lunes, 28 de marzo de 2011

6º CAPITULO

                                                                                                                     ALEX
Es principio de primavera en Madrid y empieza a hacer calor, me encontraba tirado en el sofá de mi casa llevando puesto únicamente los pantalones del pijama. Sonaba de fondo el programa de zapping que estaban echando en la televisión situado en frente del sofá, en ese momento, el teléfono que está sobre la  mesilla de cristal que ahí entre el sofá y la televisión empezó a vibrar. Lo miré, era pablo.

- Hola pablo, ¿Qué tripa se te ha roto?- dije bromeando.
- muy gracioso, te llamaba para lo de la actuación de esta tarde, ha habido un problema con el espacio y tenemos que ir allí un poco antes para poder poner todo a punto, ya he hablado con Arturo y vamos a estar allí sobre las cinco- me explicó.
-Está bien ahí estaré- y colgué.

¡Mierda! solo faltaban una hora para estar allí y yo en pijama. Me levanté corriendo del sofá y fui al baño a ducharme, al finalizar me vestí y salí por la puerta corriendo hacia el garaje donde se encontraba mi Honda CBR verde, arranqué y me dirigí directamente al garito donde habíamos quedado.

Una vez allí aparque y vi a pablo entrando por la puerta cargando con un gran altavoz.
-Hola tio ¿te ayudo?- me ofrecí mientras me acercaba saludándolo con la mano.
- Si, vete cogiendo los altavoces de la furgoneta y ve metiéndolos dentro- explico mientras seguía avanzando hacia dentro. Cogí un altavoz y madre mía como pesaban, cargué con el  altavoz hasta el garito, y una vez allí lo deposite en el suelo.

El lugar no era muy grande y estaba decorado con un estilo horror vacuin, todas las paredes estaban repletas de una mezcla de cuadros modernos y antiguos y muchas matriculas colgadas al estilo americano. A la derecha, había una larga barra de madera con unos cuantos taburetes desperdigados y a la izquierda se encontraba  el minúsculo escenario, el centro de la sala estaba cubierto de mesas con varias sillas y a los pies de las paredes  se sucedía una cadena que consistía en una lámpara, una planta y una papelera, y así continuamente alrededor de toda la sala. Arturo, el guitarrista del grupo el cual es un tanto insoportable se encontraba sentado en una mesa con el cuerpo extendido encima de esta y con unos grandes cascos en las orejas. Me acerque a él.

-¡He tio!- dije sacudiéndole el brazo- ¿piensas ayudarnos o qué?- se levantó con resignación y salió del local.
-Tio te juro que no le aguanto es que pasa de todo-le dije a pablo un tanto irritado en ese momento lamenté el día en que le metimos en el grupo por recomendación de un conocido de Pablo.
-Ya ves lo mismo te digo llevo ya un rato intentando que se moviera de allí pero no ha habido manera, no sé cómo lo has hecho- dijo sonriendo
- pues no sé, habrá comprendido de una maldita vez que no puede estar ahí tumbado mientras los demás estamos trabajando, aunque lo dudo mucho- dije riendo.
- Si no fuera un buen guitarrista le habría cantado las cuarenta hace mucho- explicó riendo a la vez.

Pasadas unas horas, cuando ya se acercaba la hora de nuestra actuación las vi entrar por la puerta, me acerqué a ellas con una gran sonrisa en la cara.
- Pensé que ya no vendríais, ¿os ha costado mucho llegar hasta aquí?
- Que va no mucho, Lia se conoce todo Madrid y preguntando a algunas personas no nos ha supuesto mucho problema- me explico Cora mirándome fijamente.
- Me alegro, os he reservado unos asientos de primera justo delante del escenario
- Genial- dijo Lia entusiasmada mientras paseaba la mirada por toda la estancia.

Se sentaron en sus respectivos asientos y yo me reuní con mis compañeros detrás del escenario y me prepare para la actuación. Salimos al escenario y cantamos durante una hora unas cuantas canciones bien ensayadas, en general eran canciones pop-rock pero también cantamos un par de baladas que en mi opinión eran muy bonitas, mientras cantábamos no puede evitar desviar la vista de vez en cuando en dirección a Cora que se la veía muy alegre bailando con su amiga moviendo a los lados el precioso vestido morado de palabra de honor que traía donde dejaba ver un precioso y lucido escote.

Al finalizar nos aplaudieron como locas y se dirigieron a la barra mientras nosotros comenzamos a guardar los instrumentos, o al menos casi todos, contemplé interesado como Arturo se acercaba a ellas.
-Hola preciosas- dijo Arturo con tono despectivo a las chicas-¿os ha gustado la actuación?
Lia y Cora dejaron las copas que estaban tomando en la barra y se dieron la vuelta mirándole fijamente.
- Si nos ha encantado- dijo Cora entusiasmada
- La verdad es que estuvo mejor de lo que me esperaba- Afirmó Lia con una amplia sonrisa.
Arturo fue acortando las distancias poco a poco -¿queréis venir a mi camerino?- sugirió poniendo un brazo sobre cada una de las chicas- os puedo enseñar mis guitarras y de paso os invito a algo.
- ¿Y pablo y Alex estarán allí, no?- pregunto Cora.
- Sí, claro- afirmó el guitarrista.

No se cómo puede ser tan sumamente mentiroso si sabe perfectamente que estamos aquí cargando el material en la furgoneta.
Cuando les vi avanzar hacia “el camerino” que era una mini habitación que estaba al lado del despacho del dueño del local me dispuse a seguirles, cuando llegue vi a Arturo con intención de abalanzarse sobre ellas y decidí intervenir.

- Arturo déjalas vienen con nosotras- dije con expresión de dureza.
- ¿Y si no quiero que?- me retó con una medio sonrisa burlona.
-  No me toques los cojones y déjalas en paz- vi como los rostros de las chicas tenían una expresión de no comprender absolutamente nada.
- Hui que miedo-amenazó
En ese momento mi paciencia llego a su fin, me acerque a él y cogiéndole la camiseta por los hombros lo empotré contra la pared en ese momento sentí un rápido rodillazo, procedente de Arturo, en el estómago que me hizo doblarme de dolor y este aprovecho para darme un puñetazo en la cara. Sentí como mi cuerpo empezaba a cargarse de energía esperando una orden mental para salir disparada de mi cuerpo, me controlé, “no ahora no” pensé, así que me recompuse y me erguí de nuevo para asestarle un puñetazo en la cara con todas mis fuerzas que le dejó el labio y la nariz sangrando y la mejilla enrojecida, se llevó la mano al labio y al ver al leve hilo de sangre volvió la vista hacia mí y se dispuso a atacar, acto seguido apareció Pablo que lo agarró por los brazos e intento calmarlo. Volví la mirada hacia Cora y Lia que se las veía bastante asustadas y que se habían apartado un poco de la escena.

- ¿Estáis bien?- pregunte un tanto preocupado.
- Sí- dijeron con un leve susurro al unísono.
- Siento muchísimo todo esto enserio…
- No te preocupes, no pasa nada- Dijo Cora interrumpiendo mis disculpas- y tú ¿estás bien? Tienes la cara un poco hinchada.
-Sí no pasa nada, me curo rápido- me lleve la mano a la cara notando levemente el hinchazón- Os recompensare por la escena, ¿os apetece tomar algo?
- No hace falta, de verdad – dijo Lia ya un poco más calmada.
- Insisto-  añadí con una amplia sonrisa
Se miraron y luego Cora añadió- está bien- sonriendo a la vez.

Una vez nos deshicimos de Arturo fuimos a la barra y las invité a unas copas y algo de picar. Hablamos sobre la familia, los hobbies, las vacaciones soñadas y otros temas que fueron saliendo en el momento.
- ¿Bueno se ha hecho un poco tarde no?- Dijo Lia mirando el reloj del móvil- además mi madre ya me  ha llamado dos veces, eso es un “¿Cuándo piensas volver?”- añadió sonriendo.
-Sí, es mejor que nos vayamos yendo- afirmó Cora
- Pero si lo mejor está por llegar, aun no habéis visto a Alex haciendo un  intento de contar un chiste gracioso- se burló pablo mientras soltaba una carcajada- es para mearse de risa.
- Que pasa, mis chistes son graciosos lo que pasa que tú eres un poco corto de mente y no los entiendes- me defendí
- si claro, lo que tú digas
- Bueno quizás la próxima vez podamos escuchar esos chistes tan buenos- dijo Cora mirándome fijamente con una amplia sonrisa burlona.
- Sí, la próxima vez- concluyó Lia.
- ¿queréis que os acompañemos? Pablo tiene coche, bueno más bien furgoneta- ofrecí.
- No, no hace falta la boca de metro está aquí al lado y la línea es directa a mi casa- Lia miro a su amiga  que parecía que la taladraba con la mirada.
- En ese caso os acompañamos al metro- concluí. Recogimos nuestras pertenencias y saliendo del garito avanzamos hacia en metro que, efectivamente estaba muy cerca. Nos despedimos dándonos dos besos en la mejilla y nos prometimos volver a quedar pronto, esa idea me ilusionaba bastante. Así que, contentó  volví, recogí mi moto me despedí de pablo y satisfecho por la tarde transcurrida volví a casa.

Al entrar en casa me dirigí directamente a mi habitación y sentí los pasos de mi madre siguiéndome.
- ¿Que tal la actuación?- Me pregunto deteniéndose delante de la puerta de mi cuarto- Habéis vuelto muy tarde.
- Si, la actuación ha ido genial, nos han aplaudido mucho y parece que la gente se ha divertido, luego nos quedamos tomando algo con unas amigas que vinieron a vernos tocar- vi como mi madre sacudía al pelo rubio rizado y asentía interesada por la conversación.
- ¿Enserio?, qué bien y ¿cómo son? ¿Qué edad tiene? ¿A qué se dedican?
- Pero esto que es ¿un interrogatorio?
- No hijo, solo me intereso por lo que haces- dijo sintiéndose un poco ofendida
- Perdona mama era broma, ya sé que lo único que quieres es protegerme pero tranquila ellas son buenas personas y no creo que sospechen nada sobre lo mío si yo no las digo nada- dije para tranquilizarla- pero si te quedas más tranquila te lo diré son jóvenes tienen 18 años y estudian el bachillerato.
- Esta bien hijo si tú dices que no pasa nada yo te creo, pero ten cuidado ya sabes que es importante que nadie descubra lo nuestro, no quiero que te pase lo mismo que le pasó a tu hermano, todavía no me perdono que tuviera  que separarle de  sus padres y de su hermano- dijo sollozando.
- No llores mama, no fue culpa tuya- la abracé consolándola- además no está solo, al parecer los abuelos le cuidan bastante bien ¿no?
Asintió y salió de la habitación.

Mi hermano descubrió el pequeño secreto de la familia cuando era muy pequeño y eso obligó a mis padres a ponerlo a salvo enviándolo con mis abuelos paternos, que viven en una mansión en Italia. Según mi madre algún día tendrá que volver  y enfrentarse a lo que somos y a lo que él será algún día,  cuando le llegue el momento.

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