miércoles, 1 de junio de 2011

CAPITULO 17

                                                                                                                                           Cora
Mi madre me despertó a las siete y media de la mañana, como todos los días. Esta vez corrió las persianas para dejar que entrase el sol. Yo, inconscientemente me tapé la cara con la almohada y gruñí algo sin sentido.
-Cora, ¿estás despierta?- me murmuró mi madre, sacudiendome- tienes que ir al colegio. Venga, anímate, ¡que hoy es viernes!
Salió de la habitación y se fue derecha a la cocina, que estaba pegada a mi habitación, para prepararme el desayuno.
Me levanté rápidamente y me dio un pequeño mareo. Me senté precipitadamente en la cama y, de repente, me vino a la mente la mala noche que había pasado. Habría pensado que era una pesadilla sino me quemase la señal de detrás de la oreja. La observé en el espejo y se veía totalmente inflamada, así que me la tapé con el pelo para evitar que mi madre la viese.
-Mami, me encuentro mal- la aseguré suspirando y poniendo la mirada perdida- ¿puedo quedarme en casa?
Ella se acercó hasta mí y posó su mano sobre mi frente.
-No tienes fiebre- dijo observándome- es raro, nunca has faltado a clase durante este año.
Levanté los hombros. Esta vez tenía mis motivos.
-Bueno- dijo arrastrando la palabra- quédate, pero vete a la cama y reposa.
Asentí y me fui hasta mi cuarto, aun las sabanas mantenían el calor.
¡Hoy viernes!, si me encontrase mejor después de comer, podría quedar con Lia y los chicos, entonces  me vino una brillante idea a la mente, si mis padres me dejasen podríamos pasar el fin de semana todos juntos en mi casa de la sierra. Sería perfecto, había las habitaciones justo para dividir a los chicos en un cuarto y a las chicas en otro. Además, también se podría venir Pablo y su hermano Isi. ¡Sería perfecto! Poco a poco el sueño se fue apoderando de mí, sumergiéndome en mis sueños.

Con el ruido de la cocina me despertó de nuevo. Pero…era diferente…me encontraba maravillosamente bien. En unas pocas horas me había recuperado.
En ese momento, me vino a la cabeza que no había enviado un mensaje a Lia de que no iba a ir al colegio. Miré la hora y justo habían salido ese momento. Marqué el número de su móvil y procedí a llamar.
-¿Cuál es tu excusa?- me preguntó mi amiga que no tardó ni dos segundos en contestar mi llamada, en su voz había un rasgo de tristeza- ¿Cuál es tu excusa de no haber venido al colegio y no avisarme?-  me repitió de nuevo, esta vez más cabreada.
Separé un poco el móvil de la oreja, ya que casi me deja sorda.
-Lo siento, de verdad, no me he acordado de llamarte- me disculpé con toda la sinceridad del mundo- pero tengo una buena excusa.

De fondo se oía cómo venía el vagón del metro. Dejé de oírla bien, pero en el fondo me alegré, porque me estaba echando la peta. Cuando ella se metió dentro y se cerraron las puertas y conseguí oírla mejor.
-¿me has escuchado?- me preguntó al final- porque si no me has escuchado…
-Ajá- respondí distraídamente sin tener ni idea de lo que me estaba contando, no me había fijado de lo bien que me encontraba, era rara la sensación, como si una energía extraña me recoriese el cuerpo.
-Cora, no me has escuchado- me regañó mi amiga- casi le beso.
Esa última frase fue suficiente para llamar mi atención.
-¿Qué?- la pregunté ilusionada- repite eso último que has dicho porque, he de suponer que hablas de un beso que casi os dais Niko y tú. Confiésate.
Conocía tanto a Lore, que supe que se había puesto colorada.
-Es que no sé qué me pasó- tartamudeó
Salté de la cama, con las fuerzas renovadas y pegué un pequeño grito de emoción. Me hacía toda la ilusión del mundo pensar en lo bonito que sería todo con ellos.
-Pero creo que lo mejor, es que no le vuelva a ver, ni a Pablo ni a Alex. Aléjate de ellos- me advirtió, un poco dudosa- bueno, luego te cuento que tengo que hacer un trasbordo. Besitos- me colgó sin más demora.
Se me cayó el cielo cuando me dijo eso último. Lo que me fastidiaba es que tampoco sabía que Alex y yo éramos novios o eso creo, seguro que se había enfadado con Niko por una tontería y había exagerado, como siempre.

Al momento, me vino a la mente la idea que había tenido y fui corriendo hacia la televisión. Allí estaban mis padres hablando tranquilamente, con la tele de fondo haciendo ruido.
-Mamá, papá, me tenéis que hacer un pequeño favor- les supliqué poniéndome de rodillas. Esperé a que me hiciesen caso- yo sé que este fin de semana no vamos a ir a San Rafael, pero había pensado en bajarme en tren con Lia. ¿Qué os parece?
Hubo un silencio, luego, se miraron entre ellos unos segundos y después estallaron en carcajadas. Me uní a ellos dándoles codazos comprometidos.
-¿Tú que piensas Isabel?- le preguntó mi padre a mi madre- yo creo que ya es suficientemente responsable para irse con su amiga. Además, no creo que arme una orgía.
-Vale, por mi bien- accedió mi madre.

Salté de alegría y les abracé con toda mi fuerza. Después, salí despedida hacia mi cuarto, en mi mente se cocían unos planes perfectos. Invitaría a los chicos sin que Lia se enterase y luego, cuando no hubiese más remedio, Niko y ella se reconciliarían. Muajajajajaj- pensé.
Hice los preparativos. Primero, reservé dos asientos del autobús que va de Madrid a San Rafael. Después, llamé, uno por uno a Alex, Niko, Pablo y, ya de paso, invité a su hermanito Isi. Como sabía que sabían conducir y que Pablo tenía la camioneta donde llevaban los instrumentos del equipo, pues les expliqué como llegar y que era una sorpresa para Lia. Todos accedieron tan emocionados como yo. Por úlitmo, llamé a mi pequeña Lia. Le expliqué que sería un finde de chicas. Sus padres, pusieron pegas pero la dejaron, que era lo importante. Lo que más me sorprendió es que mis padres habían accedido ya que nunca me dejaban hacer nada.


Después de comer, me dirigí directamente a la estación de autobuses y allí ya estaba ella. Al vernos, nos dimos un abrazo de oso. Una vez dentro del autobús, conectamos el ipod y compartimos los auriculares.
-A ver, explícame qué te ha pasado- la dije ilusionada porque el autobús ya se había puesto en marcha.
Ella se quitó su auricular y puso cara de preocupación. Vi duda en antes de responderme.
-Pues verás, tuve un sueño muy raro
-¿y qué tiene que ver eso con Niko?- la pregunté mirándola de hito en hito.
Ella, no pudo aguantar la mirada y la posó en la carretera
Me alegró que no hubiese la típica carabana que había los viernes en las salidas de Madrid, por lo visto había escogido una buena hora.
-Tú escúchame- me regañó- pues verás, soñé que un tío, bastante atractivo por cierto, me advertió de que no me acercase a ellos y …a ti. El caso, el chico que me advirtió llevaba un tatuaje en el lado derecho del ojo que le atravesaba parte de la cara. Era en forma de espiral con picos
Eso me mosqueó bastante. Me llevé la mano detrás de la oreja. Tenía que contárselo. Es mi mejor amiga.
-Esta mañana, en el patio estaba con los chicos y Pablo se descuidó un momento y se le levantó la manga y en la muñeca tenía un tatuaje idéntico. ¿te lo puedes creer?
Sí, me lo podía creer perfectamente. Yo tenía uno idéntico.
-¿Y por qué me lo cuentas a mí?- la pregunté- el chico también te dijo que te alejarás de mí.
Me miró incrédula y sonrió.
-Porque sé que tú jamás me harías daño ni me mentirías, ni me ocultarías algo tan importante.
Hasta ahora todo eso se había cumplido pero ahora, ¿debería contarle lo de la señal? Dudé un poco y luego pensé que lo más racional sería esperar a preguntar a los chicos porque, si lo que Lia había soñado era verdad, pues ellos algo sabrían.
-Creo que estoy enamorada de Alex- la confesé cambiando de tema.
Me reí como una tonta enamorada y ella posó su mirada sorprendida sobre mí.
-¿no lo habréis hecho, no?- gritó y la mandé callar ya que todo el autobús se había vuelto para mirarnos. Podría jurar que me había puesto colorada ¡Que chica esta!, el resto del trayecto lo pasamos hablando de cómo había cambiado nuestra vida con la llegada de los chicos.

Una vez ya en mi chalet, lo abrimos todo para que entrase el aire puro. Después puse la calefacción y para cuando ya había desecho las maletas, ya era de noche y cerramos todo de nuevo.
-¡Por fin, unos días para nosotras solas!- exclamó Lia todo ilusionada.
La iba a confesar el plan que había trazado cuidadosamente cuando, llamaron al telefonillo. Ella puso cara de extrañada y fui a responder.
-Somos nosotros- dijo Pablo alegre- abrenos.
Le di al botón que abre la puerta y salí a recibirlos, la cara de poker que se le puso Lia era de chiste. Se metió en casa enfuruñada y enfadada.
-¿qué le pasa?- preguntó preocupado Niko.
-Está enfadada contigo- le confesé- porque…
No pude terminar la frase, Niko se había metido en el chalet en pos de Lia.

Al ver a Alex pasar al jardín, me lancé sobre él y luego nos dimos un beso apasionado. Pablo nos abrazó a los dos, el último en entrar fue Isi, le revolví el pelo y el chaval se quejó.
Les ayudé a pasar todas las maletas, una vez dentro, observé la escenita que Lia y Niko habían montado. Ambos se gritaban. Intentamos separarles pero no pudimos.
-Te odio- gritó Lia y después se fue al cuarto que había programado que sería de las chicas, o sea, de nosotras. Dio tal portazo que pensé que la casa se vendría abajo.
Niko se puso delante de la puerta sin abrirla.
-Eres la chica más…incomprensible, odiosa y estúpida que me he topado en la vida- la gritó.
-Te odio- gritó Lia de nuevo desde el otro lado de la puerta- no quiero volver a verte en la vida. Eres…eres…un estupido mimado, egocéntrico, narcisista…
No terminó la frase. Niko se fue del chalet y a la puerta de fuera dio un portazo semejante al que había dado mi amiga segundos antes. Son tal para cual.

Pablo, Alex, Isi y yo nos quedamos parados un momento, asombrados de lo rápido que habían acontecido los hechos. Les señalé el cuarto que sería el suyo.
-El chalet es chiquitito, nosotras dormiremos en el cuarto de mis padres, vosotros dormiréis en el cuarto de mi hermano y mío. El de mi abuela se va a respetar porque si se mete alguien se va a dar cuenta- les dije dándome prisa- poneos cómodos, la cocina está al final de este pasillo.
Alex se acercó hasta mí y me cogió la mano.
-Vé con Lia, lo estás deseando- me dijo dándome un ligero besos y clavándome esos ojos verdes sobre los míos- yo iré a buscar a mi hermano.

Deseé quedarme con él pero en seguida oí el primer sollozo de Lia. Entonces, solo me dio tiempo a levantarme de puntillas y darle un fugaz besito.
-¡Qué asco, iros a un cuarto!- exclamó Isi con esa voz infantil pero madura
-Ya ves, tío- dijo Pablo cogiendo a su hermanito y saliendo por la puerta- vamos buscando a Niko.
-Todo es una tragedia griega en el amor- dijo Isi a su hermano.
A ambos se nos subieron los colores, no nos dimos cuenta de lo empalagosos que habíamos sido delante de nuestros amigos. Me fui al cuarto donde estaba Lia y Alex en pos de Pablo y Isi.
Cuando iba a proceder a entrar, se oyó como se precipitó algo al suelo, entré directamente y vi un cuadro de mi hermano y mio roto.
-Lo siento, tía, es que andaba tan rápido de aquí para allá que al pasar se me ha caído- dijo con un tono irritada y limpiandose una lágrima- cuando llegue a Madrid te compro uno.
Salió de la habitación y al volver venía con un recogedor y una escoba. Yo la paré y la hice sentarse en la cama.
-¿Se puede saber qué ha pasado antes?- la pregunté cogiendo el recogedor y la escoba y recogiendo los restos- porque no es normal.
Entonces, me vino a la mente que podría echarme en cara que lo que no era normal es que la hubiese hecho una encerrona y la hubiese mentido. Supuse que esto sería lo siguiente que diría.
-Pues que es un niño mimado, un bebé que seguro que se hace pis encima y que el mayordomo, de los miles que tiene, se lo limpia- dijo cada vez más rápida y más irritada- no…mejor se limpia él solito pero con billetes bin laden.
Los billetes bin laden son, para nosotras, esos que existen pero que no hemos visto nunca: los de quinientos euros.

Ella continuó insultándole por lo bajo de aquí para allá y yo me fui del cuarto para tirar los restos del cuadro. Al llegar, seguía igual. Iba a regañarla cuando sonó el telefonillo. Serían ellos.
-Corre, sal a ayudarnos, Niko está herido- dijo la voz infantil de Isi.
Avisé a Lia y ella fue la primera en salir de la casa, estaban en el umbral del jardín sujetando a Niko totalmente consciente. Tenía una herida profunda en el pie.

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