelo rompiéndose en mil pedazos.
Ante mí se encontraba un chico joven de unos veinte años aproximadamente, tenía el pelo largo negro con abundantes mechas rojas y que le caía por ambos lados de la cara. Me miraba con los ojos entornados y el ceño levemente fruncido, sus ojos eran oscuros y siniestros y sentí un escalofrío que me recorría por todo el cuerpo cuando posé la mirada sobre él. En su rostro pude apreciar un curioso tatuaje, que me resultaba bastante familiar, en forma de espiral con cuatro triángulos a los lados que apuntaban al norte, sur, este y oeste y que se extendía desde el exterior del ojo derecho hasta la sien. Instintivamente me fui desplazando lentamente hacia atrás hasta que topé de espaldas con la nevera.
- ¿Quién eres tú? ¿Cómo has entrado?- pregunté nerviosa. Me tembló la voz. Se quedó mirándome sin casi pestañear, sin moverse ni un solo milímetro, como si de una estatua se tratase.
Al poco rato se desplazó lentamente a un lado dejando al descubierto a la persona que ocultaba a sus espaldas. Detrás de él apareció la figura de Niko que tenía las manos amordazadas y la boca tapada con un pañuelo. Se movía enérgicamente como un pez fuera del agua intentando desatarse mientras clavaba en mí la mirada desesperada como diciendo “todo esto es culpa tuya”, eso me rompió profundamente le corazón. Un grito ahogado salió descontrolado de mi garganta seguido de una lágrima que se deslizo por la mejilla. Intenté avanzar hacia él pero no pude, estaba totalmente paralizada.
- ¡¿Qué quieres de mí?!- le grité sin poder controlar las lágrimas- ¿por qué me haces esto?
El chico del tatuaje avanzó un poco en mi dirección y luego se detuvo de nuevo.
- Aléjate de ellos o no le volverás a ver en la vida- dijo con voz amenazadora pero tranquila a la vez mientras giraba un poco la cabeza y señalaba a Niko.
- ¿Por qué? ¿Qué vas a hacerle?- lloré al borde de la desesperación- ¿Cómo has entrado aquí?- repetí.
Volvió a mirarme otra vez y al acto aparecieron Cora y Alex a su lado igualmente atados como lo estaba Niko.
- Es tu primera advertencia- amenazó y tras una pausa repitió- aléjate de ellos.

Me desperté con un grito, no podía ser, me levanté de la cama y recorrí corriendo toda la casa, revisando todas y cada una de las habitaciones. No había nada fuera de lo común. Fui a la puerta de la entrada y comprobé aliviada que estaba cerrada con llave y sin ninguna señal de haber sido forzada. Solo ha sido una pesadilla, pensé.
- ¿Qué te pasa?- preguntó mi madre somnolienta entrando en mi habitación.
- Nada, una pesadilla- expliqué y volví a meterme en la cama todavía algo alterada.
No era de extrañar que mi madre se haya despertado con el grito ya que, a diferencia del resto de la familia, tenía el sueño muy ligero. Se acercó, me dio un beso en la frente y volvió a su cuarto. Me tranquilizó mucho esa pequeña muestra de cariño, así que un poco más tranquila cerré los ojos y volví a dormirme.

A la mañana siguiente me levanté con un poco de dolor de cabeza que mi madre solucionó con un ibuprofeno y procedí a prepararme para el colegio como todas las mañanas. Todavía no me podía quitar de la cabeza el sueño de esa noche, realmente me había traumatizado, ¿Tendrá algún significado especial? Suelen decir que lo que sueñas lo sueñas por algún motivo en concreto y que en algunos casos el sueño se llega a hacer realidad.
Llegué al colegio y, como todos los días, me senté en mi sitio al final de la clase que se encontraba desierta y esperé a la llegada de mi amiga distrayéndome con lo que pude. Pasado un rato llegó el profesor de filosofía y comenzó su clase. “Llegara tarde” pensé e intenté prestar atención a la aburrida clase. Al concluir la clase todavía seguía teniendo esperanzas de verla aparecer por la puerta, porque si iba a faltar me habría mandado un mensaje como hacemos siempre. Miré el móvil, no tenía ningún mensaje nuevo, seguí esperando hasta que el próximo profesor entró por la puerta.
Llegó la hora del recreo y ésta todavía no había venido, está claro que ya no vendrá en todo el día. Como siempre esperé en la puerta del colegio a que salieran de clase mis amigos y luego subimos a nuestra esquina. Me sorprendió ver al cabo de un rato a Alex, Niko y Pablo acercándose por la calle hasta donde me encontraba, Sonreí y fui a su encuentro.
- ¡Hola! Que sorpresa- saludé dando un fuerte abrazo a Niko y otro no tan fuerte a Pablo y Alex, pero sin que se notase mucho. De repente me acordé de mi sueño de esa noche y sin darme cuenta me aparté un poco de ellos disimuladamente- ¿Qué hacéis aquí?
Me dirigí principalmente a Pablo que era el que tenía más cerca. Me fijé en él que me miraba con la misma sonrisa graciosa que él tenía pero percibí que su mirada estaba ausente, en otro lugar. Se llevó la mano a la cabeza pasándola por la nuca y de repente lo vi. El tatuaje. El mismo tatuaje del chico siniestro de mi sueño asomaba por debajo de la sudadera que, con el gesto, se había subido un poco dejando ver una parte de la señal que se encontraba en la muñeca.
Me asusté de repente. El no pareció darse cuenta de lo que ocurría así que, nerviosa, intenté evitarles.

- Bueno se ha hecho un poco tarde- dije mirando el reloj del móvil. Todavía quedaba un cuarto de hora para que terminara el recreo- Me voy a clase. Adiós.
Pasé por el lado de Niko que me cogió del brazo haciendo que me detenga. Me puse aún más nerviosa.
- ¿No se supone que el descanso termina a menos cuarto?- pregunto extrañado mirándome fijamente a los ojos. Se me hacía difícil mentirle pero no tenía otro remedio. Estaba muy asustada.
- Sí, pero quiero repasar un poco para un examen que tengo luego- mentí.
- Si quieres te ayudo a repasar- dijo acercándose un poco a mí. Inmediatamente me aparté.
- No, no hace falta- dije mientras me zafaba de él y salía corriendo en dirección al colegio.
Volví al colegio lo más rápido que pude sin volver la mirada atrás, de fondo se oían los gritos de los chicos llamando.

Llegué a clase jadeante. Realmente no entendía muy bien el porqué de mi reacción, solo fue un sueño, no tengo por qué ponerme así por un sueño. Estaba triste, no me sentía bien conmigo misma por haberme comportado así., por mi cabeza pasó la idea de volver y pedir perdón pero ¿Qué les iba a decir? me tomarían por una loca si les contaba el sueño, así que decidí quedarme en clase y pensar. Solo podía pensar.

Oí pasos que subían por las escaleras y abrían las puertas de las clases revisándolas una a una. Me asomé y les vi. No me podía creer que me hayan seguido hasta dentro del colegio. Alex me vio y avanzó hacia mí, avisando a los demás. Entré en clase y cogí unas hojas de la mesa para fingir que estudiaba. A los pocos segundos ya estaban en frente mío.
- ¿Pero qué te pasa?- preguntó Alex desconcertado.
Para mi salvación una profesora entró en clase.
- ¿Vosotros sois alumnos del colegio?- pregunto sabiendo de ante mano la respuesta.
- No- contestaron tímidos al unísono
- Entonces fuera- respondió tajante.
La profesora les echó cerrando tras de sí la puerta cuando salieron y dejándome a mi sola en clase. ¿Qué iba a hacer ahora?

Continuaron las clases tranquilamente. Al sonar el timbre que indicaba el fin de las clases, recogí las cosas y salí rápidamente evitando cruzarme con alguien. Crucé la puerta de la entrada y anduve calle arriba para coger el metro. En ese momento oigo una voz conocida a mis espaldas llamándome.
- ¡Lia, para por favor!- gritó Niko que corría en mi dirección. Me paré resignada ya que sabía que iba a lograr alcanzarme.
- Que- dije apremiante dándome la vuelta para mirarle. Fue un error, sus ojos me hipnotizaron haciendo que se esfumara de mi todo nerviosismo. Luché contra ese sentimiento.
- Por favor, dime que te pasa ¿Por qué huyes? Y no me niegues que no estas huyendo- dijo acercándose demasiado a mi hasta el punto de poder oír su acelerada respiración.
No sabía que contestar, una parte de mi deseaba contarle mi sueño para luego lanzarme a sus brazos dejando que me consolara y me dijese que solo era una pesadilla, que no pasaba nada. Pero otra parte de mi luchaba por salir corriendo y gritarle que se alejara de mí. Levanté la cabeza y la volví para mirarle, cada vez estaba más cerca. Contemple su rostro angelical e instintivamente alcé una mano con intención de acariciarle. El me miraba interesado por lo que haría y acercando su rostro un poco más. Podía notar su respiración como si fuera la mía. Mi mano se detuvo en el aire, cuanto más se acercaba más eran los flases que me llegaban del sueño, “aléjate de ellos” repetía la voz del chico en mi mente. Me separé de él rápidamente.
- Lo siento, tengo que irme- y salí corriendo hacia la boca de metro lo más rápido que pude intentando huir de todo cuanto me rodeaba.

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