lunes, 9 de mayo de 2011

CAPITULO 14

                                                                                                                                     ALEX
Estaba Maravillado, encantado, entusiasmado, ilusionado, lleno de alegría, estaba… estaba que explotaba de felicidad, sencillamente se podía decir que estaba extasiado. Jamás en mi vida me había sentido así, quizá sea porque jamás en mi vida había estado enamorado, así que no podía evitar ir dando saltitos por la calle de emoción, parecía un niño pequeño, pero un niño pequeño feliz.

Avanzaba rápido por los largos pasillos del metro para no perder el vagón que acababa de llegar a la estación, me metí rápidamente en el último y me senté en el primer asiento que vi libre. Durante el trayecto solo podía pensar en las imágenes que invadían mi cabeza, todas ellas sobre lo ocurrido esa misma noche en el parque con Cora. Ese parque que parecía rebosar de magia, estando los dos solos en esa bonita noche presidida por la brillante luna llena, en los columpios y de repente un beso. Mi primer beso. Realmente fue mágico.
Sin darme cuenta había llegado a la parada, me bajé y caminé hacia mi casa. Una vez dentro oí los gritos de triunfo que daba Pablo desde el salón, entre y le vi plantado en frente del televisor junto a su hermano Isi, los dos tenían la mirada fija en el juego que estaban jugando con la wii.
No me extraño en absoluto verles allí ya que, desde que sus padres murieron, se pasaban más tiempo en mi casa que en la suya.

- No vale Pablo eres un tramposo- Se quejó Isi levantándose del suelo enfurruñado mientras su hermano se mofaba.
- Venga hermanito no te pongas así solo es un juego- dijo Pablo intentado consolarle.
El niño no contesto, se sentó en el sofá y cruzo los brazos sobre el pecho.
- ¿Qué hacéis?- pregunté intrigado a la vez que me sentaba en el sofá al lado de Isi que continuó sin pestañear. Sus ojos azules, iguales a los de su hermano, tenían la mirada perdida puesta al frente. Contemple a Pablo que seguía riéndose a carcajadas.
- Isi, que se enfada porque, como siempre, le he ganado- explicó entre risa y risa.
Pablo era como un niño pequeño pero en grande, se empeñaba en enfrentarse a juegos de la wii sport con su hermano de tan solo ocho años y, en vez de dejarle ganar de vez en cuando como buen hermano, se esforzaba por darle una buena paliza para luego poder reírse y hacerle sufrir. No tiene remedio.
- Es un tramposo, ¡hace trampas, lo sé!- se quejó Isi volviendo la mirada hacia su hermano.
- ¿Pero no podrías dejarle ganar alguna vez?- le susurre a Pablo haciendo un patético intento de convencerle.
Negó con la cabeza
- Sabes que luego le compenso- explicó esbozando una sonrisa. Por desgracia sí lo sabía.
Pablo, al igual que yo y el resto de mi familia, tenía una habilidad especial, un poder que consistía en poder manipular los sentimientos y tenía la mala costumbre de utilizar su poder con su hermano cada vez que le ganaba en algún juego. Nunca llegaré a comprender por qué se empeña tanto en fastidiarle.
- Sabes que un día de estos te dará una paliza de verdad, y no me refiero con la wii-le dije. Él sabía perfectamente a lo que me refería. Isi también tenía un poder, podía envejecer o rejuvenecer a placer y yo sabía perfectamente, al igual que Pablo que en cuanto lograse perfeccionar sus poderes le iba a dar su merecido, lo estaba deseando.
- Bueno ¿hablasteis con Niko sobre los poderes? ¿Estáis seguros de que es uno de los nuestros?- pregunto Pablo cambiando de tema de conversación.
- Si, hablamos con él esta mañana. Es uno de los nuestros, tiene la cicatriz- le explique levantándome del sofá y recorriendo la habitación de un lado para otro.
- ¿Dónde?- preguntó Pablo que me seguía nervioso de un lado a otro.
- En un lado del tobillo- expliqué.
Nos quedamos un rato pensativos  dando vueltas por el salón.
- ¿Y qué pensáis hacer?- preguntó Pablo al fin.
Me pare en seco y me volví para mirarle.
- Cambia la frase por ¿qué vamos a hacer? Porque tú también estas implicado- dije recalcando la palabra “vamos”. Él puso cara de sorpresa así que continué hablando antes de que a él le diera tiempo a contestar- Lo primero que haremos es averiguar que poder tiene, pero no será difícil, mi madre se está ocupando de ello, está intentando recordar que poder tenía mi abuelo, ya que si él se lo ha pasado al morir tendrán los mismos. Y luego tendremos que explicarle algunas reglas básicas y le empezaremos a entrenar.
- Me parece bien aunque no sé qué pinto yo en todo esto- dijo pablo que volvió a pasearse por la habitación. Le puse la expresión típica de “lo sabes perfectamente” y al final tuvo que darse por vencido.

Mi madre, que en ese momento pasaba por el pasillo que daba al salón, interrumpió la conversación.
- Chicos, tenéis que tener en cuenta que acaba de llegar, está confuso, tenéis que dejarle un poco de tiempo para que se adapte. ¿Por cierto donde esta?- Preguntó mirando por todos los rincones de la estancia.
- Pues se supone que ha ido a hacer turismo con una amiga…- dije algo avergonzado bajando la mirada. Se supone que me habían dejado muy claro que no le podía dejar solo ni un segundo, pero no podía desperdiciar la ocasión de estar con Cora.
Mi madre paso de tener una expresión serena y apacible a tener una expresión de rabia y enfado. Sentí de repente un miedo aterrador.
- ¿¡Cómo se te ocurre dejarle solo en su situación!? ¿Es que has perdido la cabeza Alex?- chillo mi madre histérica.
- Perdona mamá, se me olvidó- intenté defenderme como pude.
-¿Cómo que se te olvido? ¿Cómo se te puede olvidar una cosa así? ¿Tienes idea de lo que le puede ocurrir?- mi madre, mas histérica aún que antes, empezó a dar vueltas por la casa descontroladamente y echa una autentica furia.
- Mama, por favor tranquilízate, voy a intentar localizarlo- intenté calmarla un poco aunque tampoco sirvió de mucho.
Saqué el móvil del bolsillo y busqué su número en la agenda, marqué y llamé. Nada, lo tenía apagado. Volví otra vez a la agenda del móvil y busqué el número de Lia. Nada, también está apagado. ¿Pero dónde estaban? Me pregunte empezándome a sentir verdaderamente preocupado. Como último recurso llamé a Cora. Contesto al segundo.
- Hola Alex- dijo con tono ilusionado.
- Hola, ¿sabes dónde están Niko y Lia?- pregunte preocupado hiendo directamente al grano- todavía no han vuelto y no me coge ninguno el móvil.
Hubo una breve pausa y luego contestó.
- No, no sé dónde están, se supone que fueron a hacer turismo.
- Sí, se supone, pero aún no han vuelto.
De reojo vi como a mi madre le empezaba a entrar náuseas y un ataque de ansiedad.
- Bueno luego te llamo, un beso- colgué rápidamente sin darla tiempo a contestar y acudí  al lado de mi madre que se la veía completamente pálida.
- Venga mamá tranquila, seguro que no tardan en volver- intenté tranquilizarla en vano.
Al momento apareció Pablo con un vaso de agua y una pastilla en una mano y en la otra una tila.
- ¿Que la damos?- pregunto algo nervioso.
Cogí el vaso de agua y la pastilla y se la di a mi madre que al principio puso mala cara y se negó pero al insistir se dio por vencida y se la tomo con tranquilidad. Se quedó recostada en el sofá con los ojos cerrados.
-  Alex- dijo mi madre reteniéndome del brazo y mirándome fijamente- tienes que comprender mi preocupación, tu sabes perfectamente que Derek y su perrito faldero nos llevan persiguiendo durante muchísimo tiempo, me da mucho miedo que le encuentre, ¡él no podría defenderse!- dijo soltando una lagrima que rodó por la mejilla.
La abracé y probé una vez más a llamarle. Nada seguía desconectado ¿Dónde se habrá metido?


Después de un par de horas de sufrimiento sin saber dónde estaba, sonó el ascensor que abría las puertas en este mismo piso, automáticamente todos nos quedamos en silencio  a la escucha. Se oyeron pasos que salían del ascensor y se acercaban a la puerta, una de dos o era mi padre o era Niko. Me aparte un poco de mi madre que se había quedado dormida,  me acerqué a la puerta y miré por la mirilla. ¡Sí! Era el. Abrí la puerta rápidamente antes de que llamara al timbre y despertase a mamá, ya que no tenía llaves.
- ¿¡Pero dónde estabas?!

Se paró en seco. Traía una gran sonrisa en la cara y tenía la mirada soñadora. Se acercó y cruzó el umbral de la puerta ignorando completamente mi pregunta. Cerré la puerta y le seguí furioso por su comportamiento pasota y desvergonzado, le cogí del brazo y le obligué a escucharme.
- Te e echo una pregunta- dije con todo desafiante.
Esbozo una sonrisa torcida en la cara y contestó.
- ¿acaso tu eres mi madre?- preguntó en tono burlón sin quitar esa sonrisa de la cara.
Procedía a contestar cuando vi que mi madre se acercaba a él por su espalda.
- No, el no, pero yo sí- dijo seria y con un ligero todo de enfado.
Él puso mala cara y se giró plantando cara a mi madre. El pobre chico no sabía en el lio que se había metido.

En el recibidor de casa se podía apreciar la tensión que había en el ambiente, mi madre seria, en bata, mirando fijamente a Niko buscando respuestas, Niko mirando fijamente a mamá esperando el sermón, y yo mirándolos fijamente a los dos esperando un poco de acción.
Al fin mi madre rompió el silencio ya que Niko no se dignaba a contestar.
- ¿Dónde estabas?- Pregunto apremiante mi madre repitiendo lo mismo que le había preguntado yo dos veces consecutivas.
Mi hermano se permaneció en silencio, inmóvil.
- Niko te e echo una pregunta, por favor contesta-  dijo mi madre con voz tranquila.
Él por fin contestó.
- Estaba dando una vuelta con Lia cuando recibí una llamada de un amigo de Italia- hizo una pausa y luego prosiguió-  me dijo que mi tío Toni me había comprado unas entradas para un concierto de los Black Eyed Peas para dentro de una hora así que fui con ella y acabamos tarde- explicó tranquilamente, mi madre pareció tranquilizarse un poco.
- ¿Y por qué no nos llamaste para avisar? ¿Tú sabes lo preocupados que estábamos?- dijo mi madre conteniendo un sollozo.
- Perdón- se disculpó para mi sorpresa- pero con la emoción del momento se me pasó.
Mi madre sin poder evitarlo avanzó hacia él y le estrechó fuertemente entre sus brazos dejando caer una lágrima.
- No sabes cuánto me alegro de que estés bien- dijo apartándose un poco de él y secándose las lágrimas. Luego para mi sorpresa se dio la vuelta y se fue hacia su habitación sin decir nada más. Realmente me sorprendió mucho ya que si yo hubiese sido el me habría llegado una buena regañina.

Me acerqué a él, que seguía quieto y miraba el final del pasillo por donde se había marchado mamá, y le di una palmada en el hombro.
- No sabes la suerte que has tenido tío- dije soltando una suave risita- llego a ser yo y  me habrían matado. Será la suerte del principiante- dije bromeando.
Se dio la vuelta para mirarme y luego se unió a mi risa. Entramos en el salón donde nos esperaban Pablo e Isi pacientemente viendo la televisión.
- Bueno Alex ¿qué tal tu paseo con Cora?- dijo mi hermano levantando una ceja y poniendo una sonrisa pícara.
En ese momento volvió a entrar mi madre, que se había lavado la cara y la había vuelto el color a las mejillas, y se sentó en una butaca prestando atención a la conversación.
- Fue mágico- dije soltando un suspiro soñador- ¡nos dimos nuestro primer beso- concluí emocionado y sin avergonzarme de que mi madre estuviera delante. Esperaba en ella una expresión de alegría y de orgullo pero en lugar de eso se puso muy tensa.
- Hijo, ¿tu realmente quieres a esa chica?- pregunto seria- es decir, ¿ese beso se lo diste con amor?- se inclinó un poco sobre el asiento fijando en mi toda su atención.
- Sí, claro que si- dije con orgullo pero sin comprender realmente a donde quería llegar.
Puso los ojos como platos y se volvió a recostar sobre la butaca llevándose la mano a la frente. Todos la miramos perplejos sin comprender el porqué de su reacción al cien por cien.
- Dios mío, me vais a matar a disgustos- dijo simplemente.
- Pero porque, ¿Qué hay de malo en eso?- pregunte nervioso.
- En realidad es culpa mía y de vuestro padre, debimos contároslo antes- se culpó a sí misma.
Me acerqué a ella y la cogí de la mano
- De que estas hablando mamá, ¿Qué es lo que tendríais que habernos contado?- Pregunte arrodillándome en el suelo delante de ella para poder mirarla a los ojos. Sé acomodo en su sitio y precedió a la explicación.
- Veréis- dijo pasando la mirada por cada uno- Cuando uno de nosotros da un beso de verdadero amor a una persona que no es como nosotros le…-hizo una pausa y luego suspiró- le traspasa nuestros poderes y la convierte en uno de nosotros. Así es como vuestro padre se convirtió en lo que es.

Me quedé perplejo. Si lo que mi madre decía era cierto, acababa de convertir a Cora en uno de nosotros, la acababa de transmitir un poder o ¿mi poder?
- Mamá, cuando dices que traspasas los poderes, ¿te refieres a los míos?
Negó con la cabeza.
-No he dicho que le traspases tu poder, he dicho que le trasmites un poder, cualquiera de muchos que hay. Y se convierte en uno de nuestra especie, como lo es tu padre-explico posando en mi la mirada cansada.
Me quedé aún más perplejo. Me separé de mi madre y me senté en el sofá poniendo las manos sobre ambos lados de la cabeza. No podía ser acababa de transformar a Cora en uno de los nuestros. No es justo para ella ni siquiera sabía si es eso lo que ella quería, ahora por mi culpa su vida iba a cambiar radicalmente y todo por mi culpa. Me odié a mí mismo. No se lo merecía. ¿Y ahora como se lo explicaba sin que me odie?
Miré a mi madre que me contemplaba atentamente.
- ¿Y qué es lo que pasa cuando la das el beso? Me refiero a que como se le transmiten los poderes y eso- pregunto Pablo haciéndonos sacar a todos de nuestros pensamientos.
- Exactamente igual que cuando los adquirimos por naturaleza. También la saldrá la señal que será exactamente en el mismo sitio que la tiene Alex, ya que ha sido él el que la dio el beso Y también sufrirá los típicos dolores y la fiebre elevada- explico nerviosa haciendo una larga pausa entre cada palabra.

Genial. Ahora no solo la había condenado a un tipo de vida distinto, sino que también la iba a hacer sufrir unos dolores tan insoportables que incluso te dejan inconsciente. Rápidamente tomé le móvil y me dirigí a mi cuarto, al salir del salón pude ver por el espejo que hay al final de la pared como todos se quedaron contemplando mi abandonó de la sala excepto Niko que se quedó sentado en el sofá mirando al suelo extrañamente pensativo.
Al entrar en mi habitación cerré la puerta. Tenía un reloj de pared justo delante de mí que apuntaba las doce y media de la noche, era un poco tarde para llamar pero me daba igual, sin vacilación marqué el número y esperé a que contestara. No tardó mucho.
- Hola, ¿por qué me colgaste?- preguntó algo irritada.
- Hola, perdón es que- hice una pausa breve- es que compréndeme mi hermano desapareció repentinamente y mi madre casi sufre un infarto. De veras no fue mi intención colgarte, nunca lo haría pero la situación me obligó a hacerlo, perdóname por favor- suplique deseando que me perdonara.
Estuvo callada y pensativa durante un rato y luego, por fin contestó.
- Pues claro que te perdono, ¿Cómo no iba a perdonarte?- dijo soltando una risita. Suspiré aliviado.- ¿Y Niko ha aparecido no?, he hablado hace poco con Lia y dice que se fue solo a casa, se la veía bastante preocupada con eso.
- Si, si, ya está aquí gracias a dios. ¿Y tú? ¿estás bien?- pregunte recordando el motivo de mi llamada.
- Si, muy bien-dijo extrañada- ¿Por qué lo preguntas?
- Por nada, solo me preocupo por ti- dije sonriendo, realmente me alegraba de que todavía estuviese bien.
- Bueno te tengo que dejar que ya me están chillando- dijo, al fondo se podía apreciar los gritos de su madre mandando la a la cama.
- Esta bien, buenas noches, que duermas- me despedí.
- Buenas noches- dijo con voz dulce y luego colgó.

Me fui a la cama y no pude conciliar el sueño en toda la noche pensando en lo que le pasaría a Cora en solo unas horas. Realmente no sabía qué hacer ni como decírselo, porque realmente yo la quería ¿no? Y si no la quería lo suficiente como para que la transformase… esto era una auténtica locura.

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