domingo, 27 de marzo de 2011

5º CAPITULO

                                                                                                                              CORA           
 Por fin viernes de nuevo. Mi madre me acaba de despertar hace nada para ir al colegio y, como de costumbre, me tenía preparado unas tostadas con mermelada y mantequilla para poder mojarlo con un pedazo vaso de leche de casi medio litro. Por el contrario de Lia, a mí no me gustaba tomarme un café, aunque eso no quitaba, que me encantase el olor que desprendía la cafetera con el café recién hecho. Después de asearme y enfundarme los primeros vaqueros que veía junto con uno de mis jerséis a rayas, procedí a ir al colegio con mi padre. Antes de irme le daba un beso a mi perro en la frente y después a mi madre.

Por su parte, mi padre un hombre bueno cuyo pelo era abundante y blanco como la nieve. Me llevaba todos los días hasta el colegio. Como de costumbre, ya en el coche, ponía la radio con la misma monótona y aburrida voz  de un locutor de política muy popular en España. Parecía que después de estar escuchándola durante unos cuantos años, me había inmunizado contra ella. El padre de Lidia, Jacobo, también escuchaba por la mañana lo mismo. Parecía una maldición para la gente como Lia y yo.

Una vez ya en el colegio, fui directamente hacia mi clase y al fondo de esta ya se podía ver sentada a Lidia esperándome.
    -¡No sabes lo que he soñado!- dijo todo emocionada antes de que me diese tiempo a depositar la mochila en el suelo.-he soñado con un buenorro italiano- me contestó antes de que dijese algo.
Lia tenía una gran afición por Italia y, en mi humilde opinión, los italianos en masculino.
    -A ver, cuéntamelo- sugerí quitándome el abrigo, sus ojos pardos se le iluminaron de la emoción.
    -Un chico que se está mirando al espejo, recién duchado- me explicó levantando rápidamente las cejas- pero tenía una toalla por debajo de su tableta de chocolate. Entonces, escuchó la voz de su abuela diciéndole que estaba ya la limusina. En ese momento se vistió y le dijo que se iba a casa de un tal…Toño o Toni, en fin, da igual.
Luego, a partir de ahí el sueño está un poco borroso. La abuela le pide algo así como que no comenta el mismo error que su padre  y el buenorro se pone serio y le dice algo de que no cometería el mismo error que su padre y después se pira en un pedazo Lamborghini.
    -¿En un Lamborghini?- me reí- pero entonces debía de ser rica su familia.

A medida que hablábamos, la gente iba entrando poco a poco a clase y eso solo significaba una cosa, que dentro de unos minutos se iniciaría la clase de mates.

    -Y tanto, ese tío suyo, Toñ…Toni era un mafioso- dijo emocionada revolviéndose en su sitio- además recuerdo que su abuelo, un tan Angelo, era el jefe.
    -Con que el jefe de la mafia, ¿no?- dije bostezando de sueño- y, ¿cómo es que te acuerdas de tantos nombres?
    -Buff, ni idea, es que fue tan real. El chico se llamaba Niko, pena que solo haya sido un sueño y no la realidad, estaba buenísimo- finalizó ella suspirando.

En ese momento, entró la profesora en la clase y sin mayor demora la inició. Tras horas y horas de tortura en clase, quitando el rato de recreo, llegó el momento de irse del colegio y eso, solo significaba una cosa…irse a las máquinas del Corte Inglés. Esta vez, estaba más emocionada de lo normal. Llevaba una semana sin quitarme de la cabeza a aquel chico que ni si quiera sabía su nombre. No sabía si lo volvería a ver, pero lo que si estaba segura es que, de verlo otra vez, me tragaría mi timidez.

    -Es que el chico era taaaan mono- susurró Lia.
    -¡Que pesada!
Lia llevaba todo el día pensando en su sueño y yo por mi parte en si iba a ver o no un reencuentro con el chico, no sé porque tenía tantas esperanzas cuando es casi imposible q nos lo volvamos a encontrar pero como suele decirse, soñar es gratis.
    -Además, físicamente son iguales.
Reduje el paso para evitar chocarme con alguien ya dentro del Corte Inglés.
    -¿Iguales…quienes?- pregunté adivinando quién podría ser el segundo integrante.
    -Venga, Cora, tú lo sabes tan bien como yo que nos conocemos de sobra. Tú sigues pensando en ese chico del viernes anterior. Solo digo que eran iguales físicamente, mismo pelo, mismo cuerpo, diferentes ojos y facciones de la cara parecidas.
Nos quedamos en silencio durante un largo minutos ensimismadas en nuestros pensamientos.
   -Lidia- la detuve llamándola por su nombre completo, sé que la fastidia mucho pero es la única forma de que me escuche, notando como la gente se quejaba de haber detenido el paso del abarrotado ritmo desenfrenado que se dirigían a diferentes secciones del gran almacén- tienes que comprender que ese chico, Niko, no existe…es un sueño.
Durante un segundo puso mal gesto pero dio paso a la comprensión.
    -Tienes razón, lo siento.

En ese mismo momento llegamos a la máquina de Dj. Mientras Lia cargaba la partida, me dispuse a buscarle con la mirada pero no vi a nadie. Me decepcioné. ¿Cómo podía haber tenido la mínima esperanza en volver a verlo?, ¿por qué me había obsesionado así?
    -Cora, mira- mi amiga me señaló otra cuenta que habían creado hace poco- Pablo y Alex-añadió arqueando la ceja  con expresión risueña- puede que sean ellos.
Se me abrieron los ojos como platos.
    -Lo sé, soy la mejor- se felicitó Lia a sí misma- the best of the World, of the Galaxy of the Twilight-añadió riendo ante su intento de hacer una frase coherente en inglés, está claro que lo suyo no son los idiomas.
    -Ni que lo digas- confirmé con una gran sonrisa. Empecé a dar saltitos junto con un gritito impropio de un sitio público- eso quiere decir que van a volver.

Con el ánimo más levantado, nos pusimos a jugar y esforzarnos para mejorar las puntuaciones de Pablo y Alex. ¡Que bonitos nombres!
    -Más deprisa- sugirió una bonita voz masculina que solía irritar a mi amiga. A mí se me ensanchó la sonrisa y el corazón me empezó a palpitar, Lia se giró pero esta vez divertida y dándome un codazo.
    -Hola…Pablo- dijo ella arriesgándose a fallar.
Un chico rubio con cara de bonachón y a la vez de pasota se plantó delante de Lorena y la hizo una reverencia.
    -A su servicio- la saludó viniéndosele las rastas a la cara.
    -Por lo tanto tú debes de ser Alex- dije inconscientemente con un deje de emoción en la voz.
Una media sonrisa en su cara fue bastante para confirmarlo.
    -Yo soy Cora y esta es mi amiga Lidia.
-Lia para los amigos… y para todo el mundo-añadió ella rápidamente con una sonrisita.
Me fijé que un niño, de apenas unos cinco o seis años, se escondía detrás del chico de las rastas rubias. Tenía sus mismas facciones y por tanto supuse que sería su hermano.
    -Chicas, este es mi hermano isidro- dijo Pablo.
El niño, bastante mono por cierto, le dio un puñetazo en la pierna.
    -No me llames así, sabes que no me gusta, me llamo Isi- dijo con un tono de voz infantil y acto seguido volvió la vista en nuestra dirección, vi como Lia le miraba con cara de comprender la frustración del niño respecto a su nombre, esta chica es de lo que no hay- oye Alex, esta es la chica que te gusta, ¿no?- preguntó con toda su inocencia.
Ambos nos enrojecimos y se pudo palpar la tensión en el ambiente.
    -¿Os apetece dar una vuelta?- preguntó Pablo reteniendo la pierna de su hermano en el aire para hacerle rabiar y dejando al niño boca abajo sostenido en el aire- o tomar algo.
Lia me miró y, como de costumbre, nos entendimos con la mirada.
 -Sí, una vuelta no estará mal- confirmó mi amiga por las dos.

Recogimos nuestras cosas y salimos por las puertas correderas que estaban más cercanas. Inconscientemente nos dirigimos en dirección hacia el colegio. Al principio mantuvimos una conversación los cuatro juntos pero poco a poco, Lia sostuvo una conversación con Pablo e Isi, mientras que Alex y yo mantuvimos la nuestra.
-¿Qué es lo que sueles hacer los sábados?- me preguntó mirándome de hito en hito.
Dude en si mentir y hacerme la interesante o decir la verdad y mostrarme tal y como era yo.
- pues…lo típico…levantarme tarde, leer un libro, fastidiar a mi perro, fastidiar a mi hermano, quedar con Lia…- dije diciéndole la verdad- ver películas con mi familia, más o menos, ¿y tú?
Con el ruido de los coches no podíamos oírnos bien por lo que nos acercamos un poco más.
-si yo te contase…-dijo en un tono melancólico.
Noté que era un tema que todavía no podía contarme por la falta de confianza.
 -Bueno… ¿tienes hermanos?- me propuse cambiar de tema.
-Sí, tengo uno, pero hace mucho que no le veo- me confesó cerrando las manos en un puño- ¿y tú tienes hermanos?
-Sí, y yo le veo tooodos los días- me reí- se llama Juan, está loco- dije en medio en broma.
Alex volvió a reírse de esa manera que tanto me gustaba.
Casi habíamos llegado al colegio y decidimos coger la calle serrano hacia arriba, pues era la dirección hacia mi casa y  donde estaba la parada del 51 que llevaba a casa de Lia.
-Ey, Cora, ¿qué vamos a hacer mañana?- me preguntó Lia. Eso solo significaba una cosa. Me caen bien, te doy permiso a que quedemos con ellos.
-De momento nada.-que en nuestro idioma significaba podemos y debemos quedar con ellos otro día.

Seguimos andando pasando por una tienda de chuches y ese tipo de cosas no muy sanas llamada Garcés pero que yo la llamaba la Lechera, que es así como la nombraban en mi antiguo colegio.
-nosotros tenemos un grupo- dijo Alex pasándose la mano por el pelo- mañana vamos a tocar en un garito, Pablo es el batería y yo el cantante, podéis venir a vernos y luego podemos salir a tomar algo, si queréis, y así os presentamos al guitarrista.
Me pareció una idea increíble y emocionante, estaba deseando ir a verlos o…más bien…ir a verlo.
-No podemos llegar muy tarde a casa- contestó Lia- pero a lo mejor nos pasamos.
<<¿a lo mejor?¿lo duda?-pensé- me va a acompañar si o si>>
La di un codazo con lo que se quejó.
-Claro que vamos a ir- confirmé rápidamente antes de que se echasen atrás- allí estaremos, en la primera fila.
-¿y qué he dicho?- me preguntó irritada Lia- he dicho que a lo mejor nos pasamos, no he dicho un no rotundo.
La eché una mirada asesina, de esas que lo dices todo.
-Efectivamente iremos y estaremos en la primerísima fila- dijo al momento- ¿contenta?- me susurró irritada.

Asentí. Entonces fue cuando nos dimos cuenta que ambos nos estaban miraban con cara divertida. Al final de la calle se podía ver como acercaba el autobús.
-Bueno, yo me tengo que ir, viene mi autobús- nos dijo Lia.
-Nosotros también tenemos que cogerlo- dijo Pablo.
Entonces noté como se me acercó Alex y me daba dos dulces besos en la mejilla. Me aparté rápidamente ya que me dio un calambre.
-Este chico está cargado de electricidad pura, si señor- dijo con orgullo Pablo.
Alex lo miró con cara de no creerse lo que estaba oyendo.

Se subieron los tres al autobús y esperé a que desapareciera al final de la calle. Me pasé las manos por las mejillas. Nunca más me volvería a lavar la cara. Bueno, vale, mañana, cuando me levante con unas enormes y asquerosas legañas y mi perro me haya llenado la cara de lametones pero, para mí esos besos serían imborrables.

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